Carlos Slim, Warren Buffett e Bill Gates são os três homens mais ricos do mundo (Foto: Página/12) |
Sessenta e
dois multimilionários têm uma riqueza equivalente à possuída pela metade do
mundo, segundo o informe de Oxfam. O conselheiro Maslennikov afirma que a
desigualdade demonstra o fracasso do modelo e exorta os países a redefinir o
sistema fiscal.
Por Elena Llorente, de Roma (Itália) – no jornal
argentino Página/12, edição impressa
de hoje, dia 21 (em espanhol)
El informe de la organización internacional Oxfam
sobre la desigualdad en el mundo, “An economy for the 1%” (una economía para el
1%), difundido esta semana, muestra que las 62 personas más ricas del mundo –53
de ellas hombres, con los estadounidenses Bill Gates y Warren Buffet y el
mexicano Carlos Slim a la cabeza– detentan en conjunto la misma riqueza que
3600 millones de pobres del mundo. Esto equivale a decir que poseen la riqueza
de casi la mitad de la población mundial que hoy suma poco más de 7300
millones. Las cifras son espeluznantes si se agrega además que esta brecha está
creciendo más rápido de lo que la misma Oxfam había predicho hace un año y que
las mujeres están desproporcionadamente afectadas por esta desigualdad. Oxfam
–cuyo nombre deriva de Oxford, Inglaterra, donde fue fundada en 1942, y de
famine que en inglés significa hambre o hambruna– es una confederación de 17
organizaciones no gubernamentales que trabaja en 94 países para encontrar
soluciones a la pobreza. Mikhail Maslennikov es un matemático y econometrista
que trabaja en Oxfam Italia como policy advisor (consejero político) sobre
temas de desigualdad económica y justicia fiscal.
–Según el informe de Oxfam 62 multimillonarios
tienen la misma riqueza que casi la mitad del mundo. ¿Cómo se ha llegado a esta
conclusión?
–Hemos analizado la distribución del rédito a
escala global. La desigualdad es un síntoma de gran malestar social y por otra
parte ahora se está transformando en un argumento llevado adelante por
organizaciones económicas internacionales como el FMI, Ocde (Organización para
la Cooperación y el desarrollo Económico), Banco Mundial. Porque si las
desigualdades económicas no fueran tan extremas como ahora, se habría
favorecido el crecimiento económico interno en distintas regiones del mundo. En
Italia, por ejemplo, se estima que la pérdida del PIB (Producto Bruto Interno)
del 8 por ciento en estos años se debió también a las desigualdades económicas.
Por eso hay un gran interés en las organizaciones internacionales por la
reducción de las desigualdades económicas, para favorecer así un crecimiento
duradero y sostenible.
–Y los gobiernos, ¿qué rol han cumplido en todo
esto?
–Los gobiernos en general han subestimado el
fenómeno y en cierto sentido lo han favorecido con ciertas decisiones a nivel
de política pública. Oxfam se ha concentrado en los efectos producidos por las
políticas fiscales, especialmente en los sistemas fiscales nacionales que no
son lo suficientemente progresivos (más se gana, más se paga). En muchos países
–un caso llamativo es Estados Unidos– en los últimos 30 años las alícuotas
fiscales para los réditos más altos han sido llevadas al mínimo. Esto ha
permitido la concentración del rédito en los sectores más altos de la población
que pagaron menos tasas al estado. Un ejemplo de poca progresividad en materia
fiscal es Italia, donde la alícuota que paga al estado una persona que gana
80.000 euros al año y otra que gana 8 millones, es la misma.
–Usted mencionó también los salarios...
–Para analizar la desigualdad hemos visto también
el rédito del trabajo en los últimos 25 o 30 años, hemos analizado el rédito global
debido al rédito del trabajo. Y concluimos que sobre la amplia desigualdad
económica inciden también las variaciones retributivas. Entre los que ocupan
cargos de directivos y los empleados medios la brecha se ha ampliado con el
pasar de los años. En el informe hemos analizado casos significativos de
grandes compañías estadounidenses. Hay datos de varios países, como Estados
Unidos, India o Reino Unido, pero no todas las compañías tienen obligación de
publicar los salarios de los grandes managers. En otros países no están
obligados a hacerlos públicos. En los países que se pudo ver, la diferencia se
está acentuando.
–¿Otros factores que han influido en agrandar la
brecha entre ricos y pobres?
–Han influido también las políticas económicas de
los últimos 30 años. Ha habido una reducción de las inversiones en los
servicios públicos esenciales en general. La de- sigualdad económica para
nosotros es también una demostración de que este modelo económico ha fracasado.
Cuanto más poder económico se tiene, más riqueza se posee y más se pueden
condicionar las decisiones en materia de política económica de parte de los
gobiernos.
–¿Cuál ha sido el rol del dinero enviado a los
llamados paraísos fiscales?
–Cuando la concentración de la riqueza llega a la
cúspide de la pirámide, se trata de conservarla. Una de las formas para hacerlo
es defender los privilegios fiscales o bien esconder esa riqueza en algún
paraíso fiscal. Algunos economistas y Oxfam han estimado que unos 7600 billones
de dólares están escondidos en los paraísos fiscales. Si sobre esta riqueza se
pagaran los impuestos, los introitos fiscales para los gobiernos serían de unos
190 mil millones por año. Además los paraísos fiscales son el punto de llegada
de las ganancias transferidas por las grandes multinacionales pero también por
individuos, fuera de las jurisdicciones fiscales de los países donde realmente
hacen su actividad. El ejemplo es el reporte 2012 de grandes compañías
estadounidenses que han declarado réditos en las islas Bermudas –un paraíso fiscal–
por 80.000 millones de euros, que es el 3,3 por ciento de sus réditos globales.
Pero esa cifra no refleja la real presencia económica de esas compañías en las
Bermudas donde tienen apenas el 0,3 por ciento de sus ventas globales y el 0,01
por ciento del costo laboral global.
–En estos días se hace el tradicional Foro de
Davos, en Suiza, que concentra a políticos, economistas y empresarios de todo
el mundo. ¿Qué planteará Oxfam allí?
–Queremos hacer un llamado a las elites y a los
gobiernos, lanzando una petición por una mayor justicia fiscal, y queremos
también recordar a las elites el nivel de desigualdad en el que vivimos y la
responsabilidad que ellos tienen. Oxfam ha demostrado que de las 200 compañías
analizadas –entre las que están incluidas las 120 más grandes del mundo y unos
100 socios estratégicos del Forum–, 9 de cada 10 están presentes en los
paraísos fiscales. No se pretende demonizar con esto las compañías, pero
queremos decir que el dinero enviado a los paraísos fiscales exacerba la desigualdad.
O sea, habrá un llamado de atención sobre los niveles insostenibles de la
desigualdad y por otra parte se apuntará el dedo de forma provocadora contra la
evasión fiscal de las corporaciones que estén presentes en Davos.
–¿Según usted qué debería hacer cada país para
tratar de disminuir las diferencias entre ricos y pobres?
–Como prioridad creo que sería necesaria una
redefinición del sistema fiscal para que sea más progresivo y un análisis del
impacto de ese nuevo sistema sobre los niveles de desigualdad. También mayores
inversiones en servicios públicos esenciales como educación y salud, y
políticas de apoyo al trabajo. Y a nivel internacional, los gobiernos deberían
contribuir a una reforma de la fiscalidad internacional, poniendo fin a los
paraísos fiscales.
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