“As pessoas ficaram fartas da violência. Já fomos derrotados”, reconhece Cárdenas (Foto: Página/12) |
Entrevista
com Peter Cárdenas, ex-número 2 no comando da guerrilha MRTA: ele está livre depois
de 25 anos. Um dos fundadores do Movimento Revolucionário Túpac Amaru repassa a
história e conta que a guerrilha tentou um diálogo de paz em 1990.
Por Carlos Noriega, de Lima (Peru) –
reproduzido do jornal argentino Página/12,
edição impressa de 10/11/2015 (em espanhol)
“No hay cosa que extrañaba más que el mar”, dice el
ex guerrillero Peter Cárdenas Schulte cuando llega a la cita para dialogar con
Página/12 en un pequeño café en el malecón de Miraflores, sobre el acantilado
que da al mar. En este tradicional barrio limeño de clase media alta, Cárdenas
pasó su niñez y adolescencia. Ahora tiene 60 años y hace unos días ha salido en
libertad después de cumplir una condena de 25 años. Los últimos 23 los pasó en
la prisión militar de la Base Naval del Callao, 8 de ellos en aislamiento en
una celda de dos por dos metros.
Cárdenas fue uno de los fundadores del Movimiento
Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), guerrilla guevarista creada en 1982 y
derrotada en 1997. Considerado el número dos del MRTA, fue el jefe militar de
la guerrilla en Lima. Detenido en abril de 1992, fue condenado a cadena
perpetua. En 2006, en un nuevo juicio, le cambiaron la sentencia a 25 años.
Antes había estado encarcelado año y medio y liberado por falta de pruebas,
tiempo en prisión que le fue contabilizado en su condena.
“Es una alegría indescriptible haber conseguido la
libertad después de tantos años, después de haber pensado que me iba a podrir
en la cárcel”, inicia el diálogo.
La historia de Peter Cárdenas en la guerrilla
comenzó en Argentina. En 1974, cuando tenía 19 años, viajó a estudiar Ciencias
de la Información en la Universidad Nacional de Córdoba. “La universidad estaba
muy politizada, había un ambiente guevarista muy fuerte. El primer año asumí
una posición socialista y en el segundo año me enganché con el ERP. Participé
en varias acciones armadas”, recuerda. Dos meses después del golpe militar
abandonó Argentina.
De regreso en el Perú, Cárdenas se vinculó a grupos
de izquierda y en 1982 participó en la creación del MRTA. “Al comienzo éramos
sólo 50 miembros. En nuestro mejor momento, a inicios de los 90, llegamos a
tener unos dos mil militantes”, dice.
“La gran polémica de la izquierda peruana en la
década del 80 era entre los que estaban por las elecciones y los que estaban
por la lucha armada. Yo estaba convencido de que la revolución era posible y
que pasaba por la lucha armada”, responde el ex guerrillero cuando se le
pregunta por qué optaron por la vía armada cuando el país acababa de regresar a
la democracia en 1980 y la izquierda se había convertido en una opción
electoral con posibilidades de llegar al gobierno.
–¿Una guerrilla como la del MRTA
es viable ahora?
–Ni hablar (contesta con seguridad). En este
momento eso es inconcebible. No creo que en su momento haya sido un error, pero
ahora han cambiado muchas cosas. Como país ya hemos pasado por eso y la gente
ha quedado harta de la violencia. Ya fuimos derrotados.
–¿Por qué fracasó el MRTA?
–El MRTA tuvo cosas muy positivas, pero también
cometimos muchos errores. Uno fue haber descuidado la seguridad de los
dirigentes. La derrota comenzó cuando en 1992 comenzamos a caer presos los
líderes. Otro error fue que hubo una desviación militarista, apostamos mucho
por la guerra y nos olvidamos un poco de la población, del sentimiento de la
gente, que ya se estaba cansando de tanta muerte, algo que no vimos en ese
momento.
Peter Cárdenas pone énfasis en marcar las
diferencias entre el MRTA y Sendero Luminoso, el grupo maoísta liderado por
Abimael Guzmán que en 1980 se lanzó a la lucha armada. “Nunca comulgamos con el
maoísmo trasplantado de China al Perú de Sendero, ni con su culto a la
personalidad, primero a Mao y después a Guzmán. Nosotros nunca atentamos contra
la población civil, como sí lo hacía Sendero. Nosotros nunca hicimos
reclutamientos forzosos, como sí hacían ellos. Los de Sendero consideraban a
todos los que no estaban con ellos, sean de derecha o izquierda, como enemigos,
nosotros teníamos un criterio bastante más abierto.” Las diferencias entre el
MRTA y Sendero llegaron a las armas. “Con Sendero tuvimos enfrentamientos, con
muertos”, revela Cárdenas.
–Dice que no atacaron a la
población civil, pero secuestraron a varios empresarios. Usted era el encargado
de dirigir esos secuestros...
–Todo movimiento guerrillero se financia
ilegalmente, nosotros lo hicimos con los secuestros. Los secuestrados estaban
encerrados, obviamente, pero nunca los maltratamos.
Cárdenas cuenta que el MRTA intentó un diálogo de
paz en 1990, en los inicios del gobierno de Fujimori, pero la iniciativa no
prosperó. “Ese año evaluamos dejar las armas y negociar nuestro ingreso a la
política legal. En Colombia, el M-19, que era nuestro partido hermano, ya se
había legalizado. Le planteamos a Fujimori negociar la paz, pero nos tiró la
puerta en la cara. Después de ese rechazo acordamos reforzar la guerrilla para
obligar a Fujimori a negociar.”
Pero las negociaciones de paz nunca llegaron y en
abril de 1992 Cárdenas cayó preso. Unos meses después de su captura fue llevado
a la nueva prisión militar construida en la Base Naval del Callao. Tenía siete
celdas individuales, de unos dos por dos metros. Ahí compartiría prisión con el
jefe del MRTA Víctor Polay, el líder de Sendero Abimael Guzmán, y los
principales dirigentes de ambas agrupaciones armadas.
“Era como estar encerrado en una caja fuerte”, dice
Cárdenas, recordando los duros años de encierro en la celda de la prisión
militar. “No podíamos ver al exterior de la celda. Había una puerta de fierro
negra que tenía una pequeña ventana a la altura de los ojos y otro al ras del
piso para pasar el rancho, las dos estaban todo el tiempo cerradas desde fuera
con una plancha de metal. Cuando llegué me pusieron en aislamiento total.
Solamente salíamos 15 minutos al día a un patio, después comenzamos a salir
media hora, luego una hora. Cada uno salía solo, sin tener contacto con otros
presos. No podíamos leer periódicos, ni nada. No había torturas físicas, pero
sí un régimen de aislamiento. Recién a partir del segundo año pude recibir
visitas, una vez al mes por 30 minutos, solamente de familiares directos.”
–¿Cómo pasaba el día?
–Pasaba todo el día caminando de una pared a otra
de la celda, daba tres o cuatro pasos, llegaba a la otra pared y regresaba, así
una y otra vez, todo el día. Caminaba para poder dormir.
Esas duras condiciones carcelarias duraron ocho
años. Con la caída de la dictadura de Fujimori y el regreso de la democracia a
fines del año 2000, los presos de la Base Naval comenzaron a poder estar juntos
en el patio, a recibir visitas una vez a la semana y ya podían leer, escribir o
ver televisión en una sala común. Cárdenas comenzó a escribir y a pintar.
El ex líder del MRTA cuenta que un momento
especialmente difícil en esos largos años de prisión fue cuando se enteró que
una operación guerrillera que buscaba liberarlos fracasó trágicamente. En
diciembre de 1996, la residencia del embajador de Japón donde se celebraba una
recepción fue asaltada por un comando del MRTA, que tomó 72 rehenes para
canjearlos por la liberación de sus compañeros presos. El secuestro se prolongó
cuatro meses. Terminó cuando una operación militar atacó la residencia del
embajador japonés y mató a los catorce guerrilleros.
“Nosotros no sabíamos lo que estaba pasando. Esos
cuatro meses nos cortaron las visitas mensuales. Un día vinieron a mi celda, me
sacaron, me llevaron a una sala y me sentaron frente a un televisor”, relata
Cárdenas. Ahí le pusieron los noticieros de la noche anterior en los que se
informaba del final del secuestro de la residencia japonesa. “Cuando vi lo que
había ocurrido, a los compañeros y compañeras muertos, sentí que no podía
respirar, fue un momento muy difícil. Sentí que se acababa la esperanza de que
el partido nos saque de prisión. En los días siguientes comencé a pensar que
ese había sido el final del MRTA, sabía que Néstor Cerpa (quien dirigió el
comando del MRTA que tomó la residencia japonesa) era el último dirigente que
quedaba libre.” Efectivamente, ese fue el final del MRTA.
Vladimiro Montesinos, quien durante los diez años
del gobierno de Fujimori manejó los servicios de inteligencia y las fuerzas
armadas, fue quien concibió la prisión militar de la Base Naval con sus
pequeñas celdas y el régimen de aislamiento. Por esas vueltas de la historia,
Montesinos, detenido en 2001 luego de la caída del fujimorismo, terminó en la
prisión que él mismo ordenó construir.
Cuando llegó al penal, Montesinos pidió hablar en
su celda con los otros detenidos. Solamente aceptaron Oscar Ramírez
“Feliciano”, de Sendero, y Peter Cárdenas. “Yo acepté hablar con él porque
cuando estuve en una prisión común aprendí a hablar con todos, y por curiosidad
para saber qué quería decirme. Me pidió disculpas por haberme tenido ocho años
en aislamiento, porque él era quien en esos años mandaba en la Base Naval. Yo
acepté sus disculpas”, dice Cárdenas.
Sobre Abimael Guzmán, otro de sus compañeros de
prisión, señala que “está viejo (en tres semanas cumple 81 años) y su salud
está deteriorada, pero está muy lúcido”. “El – continúa Cárdenas – tiene cadena
perpetua y es consciente que es muy difícil que lo suelten, que lo más probable
es que muera en la cárcel. Ya no está con la lucha armada. Abimael me contó que
a cambio de la rendición pública que hizo en 1993 estando ya preso, el gobierno
de Fujimori, a través de Montesinos, le ofreció liberarlo el año 2003, en un
tercer gobierno de Fujimori, pero eso no ocurrió, no hubo ese tercer gobierno.”
“En un momento pensé en esa posibilidad – confiesa
Cárdenas, al hablar de una posible candidatura suya al Congreso en las
elecciones de 2016 – pero diría que esa posibilidad está casi descartada porque
ningún partido me quiere y yo no tengo un partido para postular. He buscado un
acercamiento con la izquierda, sigo siendo y siempre seré de izquierda, pero
las personas con las que he hablado me han dicho que mi candidatura no es
conveniente. Quizá para el año 2021 se puedan dar las condiciones.”
Al despedirse, Cárdenas señala que viajará a Suecia
para reunirse con su esposa y dos de sus tres hijos, quienes viven en ese país.
“Tengo algunas cosas escritas sobre todo lo que ha pasado en estos años y
quiero publicarlas. A eso me voy a dedicar en lo inmediato”, anuncia.
Comentários
Publiquei um vídeo no youtube. Se puder assista!
https://www.youtube.com/watch?v=yhX0nqM7Vr4
Grande abraço!