O Plano Colômbia de luta anti-narcotráfico e anti-insurgência foi o pilar da relação com os Estados Unidos (Foto: AFP/Página/12) |
Quinze
anos da assinatura do pacote de intervenção norte-americana mais poderoso na
região andina: camponeses com câncer e crianças com malformações por causa da aplicação
do glifosato e familiares de jovens que o Exército fez passar por baixas
guerrilheiras são parte dos efeitos da guerra contra as drogas.
Por Katalina
Vásquez Guzmán, de Medellín (Colômbia) – no jornal argentino Página/12, edição impressa de hoje, dia
8 (em espanhol, com traduções pontuais)
Las banderas de Estados Unidos ardían entre el
fuego. “Yankees go home”, se escuchaba – como en los años sessenta – en las
plazas de universidades públicas, mientras en los campos se volaron (enquanto
nos campos se explodiam) oleoductos y en las calles los protestantes
incendiaban buses (e nas ruas os manifestantes incendiavam ônibus). Empezaba el
año 2001 y, tras (após) la aprobación del Plan Colombia en el Congreso de
Estados Unidos siete meses atrás, se puso en marcha el resonado (badalado) “paquete
de ayuda” (US Aid Package) o (ou) Plan Colombia.
Mientras humo y llamas (Enquanto fumaça e chamas) se
desprendían de entre las estrellas blancas que simbolizan para tantos el sueño
americano, en Washington y el Palacio de Nariño (palácio do governo colombiano)
sonaban las copas (brindes) y los aplausos por la intervención, ahora directa y
amplia, de Estados Unidos en la solución de los problemas de esta nación. En
especial, el Plan se orientó, de acuerdo con el Departamento de Estado de
Estados Unidos, en enfrentar los desafíos de Colombia en cuanto al
narcotráfico, el fortalecimiento de “los pilares democráticos de la sociedad
colombiana” y la reactivación de la economía. Para entonces (Nesta época), el
paramilitarismo se extendía a lo largo del país, entre paisajes de todo tipo
donde las guerrillas sumaban ya más de treinta (30) años de presencia y
poderío. El cultivo de la hoja de coca (folha de coca), la producción de
cocaína y el tráfico de la misma se incrementaba en la región, mientras (enquanto)
la demanda entre los norteamericanos iba en aumento.
La guerra contra las drogas fue entonces la razón
que Estados Unidos acuñó al (usou para o) Plan que, desde entonces, le otorgó a
Colombia 10 mil millones (10 bilhões) de dólares. Se anunciaba que los recursos
serían destinados a fumigar los cultivos de coca, al fortalecimiento de la
Fuerza Pública, a atenuar el desplazamiento (deslocamento de pessoas, fugitivos)
forzado y la violación de los Derechos Humanos, y a implementar proyectos que
consolidaran la economía campesina.
De acuerdo con las voces críticas de la época, el
propósito de la potencia mundial era financiar y arreciar en lucha
anticomunista, persiguiendo a sangre y fuego a las guerrillas, así como atacar
el pensamiento crítico y los movimientos sociales que, desde finales de los años
noventa, denunciaban la incursión del paramilitarismo en ciudades y zonas
rurales de la mano de militares y policías colombianos. Según el Colectivo José
Alvear Restrepo, bajo (sob) el nombre de Plan Colombia se empezó a trazar una
estrategia no solo para Colombia sino para la región andina Sur, lo que sería
el primer paso de lo que Bush llamó más adelante Iniciativa Regional Andina
(IRA) “y que no es más que una estrategia para crear en la región andina las
condiciones políticas y militares adecuadas para la implementación progresiva
de la Alianza de Libre Comercio para la Américas (ALCA)”.
Esta semana pasada, cuando se cumplieron quince (15)
años del Plan Colombia, en la Casa Blanca rechinaron (comemoração com brindes) una
vez más los cristales mientras (enquanto) los presidentes, sus comisiones y las
reinas (rainhas) de belleza brindaron por el aniversario. En las zonas más
empobrecidas de Colombia, los campesinos con cáncer a causa de la aspersión de
glifosato que solo hasta el año pasado se suspendieron, los niños (os meninos,
as crianças) con malformaciones y los familiares de jóvenes a quienes el
Ejército hizo (fez) pasar por guerrilleros para sumar “bajas” y obtener réditos
(bônus que os militares ganhavam de acordo com o número de supostos
guerrilheiros mortos), mostraban la cara no amable del paquete (não amável do
pacote) de intervención de la USA más poderoso en la región andina.
Si bien el Plan Colombia fue presentado como un
paquete (pacote) integral, el destino fundamental fue el incremento de la
capacidad bélica del Estado, tal como lo afirmaba el Colectivo de Abogados José
Alvear Restrepo.
En la práctica, los dineros del Plan fueron usados
en: movilidad aérea, erradicación de cultivos ilícitos, interdicción de drogas,
entrenamiento y capacitación, inteligencia, y centros de entrenamiento y
mantenimiento. Hoy por hoy siete (Hoje 7) bases militares a lo largo y ancho de
todo (por todo o território da) Colombia están ocupadas por militares de
Estados Unidos, donde es posible identificarlos con sus uniformes e insignias
como ocurre en el municipio de Tumaco, Nariño (Sur) a donde llegó directamente
para dar indicaciones a militares americanos y colombianos el embajador de
Estados Unidos, tras la voladura del (depois da explosão do) oleoducto de
petróleo por parte de las FARC que dejó a la población sin suministro (sem
abastecimento) de agua durante semanas, provocando además la peor tragedia
ambiental conocida en la región del mar Pacífico.
Tumaco, Buenaventura, los Llanos Orientales, la
Amazonia, Antioquia, Cauca y otras zonas de Colombia vivieron, y aún hoy (e
ainda vivem) con la incursión armada de la Fuerza Pública colombiana con
dineros, tecnología y personal de EE.UU., las consecuencias de años sin tregua
donde las balas acaban con la vida de la población civil que queda en medio del
(que fica no meio do) fuego cruzado en nombre de la guerra contra las drogas.
Esos mismos territorios muestran que, contrario a las aspiraciones del Plan,
los cultivos de coca y la producción de cocaína persisten en la región,
mientras (enquanto) los campesinos continúan sin amplias opciones distintas de
la ilegalidad para realizar sus proyectos de vida.
En Plan Colombia ha sido el pilar de la relación de
Colombia con Estados Unidos y, aunque los escépticos (e, ainda que os céticos) son
muchos desde antes de que comenzara su implementación, a 15 años de su inicio
las cifras hablan: Según la Oficina (Escritório) en Washington sobre América
latina, la estrategia de aspersión con glifosato de más de 1,6 millones de
hectáreas en Colombia no funcionó. En 2014, se dio un aumento de los cultivos
al pasar de 48 mil a 69 mil hectáreas, de acuerdo con la Oficina (Escritório) de
las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
“En lo que parece una perfecta contradicción con
los objetivos del proyecto, durante los primeros ocho (8) años del Plan
Colombia hubo (houve) un marcado incremento en el número de víctimas del
conflicto interno colombiano”, relata un artículo de la BBC publicado esta
semana que agrega que “aunque es cierto que el Plan Colombia destinó recursos
económicos que contribuyeron al trabajo de organizaciones de derechos humanos,
también existe el argumento de que hubo un aumento del riesgo (houve um aumento
do risco) para defensores de DD.HH. por la militarización que la iniciativa
trajo aparejada (trouxe aparelhada)”.
Sean cuales fueren los resultados, críticas y bondades
(benefícios) del Plan Colombia, lo cierto es que en sus quince años Estados
Unidos reafirmó la inversión en este país, y Colombia lo recibió con
beneplácito. Ahora, según la secretaria de estado Roberta Jacobson, la idea es
“redirigir” los esfuerzos de sus recursos a la implementación de la paz. Ahora
la Casa Blanca expresa que quiere aportar 450 millones de dólares para el
“posconflicto” en Colombia, como le han empezado a llamar (como começaram a
chamar) al momento que siga a la firma (assinatura) del acuerdo final del
Proceso de Paz entre las FARC y el gobierno colombiano y que, de cumplirse lo
que espera el equipo (a equipe) de Juan Manuel Santos, se daría en el próximo
mes de marzo.
Barack Obama dijo que está muy orgulloso de
anunciar un nuevo capítulo en la alianza de Colombia y Estados Unidos “y la
vamos a llamar Paz Colombia”, en la cual, expresó, van a respaldar la
protección de los derechos de las víctimas enfatizando en que Colombia es su
mayor aliado en el hemisferio occidental con el cual, si se ha dado la mano en
la guerra, también lo hará hacia la paz.
A morte dum guerrilheiro preso
Las FARC
afirmaron que a uno de sus miembros, que estaba preso y murió el viernes (sexta-feira)
pasado, se le negó tratamiento médico para la enfermedad que sufría desde 2013.
“La enfermedad fue tratada negligentemente por parte de las autoridades
penitenciarias y carcelarias” colombianas, sostuvo (afirmou, sustentou) la
guerrilla en un comunicado publicado en su sitio web.
En la
nota, firmada por quienes negocian en La Habana un acuerdo definitivo de paz
con el gobierno, las FARC aseguraron que no se brindó al preso “la atención (o
atendimento) especializada que su caso requería debido a la dilatación de los
procedimientos y tratamientos médicos”. Según la organización rebelde, Jhon
Jairo Moreno Hernández falleció “en pleno cautiverio” en un hospital colombiano
a raíz (por causa) de una “enfermedad hepática que venía padeciendo desde el
año 2013”.
De
acuerdo con el documento, Moreno formaba (fazia) parte de los “71 presos
políticos gravemente enfermos” por los que intentaron interceder organizaciones
humanitarias y personalidades como el Premio Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez
Esquivel.
El
gobierno de Colombia y las FARC negocian desde noviembre de 2012 en la capital
cubana un acuerdo de paz que, según expresaron, podría firmarse antes de que
concluya el mes próximo (a previsão para assinatura é 23 de março próximo).
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