Páginas

terça-feira, 22 de março de 2016

JOSÉ PABLO FEINMANN: A CONSTRUÇÃO DO INIMIGO

José Pablo Feinmann (Foto: Internet)
“A guerra (segunda guerra mundial) aconteceu porque o Ocidente armou Hitler para que freasse os comunistas”.
Por José Pablo Feinmann (filósofo argentino) – reproduzido do jornal argentino Página/12, edição impressa de 18/10/2015 (em espanhol)
Nadie, ningún politólogo serio, negaría hoy que las dos bombas atómicas arrojadas por los norteamericanos en Japón fueron, no sólo para terminar la guerra, sino para evitar que los soviéticos se adueñaran del imperio de Hirohito. Y para exhibirles, como modo de amedrentamiento, el devastador poderío nuclear de los Estados Unidos. El miedo a la “ola roja”, a su expansión, a sus conquistas, funcionó una vez más. Había que tirar esas bombas: para liquidar a los japos, desde luego, pero – proyectando las cosas hacia el futuro – porque todos sabían que la nueva guerra ya había estallado. La nueva, la verdadera, la que enfrentaba a los auténticos adversarios: occidente y el oriente soviético.
Entonces, ¿qué clase de guerra había sido la llamada “segunda”? Muchos, todavía hoy, no saben responder esa pregunta. La nebulosa del enfrentamiento entre las democracias de Occidente y el totalitarismo nacional-socialista lo cubre todo, cree y dice ofrecer las respuestas, pero no, miente. Hitler fue, desde un principio, un aliado del occidente capitalista. Pese a su elocuencia, a su oratoria frenética contra la mediocridad burguesa, el Führer, y quienes lo rodeaban, eran enemigos de los bolcheviques. Una cosa eran los delirios de Hitler, sus extravagancias, sus ataques a los judíos, a los minusválidos, a los gitanos y a sus opositores, y otra era una verdad de peso genuino, que encajaba con la lógica de los tiempos: ese Führer tempestuoso era el único, en Alemania, decidido a luchar contra los soviéticos. Sólo él podría detener la amenaza de la ola roja. Las SA (SturmAbteilung) de Ernst Röhm se enfrentaban en las calles de Berlín con los grupos organizados de los sindicatos socialistas. Eso favorecía a Hitler y al Occidente “democrático”. Nadie decía nada. “Déjenlo al loco. Por ahora lo necesitamos. Cuando haga bien su trabajo, cuando lo complete, nos libraremos de él.” Esto se ve muy bien en una escena de la película Cabaret de Bob Fosse. Es la escena campestre. Un joven empieza a cantar una dulce canción, el sol brilla, los buenos alemanes toman cerveza y acompañan la canción del joven que viste una camisa parda. De a poco, casi imperceptiblemente, la canción se encrespa hasta transformarse en un himno de guerra que proclama: El mañana nos pertenece. Un aristócrata de la industria alemana, junto a un amigo que está de paso en Alemania, observa, sonriendo con aire despectivo, irónico pero aprobatorio, al joven y a todos los que lo han acompañado, elevando sus vasos de cerveza como lanzas de la vieja y gloriosa Alemania de los Nibelungos, del Sacrum Imperium, del Primer Reich. Su amigo pregunta: “¿Por qué no los frenan? ¿No son peligrosos?” “Sí”, contesta el aristócrata, “pero, por ahora, los necesitamos. Van a limpiar Alemania de bolcheviques y judíos. Después, nosotros tomaremos el control”. “¿Ustedes?” “Claro, nosotros: Alemania”. Alemania no tomó el control, Hitler se adueñó de Alemania. En otro film, un film majestuoso que dirigió Stanley Kramer y se estrenó en 1961, Juicio en Nuremberg, se juzga a los jueces nacionalsocialistas, a los que impartieron justicia durante en Tercer Reich. El fiscal los acusa de ser culpables de las crueldades, de los desenfrenos nazis. La defensa, a cargo de Hans Rolfe, un hombre brillante y apasionado, que viste una toga negra y tiene las convicciones de un pelotón entero de las SS, es impecable e implacable: “¿Qué hay del resto del mundo? ¿No conocía las intenciones del Tercer Reich? ¿No había oído las palabras de Hitler transmitidas a todo el mundo? ¿No había leído su intención en Mein Kampf, que se publicó en todo el planeta? ¿Dónde quedó la responsabilidad de la Unión Soviética, que en 1939 le ofreció a Hitler el pacto que le permitió hacer la guerra? ¿Dónde quedó la responsabilidad del Vaticano, que en 1933 firmó con Hitler el concordato que le dio su tremendo prestigio por primera vez? ¿Vamos a declarar culpable al Vaticano? ¿Dónde quedó la responsabilidad del líder mundial Winston Churchill, que en 1938, ¡en 1938!, dijo en una carta abierta al periódico Times: ‘Si Inglaterra sufriera un desastre internacional, le rogaría a Dios que nos enviara a un hombre con la inteligencia y la voluntad de Hitler’. ¿Vamos a declarar culpable a Winston Churchill? ¿Dónde quedó la responsabilidad de los industriales estadounidenses que, para ganar dinero, ayudaron a Hitler a reconstruir su armamento? ¿Vamos a declarar culpables a esos industriales? No, su Señoría. Alemania no es la única responsable. Todo el mundo es tan responsable por Hitler como Alemania”.
El defensor Hans Rolfe sabe lo que dice. El fiscal Lawson lo comprueba durante el juicio. Un superior lo convoca a una reunión privada y ahí, duramente, le dice: “Usted está loco. Deje de maltratar a estos jueces. Los necesitamos para la nueva guerra, la que se inicia ahora. No podemos pisotear el honor de los alemanes”. El fiscal argumenta: “Estos hombres mandaron a decenas de miles a los campos de concentración”. El superior insiste: “Eso ya pasó. Ahora hay que mirar hacia el futuro”. El fiscal Lawson, un liberal, un demócrata de esos que cada vez menos se encuentran en EE.UU., llega hasta la puerta y se detiene. Mira a su superior. Dice: “Le voy a hacer una pregunta divertida: ¿para qué fue la guerra?” Abre la puerta y sale.
¿Para qué fue la guerra? Tratemos de ser breves. O sea, resumiendo: el terror a la “ola roja” se fijó en Alemania, la derrotada del Tratado de Versalles, humillante, torpe. El colmo de la diplomacia de la venganza. La República de Weimar no supo crear poder, una alegre negación de la realidad le permitía jugar a la democracia, tomar cerveza, y cantar y bailar como Sally Bowles en el Kit Kat Club. (Ver mi novela La sombra de Heidegger. También La caída de los dioses en Siempre nos quedará París: el cine y la condición humana. Y, desde luego, el film de Bob Fosse Cabaret y el de Bergman El huevo de la serpiente). La República de Weimar empezó a agrietarse. Los sindicatos bolcheviques, los activistas del socialismo, lucharon en las calles, en las fábricas y buscaron salir del desastre por medio del comunismo y el apoyo de la URSS. El mundo occidental entró en pánico. ¿Quién era el mejor, en esa Alemania derruida, para frenar eso? “Hay uno muy bueno. Adolf Hitler. Pero no es confiable. Creemos que está loco.” “Eso no importa. Mientras frene a los comunistas es nuestro hombre. Después nos ocuparemos de él.” Este fue el diálogo secreto que –no lo dudemos – se habrá sostenido en las principales alturas del poder político y bélico de Occidente. Entonces armaron al “loco”. Así crearon a su más feroz enemigo. El “loco” derrotó a los comunistas, ganó legalmente las elecciones (luego de haber matado a muchos de sus opositores y con las cárceles llenas de obreros, abogados, escritores, políticos disidentes) y se dispuso, sin más, a conquistar el mundo. El “loco” estaba loco y su locura fascinaba a Alemania. “¿Ha visto usted la belleza de sus manos?”, le pregunta Heidegger a Jaspers. Hitler pacta con Molotov y luego invade Polonia. Empieza la guerra. Esta guerra es visualizada, torpe o deliberadamente, como fruto de la locura del Führer y su entorno de fanáticos. Falso: la guerra tiene lugar porque Occidente armó a Hitler para que frenara a los comunistas. Que nadie se asombre si Henry Ford lo visitó. Si Charles Lindberg se declaró su entusiasta partidario y además antisemita. Si la Ford le vendió autos y aviones. Si la Inglaterra de Churchill le regaló o vendió a bajo precio aviones de la RAF (Royal Air Force), con los que luego Hitler llevaría a cabo sus bombardeos sobre Londres. ¡Qué paradoja siniestra! El León de Inglaterra, el gran Sir Winston, había entregado aviones al Monstruo que ahora destruia Londres, ciudad que él, también ahora, con gloriosa tenacidad defendía, defensa que le habría de permitir frases que la Historia recogería como ejemplo de coraje ante la adversidad (Sólo puedo prometerles sangre, sudor y lágrimas), una adversidad posibilitada por él mismo, por el héroe que ahora protegía a su pueblo de la furia de los aviones alemanes... y de los ingleses.

En suma, el guerrero anticomunista al que armaron, al que crearon para que impidiera que Alemania, el centro del mundo, el centro de Europa, la maltratada por las negociaciones posteriores a la “Primera Guerra Mundial”, cayera en manos de los comunistas, se les dio vuelta y les mostró la peor de sus caras: él derrotaría a los comunistas y también a los mercaderes norteamericanos, socios del pérfida Albión. Que nadie se asombre si ahora pasa lo mismo. A Osama bin Laden lo entrenó la CIA, a él y a los talibanes también la CIA los llenó sofisticadas armas, para que lucharan contra los comunistas. Luego, los norteamericanos preguntarían a los ex soviéticos “cómo se pelea contra los afganos”, sin obtener respuestas satisfactorias de militares que habían sido derrotados. Es la misma dialéctica boomerang de la que EE.UU. había sufrido las terribles consecuencias con Hitler. Arman hasta los dientes a un enemigo de su gran enemigo, y luego su aliado – que sigue armado hasta los dientes – se les vuelve en contra. Occidente creó a Hitler y luego creó a Osama bin Laden. Pareciera existir para crear, una y otra vez, sus peores pesadillas. Ahora, en esas tierras calientes, la CIA está más desorientada que nunca. Sus enemigos, como antes los vietnamitas, son evanescentes, acaso metafísicos, como decía Westmoreland de las guerrillas del Vietcong. Siempre que entro en este tema recuerdo el final de un gran film de John Milius: “El viento y el león” (The Wind and the Lion, 1975). En la orilla del mar, montados en sus hermosos caballos, dialogan el sheik (Sean Connery, acaso en su mejor papel) y su fiel seguidor, que le pregunta si aún están en peligro, pues los ha perseguido Teddy Roosevelt, nada menos. El sheik arroja una carcajada: “Nunca estuvimos ni estaremos en peligro. Ellos son el león, pero nosotros... somos el viento”.

PETER CÁRDENAS (EX-GUERRILHEIRO DO PERU): “FUJIMORI NOS BATEU A PORTA NA CARA”

“As pessoas ficaram fartas da violência. Já fomos derrotados”, reconhece Cárdenas (Foto: Página/12)
Entrevista com Peter Cárdenas, ex-número 2 no comando da guerrilha MRTA: ele está livre depois de 25 anos. Um dos fundadores do Movimento Revolucionário Túpac Amaru repassa a história e conta que a guerrilha tentou um diálogo de paz em 1990.
Por Carlos Noriega, de Lima (Peru) – reproduzido do jornal argentino Página/12, edição impressa de 10/11/2015 (em espanhol)
“No hay cosa que extrañaba más que el mar”, dice el ex guerrillero Peter Cárdenas Schulte cuando llega a la cita para dialogar con Página/12 en un pequeño café en el malecón de Miraflores, sobre el acantilado que da al mar. En este tradicional barrio limeño de clase media alta, Cárdenas pasó su niñez y adolescencia. Ahora tiene 60 años y hace unos días ha salido en libertad después de cumplir una condena de 25 años. Los últimos 23 los pasó en la prisión militar de la Base Naval del Callao, 8 de ellos en aislamiento en una celda de dos por dos metros.
Cárdenas fue uno de los fundadores del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), guerrilla guevarista creada en 1982 y derrotada en 1997. Considerado el número dos del MRTA, fue el jefe militar de la guerrilla en Lima. Detenido en abril de 1992, fue condenado a cadena perpetua. En 2006, en un nuevo juicio, le cambiaron la sentencia a 25 años. Antes había estado encarcelado año y medio y liberado por falta de pruebas, tiempo en prisión que le fue contabilizado en su condena.
“Es una alegría indescriptible haber conseguido la libertad después de tantos años, después de haber pensado que me iba a podrir en la cárcel”, inicia el diálogo.
La historia de Peter Cárdenas en la guerrilla comenzó en Argentina. En 1974, cuando tenía 19 años, viajó a estudiar Ciencias de la Información en la Universidad Nacional de Córdoba. “La universidad estaba muy politizada, había un ambiente guevarista muy fuerte. El primer año asumí una posición socialista y en el segundo año me enganché con el ERP. Participé en varias acciones armadas”, recuerda. Dos meses después del golpe militar abandonó Argentina.
De regreso en el Perú, Cárdenas se vinculó a grupos de izquierda y en 1982 participó en la creación del MRTA. “Al comienzo éramos sólo 50 miembros. En nuestro mejor momento, a inicios de los 90, llegamos a tener unos dos mil militantes”, dice.
“La gran polémica de la izquierda peruana en la década del 80 era entre los que estaban por las elecciones y los que estaban por la lucha armada. Yo estaba convencido de que la revolución era posible y que pasaba por la lucha armada”, responde el ex guerrillero cuando se le pregunta por qué optaron por la vía armada cuando el país acababa de regresar a la democracia en 1980 y la izquierda se había convertido en una opción electoral con posibilidades de llegar al gobierno.
–¿Una guerrilla como la del MRTA es viable ahora?
–Ni hablar (contesta con seguridad). En este momento eso es inconcebible. No creo que en su momento haya sido un error, pero ahora han cambiado muchas cosas. Como país ya hemos pasado por eso y la gente ha quedado harta de la violencia. Ya fuimos derrotados.
–¿Por qué fracasó el MRTA?
–El MRTA tuvo cosas muy positivas, pero también cometimos muchos errores. Uno fue haber descuidado la seguridad de los dirigentes. La derrota comenzó cuando en 1992 comenzamos a caer presos los líderes. Otro error fue que hubo una desviación militarista, apostamos mucho por la guerra y nos olvidamos un poco de la población, del sentimiento de la gente, que ya se estaba cansando de tanta muerte, algo que no vimos en ese momento.
Peter Cárdenas pone énfasis en marcar las diferencias entre el MRTA y Sendero Luminoso, el grupo maoísta liderado por Abimael Guzmán que en 1980 se lanzó a la lucha armada. “Nunca comulgamos con el maoísmo trasplantado de China al Perú de Sendero, ni con su culto a la personalidad, primero a Mao y después a Guzmán. Nosotros nunca atentamos contra la población civil, como sí lo hacía Sendero. Nosotros nunca hicimos reclutamientos forzosos, como sí hacían ellos. Los de Sendero consideraban a todos los que no estaban con ellos, sean de derecha o izquierda, como enemigos, nosotros teníamos un criterio bastante más abierto.” Las diferencias entre el MRTA y Sendero llegaron a las armas. “Con Sendero tuvimos enfrentamientos, con muertos”, revela Cárdenas.
–Dice que no atacaron a la población civil, pero secuestraron a varios empresarios. Usted era el encargado de dirigir esos secuestros...
–Todo movimiento guerrillero se financia ilegalmente, nosotros lo hicimos con los secuestros. Los secuestrados estaban encerrados, obviamente, pero nunca los maltratamos.
Cárdenas cuenta que el MRTA intentó un diálogo de paz en 1990, en los inicios del gobierno de Fujimori, pero la iniciativa no prosperó. “Ese año evaluamos dejar las armas y negociar nuestro ingreso a la política legal. En Colombia, el M-19, que era nuestro partido hermano, ya se había legalizado. Le planteamos a Fujimori negociar la paz, pero nos tiró la puerta en la cara. Después de ese rechazo acordamos reforzar la guerrilla para obligar a Fujimori a negociar.”
Pero las negociaciones de paz nunca llegaron y en abril de 1992 Cárdenas cayó preso. Unos meses después de su captura fue llevado a la nueva prisión militar construida en la Base Naval del Callao. Tenía siete celdas individuales, de unos dos por dos metros. Ahí compartiría prisión con el jefe del MRTA Víctor Polay, el líder de Sendero Abimael Guzmán, y los principales dirigentes de ambas agrupaciones armadas.
“Era como estar encerrado en una caja fuerte”, dice Cárdenas, recordando los duros años de encierro en la celda de la prisión militar. “No podíamos ver al exterior de la celda. Había una puerta de fierro negra que tenía una pequeña ventana a la altura de los ojos y otro al ras del piso para pasar el rancho, las dos estaban todo el tiempo cerradas desde fuera con una plancha de metal. Cuando llegué me pusieron en aislamiento total. Solamente salíamos 15 minutos al día a un patio, después comenzamos a salir media hora, luego una hora. Cada uno salía solo, sin tener contacto con otros presos. No podíamos leer periódicos, ni nada. No había torturas físicas, pero sí un régimen de aislamiento. Recién a partir del segundo año pude recibir visitas, una vez al mes por 30 minutos, solamente de familiares directos.”
–¿Cómo pasaba el día?
–Pasaba todo el día caminando de una pared a otra de la celda, daba tres o cuatro pasos, llegaba a la otra pared y regresaba, así una y otra vez, todo el día. Caminaba para poder dormir.
Esas duras condiciones carcelarias duraron ocho años. Con la caída de la dictadura de Fujimori y el regreso de la democracia a fines del año 2000, los presos de la Base Naval comenzaron a poder estar juntos en el patio, a recibir visitas una vez a la semana y ya podían leer, escribir o ver televisión en una sala común. Cárdenas comenzó a escribir y a pintar.
El ex líder del MRTA cuenta que un momento especialmente difícil en esos largos años de prisión fue cuando se enteró que una operación guerrillera que buscaba liberarlos fracasó trágicamente. En diciembre de 1996, la residencia del embajador de Japón donde se celebraba una recepción fue asaltada por un comando del MRTA, que tomó 72 rehenes para canjearlos por la liberación de sus compañeros presos. El secuestro se prolongó cuatro meses. Terminó cuando una operación militar atacó la residencia del embajador japonés y mató a los catorce guerrilleros.
“Nosotros no sabíamos lo que estaba pasando. Esos cuatro meses nos cortaron las visitas mensuales. Un día vinieron a mi celda, me sacaron, me llevaron a una sala y me sentaron frente a un televisor”, relata Cárdenas. Ahí le pusieron los noticieros de la noche anterior en los que se informaba del final del secuestro de la residencia japonesa. “Cuando vi lo que había ocurrido, a los compañeros y compañeras muertos, sentí que no podía respirar, fue un momento muy difícil. Sentí que se acababa la esperanza de que el partido nos saque de prisión. En los días siguientes comencé a pensar que ese había sido el final del MRTA, sabía que Néstor Cerpa (quien dirigió el comando del MRTA que tomó la residencia japonesa) era el último dirigente que quedaba libre.” Efectivamente, ese fue el final del MRTA.
Vladimiro Montesinos, quien durante los diez años del gobierno de Fujimori manejó los servicios de inteligencia y las fuerzas armadas, fue quien concibió la prisión militar de la Base Naval con sus pequeñas celdas y el régimen de aislamiento. Por esas vueltas de la historia, Montesinos, detenido en 2001 luego de la caída del fujimorismo, terminó en la prisión que él mismo ordenó construir.
Cuando llegó al penal, Montesinos pidió hablar en su celda con los otros detenidos. Solamente aceptaron Oscar Ramírez “Feliciano”, de Sendero, y Peter Cárdenas. “Yo acepté hablar con él porque cuando estuve en una prisión común aprendí a hablar con todos, y por curiosidad para saber qué quería decirme. Me pidió disculpas por haberme tenido ocho años en aislamiento, porque él era quien en esos años mandaba en la Base Naval. Yo acepté sus disculpas”, dice Cárdenas.
Sobre Abimael Guzmán, otro de sus compañeros de prisión, señala que “está viejo (en tres semanas cumple 81 años) y su salud está deteriorada, pero está muy lúcido”. “El – continúa Cárdenas – tiene cadena perpetua y es consciente que es muy difícil que lo suelten, que lo más probable es que muera en la cárcel. Ya no está con la lucha armada. Abimael me contó que a cambio de la rendición pública que hizo en 1993 estando ya preso, el gobierno de Fujimori, a través de Montesinos, le ofreció liberarlo el año 2003, en un tercer gobierno de Fujimori, pero eso no ocurrió, no hubo ese tercer gobierno.”
“En un momento pensé en esa posibilidad – confiesa Cárdenas, al hablar de una posible candidatura suya al Congreso en las elecciones de 2016 – pero diría que esa posibilidad está casi descartada porque ningún partido me quiere y yo no tengo un partido para postular. He buscado un acercamiento con la izquierda, sigo siendo y siempre seré de izquierda, pero las personas con las que he hablado me han dicho que mi candidatura no es conveniente. Quizá para el año 2021 se puedan dar las condiciones.”

Al despedirse, Cárdenas señala que viajará a Suecia para reunirse con su esposa y dos de sus tres hijos, quienes viven en ese país. “Tengo algunas cosas escritas sobre todo lo que ha pasado en estos años y quiero publicarlas. A eso me voy a dedicar en lo inmediato”, anuncia.

KAGARLITSKY: A ESQUERDA FALHOU AO NÃO ENTENDER O SURGIMENTO DAS NOVAS CLASSES MÉDIAS E O ENFRAQUECIMENTO DA CLASSE OPERÁRIA

“Nos últimos anos, a história da esquerda está relacionada com a frustração” (Foto: Página/12)
Boris Kagarlitsky, diretor do Instituto de Globalização e Movimentos Sociais de Moscou.
Para el reconocido analista ruso, la izquierda falló en entender los cambios de los últimos 30 años, cambios que no necesariamente eran negativos, como el surgir de las nuevas clases medias y el debilitamiento de la clase obrera.
“LA POLÍTICA SE LATINOAMERICANIZÓ”

Por Agustín Fontenla, de Moscou – reproduzido do jornal argentino Página/12, edição impressa de 06/03/2016 (em espanhol)
Boris Kagarlitsky recibe a Página/12 en un edificio de pequeños apartamentos de paredes descascaradas y puertas desvencijadas, el rostro más usual de los edificios construidos en la época soviética, en la capital rusa. Allí se encuentra el Instituto de Globalización y Movimientos Sociales, que él dirige. Además realiza actividades en el Instituto Transnacional; es cofundador del Partido del Trabajo, y fue investigador en el Instituto de Estudios Políticos Comparativos de la Academia Rusa de Ciencias, además de ser autor de numerosos libros.
En los últimos dos años, participó en diferentes foros de debates: en Atenas, cuando el gobierno izquierdista de Syriza realizó un referéndum sobre su deuda externa; en Nueva York, en donde dio una clase en el mismo sitio y día que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, daba una conferencia; en Yalta, donde la izquierda ucraniana debatía cómo salir del embrollo en la región del Donbás, y en la ciudad rusa de Ufá, adonde el actual líder del partido laborista británico, Jeremy Corbyn, a quien conoció hace algunos años, le prometió asistir si no ocurría nada importante, sin embargo sucedió que resultó elegido para liderar su formación.
“En los últimos 30 años, la historia de la izquierda está relacionada con la frustración, el tremendo desastre, y la desmoralización que, técnicamente, provocó el colapso de la Unión Soviética”, sostiene Kagarlitsky. Sin embargo, precisa que la izquierda en Occidente ya tenía problemas: “Falló en entender los cambios que estaban sucediendo; cambios que no necesariamente eran negativos para la izquierda, como el crecimiento de las nuevas clases medias, el debilitamiento de la clase obrera, el advenimiento de nuevas tecnologías, y nuevas burguesías. No estaba preparada para un ataque a gran escala por parte del neoliberalismo. El problema es que la izquierda se volvió conservadora, su estrategia se basó en la defensa del Estado de Bienestar, en vez de pensar en nuevos proyectos”.
–¿Y más cerca a nuestros días?
–En los años 2000, comenzó a recuperarse con nuevos movimientos de izquierda, y nuevas generaciones de activistas, pero no había conceptos políticos alternativos. Irónicamente, se presentaban como un paso adelante tras el marxismo clásico, y describían como un logro el hecho de contar con distintas minorías, el feminismo, nuevas utopías y visiones, pero en realidad estaban regresando al premarxismo, que refleja la declinación de la izquierda, la declinación de las bases sociales. La fragmentación es un tremendo desastre. La izquierda no combatía el poder. Se perdió el gusto por el poder. Estuvimos tan preocupados con la idea de no ser estalinistas que todos se movieron en dos extremos opuestos: eran estalinistas, en el sentido de querer centralizar y controlar todo, e imponerte sobre los demás, y esto es malo, o bien se movieron al extremo, y se dejó de hablar de cómo usar el poder del Estado para lograr ciertos objetivos.
–¿También en América latina?
–En América latina, sí se combatió el poder, pero como un elemento de los populismos. La izquierda fue el componente intelectual, y funcionó en un primer momento pero les faltó profundidad o encontraron resistencia, como sucedió en Venezuela, donde hubo una gran resistencia de la burocracia del Estado y otros sectores. Quizás ahora el chavismo haga una segunda lectura por haber dejado ir a los consejeros de izquierda y a los sindicatos. Se perdió completamente el momento de transformar el movimiento. Hubo un progreso real pero en vez de transformar la sociedad, redistribuyeron los recursos de forma muy paternalista.
–¿Y en Europa?
–Lo que está sucediendo en Europa ahora es la latinoamericanización de la política. Debido a las nuevas reformas liberales y a la descomposición social, están surgiendo movimientos populistas sin una estrategia clara, y que mezclan elementos de izquierda y de derecha. El Frente Nacional de Marine Le Pen es un animal muy extraño. Está generalmente identificado desde la izquierda como un partido de derecha. Pero eso es un gran error. Nunca han leído sus textos. Yo los leí y lo primero que encontrarás es que “representan el estilo de propaganda de la izquierda. Si miras a los resultados de las recientes elecciones, árabes y negros están votando masivamente a Le Front National, porque la propaganda que utilizan es: si quieren mejorar su vida (los inmigrantes de primera y segunda generación), entonces debemos impedir que sigan llegando inmigrantes. Marine Le Pen logró presentarse como la defensora de los desprotegidos... En América latina lo entenderán bien porque allí hubo movimientos que integraron elementos de izquierda y de derecha, tal como sucedió con el peronismo”.
–¿Cómo explica que el gobierno griego de Syriza haya llegado al Estado y con un fuerte apoyo popular pero no logre imponer sus políticas?
–No quisieron hacer nada. En un punto, tienes que hacer una decisión política, lo que significa romper ciertas reglas. No se trata de cuan radicales son tus objetivos o tu lengua, sino si puedes hacer un quiebre con las reglas actualmente fijadas y las obligaciones que tienes, y el riesgo que tomas para hacerlo. Su comportamiento estuvo basado en la lógica de minimizar los riesgos. Tsipras podrá decir que mantiene el control del Estado, pero para la izquierda europea, Syriza falló.
–¿Cómo describiría la situación política en Rusia, en el contexto de la crisis económica?
–Hace poco estuve en Voronezh (capital de una región en el centro de la parte europea de Rusia), hablando con la burocracia local y ellos dicen suficiente es suficiente, las regiones se están ahogando. Se está destruyendo todo el potencial para desarrollarlas por culpa de las políticas de austeridad, por la reforma educativa y por quitar los incentivos. Las primeras víctimas conscientes de la austeridad no son la gente pobre sino los burócratas, y aquellos que controlan las regiones y que tratan de que no se desmorone todo. Los primeros que empezarán la rebelión no son los pobres del fondo, que sufren económicamente pero no sabe bien que está sucediendo. Será más como en las revoluciones de la edad media: el rey, Putin, está bien, pero queremos que todo lo demás cambie.
–¿Qué se puede esperar de las elecciones presidenciales el año que viene?
–Hablan del 2017 como si fuera a suceder lo mismo que en 1917, pero yo pensaría más en el ejemplo la revolución francesa. La sociedad está muy fragmentada, con movimientos populares, estructuras débiles, entonces lo que hay que hacer es juntarlos, y aprender de la experiencia de las revoluciones previas y de la experiencia de los momentos previos. Alguien tendrá el coraje y la determinación suficientes para romper los límites, y cuando un país, un grupo o una persona lo haga y obtenga algún tipo de éxito, entonces otros seguirán el ejemplo.
–Siempre se apunta a Rusia por la persecución a minorías sexuales. ¿Cuál es la situación actual?

–Las generaciones educadas en el modernismo cultural de la Unión Soviética son más progresista que las nuevas generaciones, educadas a través de la Iglesia Ortodoxa y la propaganda rusa. Pero si nos fijamos en las acciones, y no en las declaraciones, es muy diferente. Si preguntas a alguien si las mujeres deben quedarse en casa cuidando a los niños, dirán que sí. Pero si luego le preguntas, ¿tú te quedas en tu casa cuidando a los niños?. No, tengo que trabajar. Es sólo hipocresía.

OS COLOMBIANOS (E TAMBÉM VENEZUELANOS) ANDAM DE “BUSETA”

(Foto: Jadson Oliveira)
Uma vez eu estava em Caracas lendo o jornal Últimas Notícias e me deparei com o título: “Em ‘tal bairro’ as pessoas estão cansadas por falta de ‘busetas’”. E eu, lá no meu quartinho alugado, solitariamente, murmurei para mim mesmo: “E eu também, mas com ‘c’”.

Por Jadson Oliveira (jornalista/blogueiro), editor deste Blog Evidentemente – reproduzido do site Dia e Noite no Ar, de 15/03/2016

De São Paulo (SP) – Estou chegando a São Paulo, depois de 10 dias em Bogotá, e registro aqui para meus leitores do diaenoitenoar.com.br uma particularidade do transporte coletivo, um setor fundamental das grandes cidades.

O que mais vi pela capital colombiana (como tinha ocorrido em Caracas, onde já passei duas bem mais longas temporadas) foram as chamadas “busetas” – são ônibus pequenos, um pouco maior do que as “vans” de Salvador-Bahia (a palavra vem de “bus”, ônibus em inglês e também em espanhol, sendo que no espanhol se pronuncia “bus” mesmo, como diríamos no nosso português).

O detalhe picante – daí este comentário – é que este “s” no espanhol tem o som de “c” (de forma predominante, na fala espanhola da nossa América do Sul não existe o som de “z”, como no português – “mariposa” se diz “maripoça”, “esperanza” se diz “esperança”, “buseta” se diz...).

Só por curiosidade, conversei um pouco com uma senhora em Bogotá sobre as tais “busetas”. Ela, óbvio, falando na maior naturalidade (e eu também) o que na minha mente soava como um enorme palavrão.


Pois é, também é assim na Venezuela, país que tem fronteira com a Colômbia. Uma vez eu estava em Caracas lendo o Últimas Notícias, o jornal diário de maior circulação no país, e me deparei com o título: “Em ‘tal bairro’ as pessoas estão cansadas por falta de ‘busetas’”. E eu, lá no meu quartinho alugado, solitariamente, murmurei para mim mesmo: “E eu também, mas com ‘c’”.

domingo, 13 de março de 2016

COLÔMBIA: DESINFORMAÇÃO E DESCONFIANÇA CERCAM OS DIÁLOGOS DA PAZ

(Fotos: Jadson Oliveira)
O presidente Santos, dentro do jogo político que tem de jogar, não pode fazer uma defesa forte e convincente dos diálogos da paz, porque corre o risco de encher a bola dos comandantes da insurgência armada, seus futuros adversários políticos. E ainda tem nos seus calcanhares o ex-presidente Álvaro Uribe, seu ex-chefe e atualmente maior adversário, pela ultradireita, ferrenho opositor das negociações.

Por Jadson Oliveira (jornalista/blogueiro), editor deste blog Evidentemente – reproduzido do site Dia e Noite no Ar, de 08/03/2016

De Bogotá–Colômbia – Cheguei aqui na quarta-feira, dia 1º., com a expectativa de sentir o clima com a proximidade da provável assinatura do acordo de paz entre o governo e as Farc (Forças Armadas Revolucionárias da Colômbia), prevista até agora para o próximo dia 23. (Nota deste Evidentemente: informações mais recentes indicam que no dia 23 deve ocorrer apenas a oficialização do cessar-fogo bilateral).

No dia seguinte, espiando as manchetes dos jornais nas bancas do centro da cidade, como é do meu hábito, me deparei com uma “chamada” da primeira página do diário de maior circulação do país, o El Tiempo, de tendência conservadora, claro: “A maioria acredita que o processo de paz não vai por bom caminho” (foto acima).

A matéria dá conta de que a última pesquisa bimestral do instituto/empresa Gallup indica que 57% dos colombianos acham que as negociações, iniciadas em novembro de 2012, em Cuba, vão mal. Este número, na sondagem anterior, em dezembro, era 44%. E oito entre 10 dos entrevistados dizem não acreditar que se firme o acordo em 23 de março.

É difícil para um estrangeiro chegando ao país – no caso um jornalista, sem acesso a fontes e muito menos fontes confiáveis – entender por quais sendas transitam as informações ilustrativas dos fatos, da realidade. Na verdade – e aí está uma grande armadilha -, todos os que nos ocupamos ou nos preocupamos com o tema (ou outros temas), independentemente de estarmos aqui ou não, já temos uma opinião sobre o tema (ou outros), a maioria certamente através dos meios hegemônicos de comunicação, que nos atacam todo o tempo e em todo lugar.

(Me lembro que quando cheguei da minha primeira viagem à Venezuela, em 2008, comecei a falar meio empolgado com um militante de esquerda de Salvador-Bahia sobre as novidades políticas que tinha percebido por lá. Ele me rebateu, na bucha, com uma definição acachapante sobre a chamada Revolução Bolivariana e eu parei, assim meio abestalhado). 
Pois é. Tenho notado esta desconfiança entre as poucas pessoas com quem tive oportunidade de falar por aqui. E também a desinformação (aliás, às vezes tenho a impressão de que quanto mais aumentam os meios de informação, as tecnologias da informação, mais difícil se torna filtrar uma informação confiável): uma pessoa chegou a me dizer que os colombianos não sabem nada do que estão negociando em Havana.

Eu venho me enfronhando na política da América Latina e Caribe – mais na da América do Sul - desde 2007, quando comecei a viajar pela região. Claro que ultimamente me informo mais através da blogosfera, das diversas plataformas na Internet, aquelas que considero progressistas – gosto de me referir a elas e a outros veículos de imprensa (inclusive os tradicionais) como a mídia contra-hegemônica, aquela que na minha visão é comprometida com um jornalismo digno deste nome e que tenha como rumo a defesa dos interesses populares e nacionais.

Os “narcoguerrilheiros” viraram políticos “normais”

Daí que faço o seguinte raciocínio: a mídia hegemônica – conservadora, de direita, chamada grande imprensa, que se diz independente, se pavoneia como defensora da liberdade de imprensa e contra a censura, quanta mentira e quanta hipocrisia! – passou décadas demonizando os guerrilheiros, estigmatizados por ela como narcoguerrilheiros.

(A Colômbia vive em guerra desde 1948, quando as forças conservadoras assassinaram o líder liberal, popularíssimo, Jorge Eliécer Gaitán. As Farc foram criadas nos anos 60. O país é o “queridinho” dos Estados Unidos, aliado incondicional do império – é só lembrar o bilionário Plano Colômbia, convênio renovado recentemente entre os dois países após 15 anos de vigência).

Depois de décadas de massacre no rádio, TV, jornais, revistas e por último também na Internet, esses “narcoguerrilheiros” (seus comandantes, por certo) aparecem transformados em políticos “normais” (de esquerda, por certo), sentados “normalmente” frente a frente com delegados representantes oficiais do governo constitucional do país, discutindo “normalmente” políticas do mais alto interesse do povo colombiano. 
Dá para as pessoas “comuns”, envenenadas pela mídia durante décadas, entenderem isso? Dá para elas absorverem, sem traumas, a evidência de que tais “narcotraficantes” (os comandantes, por certo) serão políticos “normais” e, por conseguinte, futuros deputados, prefeitos, governadores, quiçá presidentes da República?

Muitos reagem instintivamente: não pode ser, eles cometeram crimes. Pergunto: e os governantes oficiais também não cometeram e não cometem?  (Quem se lembra da reação de Michael Corleone/Al Pacino, no Poderoso Chefão 2, quando sua mulher, interpretada por Diane Keaton, jogou na sua cara que um mafioso, um assassino, não poderia se tornar um “respeitável” senador? Ele simplesmente a tachou de ingênua).

E tem um agravante: o presidente Juan Manuel Santos, dentro do jogo político que tem de jogar, não pode – como deveria para dar maior credibilidade à bandeira da paz, a sua grande bandeira (à qual deve a sua reeleição), a sua chance de entrar como mocinho na história – fazer uma defesa forte e convincente dos diálogos da paz, porque corre o risco de encher a bola dos comandantes da insurgência armada, seus futuros adversários políticos.

E ainda tem nos seus calcanhares o ex-presidente, hoje senador, Álvaro Uribe, seu ex-chefe e atualmente maior adversário, pela ultradireita, ferrenho opositor das negociações. O presidente Santos fica numa situação complicadíssima: se respaldar com mais ênfase os guerrilheiros (ou quase ex-guerrilheiros), além do que já respalda pelo simples fato de negociar com eles, se arrisca a abrir o flanco para Uribe e ser soterrado pelas forças mais conservadoras, que parecem ser francamente majoritárias.

Os comandantes das Farc, por seu lado, inseridos no campo político das esquerdas – massacradas durante décadas não apenas através da mídia, mas também através de brutal repressão do Estado e do paramilitarismo -, reclamam, muito razoavelmente, o direito de acesso ao povo para que possam se defender e fazer seu proselitismo (veja a terceira foto: capa do jornal semanal Voz – A verdade do povo, órgão do Partido Comunista Colombiano).


(A segunda foto é da cabeça da capa do El Tiempo, a mesma edição – 2 de março - que trouxe a “chamada” – na parte de baixo da página - sobre o processo de paz referida na abertura do artigo. Como vemos, a manchete principal é sobre a prisão do irmão de Uribe, acusado de fundador dum grupo paramilitar. O outro assunto destacado é a eleição nos Estados Unidos).

terça-feira, 8 de março de 2016

PERU: A DIREITA DEVE GANHAR MAIS UMA NA AMÉRICA LATINA

Presidente Ollanta Humala (Foto: Internet)
Segundo pesquisa, os dois candidatos com mais chances de chegar ao segundo turno são, ambos, de direita. Em primeiro lugar, desponta Keiko Fujimori, filha do ex-ditador Alberto Fujimori, em torno de 30% das intenções de voto. A postulante da Frente Ampla, que tem propostas de esquerda (ou centro-esquerda), aparece em sexto lugar com 4%.
Por Jadson Oliveira (jornalista/blogueiro), editor deste Blog Evidentemente – reproduzido do site Dia e Noite no Ar, de 29/02/2016
De Salvador-Bahia – Já que nesta terça-feira, dia primeiro, dia da semana em que costumo publicar minha coluna neste site diaenoitenoar.com.br, estarei viajando, adianto aqui uma nota sobre as eleições presidenciais do Peru, cujo primeiro turno será em 10 de abril.
(Durante o mês de abril deverei estar em Lima, depois de passar o mês de março em Bogotá; na terça passada, escrevi um artigo sobre a iminente assinatura do acordo de paz na Colômbia e agora alinhavo alguma coisa sobre a eleição peruana).
O principal a destacar é a esperada vitória das forças de direita, seguindo a tendência acentuada nos últimos meses na América Latina: Mauricio Macri foi eleito presidente da Argentina; depois os anti-chavistas conquistaram larga maioria no Parlamento da Venezuela; e, por último, Evo Morales perdeu o referendo que propunha emenda à Constituição que lhe permitiria mais uma candidatura à reeleição em 2019.
Tal performance da direita vem confirmando a avaliação política feita recentemente pelo presidente equatoriano Rafael Correa, que alertou para o que denominou de ameaça de “restauração conservadora” na região, depois do ciclo chamado progressista iniciado em 1998 com a eleição de Hugo Chávez na Venezuela.
No caso do Peru, na verdade, nunca houve um presidente que poderia ser considerado progressista. O atual, Ollanta Humala, chegou a fazer sua campanha eleitoral sustentada por um programa mais à esquerda, mas desde que iniciou seu governo se dobrou totalmente aos postulados das forças neoliberais, tendo como cabeça de ponte, como sempre, a mídia hegemônica.
É bastante lembrar – para não haver dúvidas sobre sua posição política – que o seu atual presidente do Conselho de Ministros (considerado primeiro-ministro), Pedro Cateriano – o sétimo nomeado na sua atribulada gestão – é aliado político do consagrado escritor Mario Vargas Llosa, um dos mais badalados porta-vozes do neoliberalismo na América Latina.
Humala é um dos presidentes sul-americanos que têm contra seu governo, em campanha permanente, a quase totalidade dos monopólios dos meios privados de comunicação. Apanha todo dia na mídia, numa situação semelhante ao que ocorre, por exemplo, com Dilma Rousseff no Brasil e Michelle Bachelet no Chile. Está desgastadíssimo, tanto que não se vê nem um dos 17 postulantes se apresentando aos eleitores como seu candidato.
Segundo recente pesquisa, os dois com mais possibilidades de disputar o segundo turno são, ambos, de direita. Desde o início da campanha aparece em primeiro lugar, em torno dos 30% na preferência dos votos, Keiko Fujimori, que vem a ser filha do ex-presidente e ex-ditador Alberto Fujimori, na cadeia condenado por crimes de corrupção e contra os direitos humanos.

A candidata Verónika Mendoza, da Frente Ampla, que faz sua campanha com propostas de esquerda (ou centro-esquerda), aparece em sexto lugar com 4% das intenções de voto.

sábado, 5 de março de 2016

ROBERTO AMARAL: A GRANDE IMPRENSA PROMOVE IDEOLOGICAMENTE O ESTADO AUTORITÁRIO

(Foto: reproduzida do Brasil 247)
“É essa imprensa, poderosíssima, que escolhe as vítimas e seus protegidos, que elege os inimigos públicos escolhendo-os entre seus adversários de classe, elege os réus e os julgadores e aos julgadores dita as penas a serem aplicadas, independentemente do aparato normativo”.
“O projeto de hoje é a institucionalização da exceção jurídico-política dentro da ordem formalmente democrática. Estamos nas primícias de uma inflexão autoritária declarada contra os interesses populares e a soberania nacional”.
“Fragilizado o governo, fragilizadas as estruturas partidárias de esquerda, o ex-presidente Lula se afigura como o último obstáculo a esse projeto. Precisa, pois, ser removido do caminho. Por isso mesmo foi condenado pelo tribunal de exceção da grande imprensa”.
Por Roberto Amaral (cientista político e ex-ministro da Ciência e Tecnologia entre 2003 e 2004) – reproduzido do site Brasil 247, de 04/03/2016 (o título e destaques acima são da edição deste blog)
ROBERTO AMARAL: O IMPEACHMENT DE LULA
“Quando se me impõe a solução de um caso jurídico ou moral, não me detenho em sondar a direção das correntes que me cercam: volto-me para dentro de mim mesmo e dou livremente a minha opinião, agrade ou desagrade a minorias ou maiorias”.
Estas palavras são de Rui Barbosa, em carta dirigida a Evaristo de Morais, o grande advogado, incitando-o a assumir a defesa de José Mendes Tavares, réu previamente condenado pelo que então se chamava de ‘opinião pública’. Trata-se, como se vê, de lição extremamente atual, quando o STF de nossos dias assume a responsabilidade de violar a Constituição brasileira sob a alegativa de estar atendendo ao ‘clamor das ruas’.
Refiro-me à decisão de liberar a execução da pena de prisão após condenação confirmada em segundo grau, ao arrepio do ditado claro da Constituição (Art. 5º, LVII): “ninguém será considerado culpado até o trânsito em julgado de sentença penal condenatória”.
Legalizando a prisão antes de definitivamente estabelecida a culpabilidade do acusado, o STF torna-se agente de um direito criminal promotorial, penalista, punitivista, reacionário, atrasado.
Caminhando na contramão da moderna criminologia, torna-se caudatário do conservadorismo e se faz instrumento do processo em curso de regressão política que visa à construção de um Estado autoritário, promovido ideologicamente pela grande imprensa.
Só o direito do arbítrio, o direito da força que anula a força do direito, pode autorizar, como acaba de fazer o STF, a execução da pena cerceadora de liberdade enquanto ainda se duvida se o acusado é culpado ou inocente.
A prisão, nessas circunstâncias, deixa de ser o ato final de um processo condenatório para transformar-se no momento inaugural das investigações, que se abrem não para apurar fatos e responsabilidades, mas para provar a culpabilidade do acusado escolhido para ser condenado.
Nesse contexto, a ‘delação premiada’ é instrumento de barganha que a autoridade investigadora manipula a fim de obter do acusado preso não necessariamente a apuração de possível crime, mas a revelação selecionada de acusações contra quem a investigação quer condenar. Alegar, como justificativa dessa agressão jurídica, a audiência das ruas, é, no mínimo, um escárnio.
Nas ruas de Berlim sob o nazismo multidões ensandecidas julgavam e puniam seus adversários. Turbas envenenadas pela propaganda estimulavam a perseguição aos dissidentes, condenados aos campos de concentração, independentemente de culpa, mas simplesmente por serem judeus, comunistas ou homossexuais.
No vestibular da Guerra Fria o macarthismo, sem precisar refazer a Constituição ou as leis, instalou nos EUA a perseguição política e o terror, em nome de um nacionalismo xenófobo e de um anticomunismo de indústria.
Aqui, a implantação da última ditadura, em 1964, foi precedida de maciça mobilização da opinião pública, levada a cabo pela imprensa, animadora das marchas ‘com Deus pela liberdade’.
Esse especioso ‘clamor das ruas’ é o outro lado do discurso único de uma imprensa monopolizada, unificada pelo ódio, pela vindita e pelo projeto comum de poder, aquele poder reiteradamente negado às forças conservadoras pelo processo eleitoral.
É essa imprensa, poderosíssima, que escolhe as vítimas e seus protegidos, que elege os inimigos públicos escolhendo-os entre seus adversários de classe, elege os réus e os julgadores e aos julgadores dita as penas a serem aplicadas, independentemente do aparato normativo, porque na sua aplicação é sempre possível torcer e distorcer a lei, ou criar doutrina nova, como a teoria do domínio do fato, ou refazer-se a jurisprudência, segundo o viés de maiorias ocasionais.
Essa coalizão de direita dirige a política, dita a pauta do governo em minoria legislativa e popular para o que tem sido decisiva a oposição midiática. Essa coalizão dita o discurso oposicionista que impõe ao governo o receituário do neoliberalismo.
Essa coalizão comanda a privatização e a desnacionalização, põe de joelhos um Congresso que tem em Renan Calheiros e Eduardo Cunha, seus líderes, o melhor indicador de sua decadência e de seu descompromisso com a sociedade, a ética e o País.
De costas para os interesses das grandes massas, cuja emergência política tira-lhe o sono, a classe dominante, despida da legitimidade da soberania popular, impõe seus interesses sobre os interesses da nação e do País.
A cantilena reacionária dos meios de comunicação é um de seus instrumentos de dominação, o mais eficaz quando se trata da luta ideológica. Foi assim no enfrentamento ao governo Vargas, foi assim na campanha contra Jango e o pleito das reformas de base, foi assim contra Lula e é assim contra Dilma. Foi assim e pelos mesmos motivos a destruição de Leonel Brizola, empreendida pelo sistema Globo.
O projeto de hoje é a institucionalização da exceção jurídico-política dentro da ordem formalmente democrática. Estamos nas primícias de uma inflexão autoritária declarada contra os interesses populares e a soberania nacional.
Daí a necessidade de destruir as organizações populares de esquerda e seus ícones, se possível desmoralizando-os moralmente diante da sociedade que sempre os respaldou.
Daí o concerto de ações. Para levar a classe-média a defender os interesses das elites, a estratégia política é a de sempre: jogar as lideranças de esquerda na vala comum da corrupção onde o capitalismo se banqueteou e se banqueteia.
Eis por que, a serviço desse poder sem peias, sem limites éticos ou legais, as estruturas estatais – os órgãos de investigação, a polícia, os ministérios públicos, as instâncias judiciais, os juízes de primeira instância e os tribunais superiores, a receita federal etc. – têm, hoje, uma só missão: provar que Luiz Inácio Lula da Silva é um político corrupto.
A desconstrução do líder popular integra o projeto que compreende a deposição da presidente, a destruição do PT e, a partir dela, a destruição e desmoralização das esquerdas brasileiras.
Assim estará aberto o caminho para a tomada do poder pela direita, pelo conservadorismo, pelo atraso, pelo fundamentalismo político, revogando ou reduzindo as conquistas sociais e derruindo a soberania nacional com a retomada do entreguismo e da onda das privatizações a serviço da desnacionalização: já agora, ante a passividade de um governo fragilizado, os mais lucrativos ativos da Petrobras (entre eles poços em atividade) são vendidos na bacia das almas e o Senado intenta doar o pré-sal – promessa de nosso desenvolvimento autônomo – às grandes petroleiras multinacionais.
A mudança política desta feita é operada sem golpe de Estado clássico, sem apelo às armas, sem nova ordem constitucional, sem novos atos institucionais. Ao contrário, efetiva-se sob o império da mesma Constituição (mas reinterpretando-a), com o mesmo direito (mas reinventando-o) mediante ‘interpretações criadoras’ como o ‘domínio do fato’.
O Brasil é, presentemente, um experimento de tomada do poder por dentro do poder, uma tomada do governo por dentro do governo, sem apelo à violência, sem ruptura constitucional, respeitada a legalidade (reinterpretada) e dentro de seus limites formais.
Esta operação depende diretamente da fragilização da presidente Dilma, e conta com seu recuo politico. As seguidas tentativas de impeachment e a resistência do Congresso à sua política servem a esse propósito. Mas não é tudo. A direita pensa longe. Ela vislumbra 2018 e alimenta esperanças de sucesso eleitoral. Trata-se, agora, já, de inviabilizar o eventual retorno do ‘sapo barbudo’.
Fragilizado o governo, fragilizadas as estruturas partidárias de esquerda, o ex-presidente Lula se afigura como o último obstáculo a esse projeto.
Precisa, pois, ser removido do caminho. Por isso mesmo foi condenado pelo tribunal de exceção da grande imprensa.
Por isso, sua vida está sendo violentamente invadida, exposta, num processo de humilhação a que nenhum outro homem público foi submetido até hoje. Se afinal nada for comprovado, nenhum problema, pois a pena previamente ditada já terá sido aplicada, mediante a execração pública a que está sendo submetido o ex-presidente.
Esta operação, em curso, conta com o recuo, via intimidação, do ex-presidente. Está, pois, em suas mãos o que fazer, e só lhe resta a mobilização das massas. O Lula acuado é presa dócil. Nas ruas é promessa de luta, resistência e avanço. Foi assim que em 2005 transformou uma cassação iminente na consagração eleitoral de 2006.

A escolha agora é dele: sucumbir sem glória, ou encarnar a resistência à destruição da proposta de fazer do Brasil uma nação soberana, desenvolvida e socialmente inclusiva.

sexta-feira, 4 de março de 2016

LAVA JATO CONTRA LULA: A MÍDIA HEGEMÔNICA É O TRIBUNAL DE EXCEÇÃO

(Foto: Paulo Pinto/Fotos Públicas)
O papel da grande mídia como tribunal de exceção: expõe e oculta quando interessa (notadamente a mídia concessionária do poder público); manipula grotescamente, mente, distorce, contorce; divulga e vulgariza; condena. Tudo isso sem que as instituições de defesa do cidadão nada façam! Sem que a Constituição seja cumprida! Acabaram as instituições! Elas não mais existem! Estamos sob o Estado de Exceção Institucional/Midiático!
Por Francisco Fonseca (prof. de ciência política da FGV/Eaesp e da PUC/SP) – reproduzido do portal Carta Maior, de 04/03/2016 (o título e destaque acima são da edição deste blog)
A DITADURA INSTITUCIONAL/MIDIÁTICA BRASILEIRA
A falta de um projeto de Nação que combatesse os nefastos polos de poder fez do PT refém das elites, embora este tivesse imaginado jogar o jogo delas.
O Brasil está se tornando uma ditadura!

Embora mais sofisticada que a de 1964 e sem os militares como atores políticos, estamos vivenciando verdadeiro retrocesso na dimensão processual e dos direitos legais. As evidências são demasiadamente contundentes para se compreender que os elementos basilares do Estado de Direito Democrático – que sequer estavam consolidados – estão sendo abruptamente corroídos.

O suposto “vazamento” – leia-se versão destituída de critérios de qualquer natureza – à Revista “Isto É” (que deveria se chamar “Isto Não É”) quanto ao suposto e hipotético conteúdo da delação de Delcídio Amaral, com repercussões tomadas como “verdade” e com impactos políticos institucionais, é a pá de cal na democracia brasileira.

Não bastasse a negativa do senador; a inexistência de provas da revista; a ocultação de “quem” supostamente vazou informações à revista; o julgamento prévio e preconceituoso sem direito ao contraditório; o ocaso do “direito a ter direito de defesa”; a repercussão como “fato dado” e como “verdade inquestionável” de versões que interessam à revista e aos grupos por ela expressos; a intocabilidade das ações do juiz Sérgio Moro, mesmo que eivadas de extrema inconstitucionalidade, a começar pelas pressões de todo tipo para as delações premiadas; o completo descalabro institucional e constitucional; a lógica dos “tribunais de exceção”, que seletivamente definem os “bons” e os “maus”, com as respectivas consequências; a relação perniciosa e promíscua de setores do Poder Judiciário e da Polícia Federal com a grande mídia; todo o leque de seletividades, deixando de lado os que, por decisão monocrática, não devem ser investigados, mesmo que tenham evidências cabais contra si (leia-se, entre inúmeros outros, Aécio Neves). A lista é interminável.

Como o objetivo político profundo da Lava Jato era, desde o início, destituir Dilma, arrasar o PT e desmoralizar Lula (inclusive, em termos espetaculares, prendê-lo), com o objetivo de estabelecer hegemonia conservadora, antissocial, antipopular, neoliberal, rentista e elitista no país, tal objetivo vem aumentando suas potencialidades nas últimas semanas. Tudo isso com a ajuda do Governo Dilma, marcado pela agenda econômica fiscalista, pela incapacidade de articulação política (no sistema político e na sociedade) e de coordenação e resposta (caso da incrível demora em retirar José Eduardo Cardozo do cargo que se mostrou inapto desde o início).

Esse conjunto de fragilidades potencializou a grande mídia, até então relativamente desacreditada; deu combustível aos movimentos conservadores de classe média – que saíram do armário a partir de junho de 2013 –, devidamente instrumentalizados por think tanks conservadores estadunidenses; e criou artificialmente ambiente político/ideológico de “caça a determinadas bruxas”.

Sem perder de vista que o PT “jogou o jogo” do sistema político tradicional, com todos os seus vícios, sem, contudo, a habilidade do PSDB, o que está em questão é a existência ou não de parâmetros e critérios para todos, resguardados os direitos legais de defesa, isto é, o Estado de Direito Democrático.

Nada disso está ocorrendo. Uns são julgados, outros não. Uns são processados, outros não. A repercussão de uns é inteiramente diferente de outros: vide os casos do “mensalão mineiro”, da ex-amante de FHC, de tudo o que envolve Aécio Neves, dos (des)governos de Alckmin e Richa etc etc etc.

Mais ainda, o papel da grande mídia como tribunal de exceção: expõe e oculta quando interessa (notadamente a mídia concessionária do poder público); manipula grotescamente, mente, distorce, contorce; divulga e vulgariza; condena. Tudo isso sem que as instituições de defesa do cidadão nada façam! Sem que a Constituição seja cumprida! Acabaram as instituições! Elas não mais existem! Estamos sob o Estado de Exceção Institucional/Midiático!

Estamos às vésperas, se nada se alterar nesse jogo macabro de cartas marcadas (cujos personagens mais conhecidos são Gilmar, Janot, Moro, Cunha, Aécio, Serra, setores da PF, do MPF, do TCU, do TSE e outros), da institucionalização da ditadura institucional/midiática. Outros componentes se juntam a elas: criminalização de movimentos sociais; retroação de direitos civis, políticos e sociais; diminuição institucional do direito de defesa; Estado policial, com prisões a partir da segunda instância; fim de inúmeras garantias legais; retrocessos nas agendas econômica (pré-sal, por exemplo) e social.

A falta de um projeto de Nação e de hegemonia que combatesse os nefastos polos de poder fez do PT refém das elites, embora este tivesse imaginado jogar o jogo delas.

Contudo, mais do que o PT, Dilma e Lula, o que está em jogo verdadeiramente é, de um lado, a democracia e, no interior dela, a sociedade de direitos; de outro, as pautas à esquerda e a lógica de uma sociedade que não se curva ao capitalismo, notadamente o rentista, e às elites!

Não é pouco, como temos apontado em vários artigos neste Portal!