Herrera Farfán faz parte da equipe do documentário que investigou a história do padre guerrilheiro (Foto: Bernardino Ávila/Página/12) |
Informações
de Nicolás Herrera Farfán, investigador do documentário ‘El rastro de Camilo’:
o psicólogo social colombiano destaca que a decisão do governo de Santos de
“recuperar” a figura do guerrilheiro Camilo Torres oculta sua intenção de
utilizá-lo como “um troféu de guerra”. Cinquenta anos depois se atende o
reclamo de seus familiares.
Do jornal argentino Página/12, edição impressa de hoje, dia primeiro
Ao psicólogo social colombiano Nicolás Herrera
Farfán não convence a história da busca e
exumação dos restos do sacerdote guerrilheiro Camilo Torres, conforme foi ordenado
pelo presidente Juan Manuel Santos. Herrera Farfán, que faz parte da equipe de
investigação do documentário ‘El rastro de Camilo’, obra que retrata a vida do
sacerdote que pertencia às elites colombianas, mas se uniu às fileiras
insurgentes, acredita que esse “gesto de paz” ditado a partir da Casa de Nariño
(palácio do governo) esconde mais do que aparenta. “Nos marcos das negociações
de paz e encerramento do conflito armado colombiano, acredito que o governo
necessitava capitalizar um símbolo político da resistência colombiana para
desarmar espiritualmente o Exército de Libertação Nacional (ELN)”. O
investigador assegurou que a jogada do governo de Santos de “recuperar” a
figura de Torres oculta sua intenção de utilizá-lo como um trunfo para
condicionar o ELN nas negociações de paz. “É um exercício onde o corpo de
Camilo termina sendo manipulado e convertido num troféu de guerra”.
Herrera Farfán expressou que a história oficial do
ocorrido após a morte do sacerdote que tomou as armas para combater contra as
desigualdades na Colômbia está envolta em contradições que minam sua seriedade e
credibilidade. Em meados de janeiro, Santos fez o anúncio oficial de que havia
dado ordem de iniciar o processo de busca dos restos de Torres. No entanto,
nada disse sobre os pedidos do ELN (em 4 de janeiro) e do arcebispo de Cali,
monsenhor Darío de Jesús Monsalve (em 11 de novembro de 2015), assim como do
processo judicial em curso, iniciado por familiares e amigos de Torres para que
seu corpo fosse devolvido. “Assim, o governo negou todo o substrato judicial e
do pedido do Arcebispo e restringiu o assunto a um diálogo e intercâmbio
exclusivo com o ELN, como se o reclamo houvesse começado em princípios deste mês
e não há 50 anos, com o pedido desesperado da mãe de Camilo”.
Interessado na mudança social, Camilo Torres fundou
em meados dos anos 1960 a Frente Unida do Povo, um movimento de oposição à
coalizão dos partidos Liberal e Conservador. Seu movimento buscava atender as
necessidades das zonas rural e urbana e eliminar a todo custo a democracia
restringida. Entretanto, se deu conta de que isso não era suficiente. Foi por
isso que renunciou ao seu trabalho como professor, dissolveu a Frente Unida e
se envolveu na guerrilha, na qual promoveu assistência espiritual e ideológica a
partir dum ponto de vista marxista-cristão. Sua boa vontade não foi suficiente
para sobreviver na luta armada, e em 15 de fevereiro de 1966 foi assassinado no
meio duma operação militar.
Continua em espanhol, com traduções pontuais:
El protocolo militar de la época en que Torres fue
asesinado indicaba que éste debía ser enterrado en el lugar en que había
muerto. En 1968, tres años después del acribillamiento (morte a tiros) del
sacerdote, el general Alvaro Valencia Tobar por propia voluntad hizo exhumar
esos restos y los trasladó a un panteón militar en Bucaramanga, con el
argumento de que no quería que la tumba del cura insurgente se convirtiera en un
lugar de peregrinación y culto de la izquierda colombiana. La placa
identificatoria con la que fue sepultado no decía “Camilo Torres Restrepo”,
sino “Mario B. Cáceres D.”, el nombre de un soldado que se había suicidado.
Recién en 2007, Valencia Tobar reconoció haber
enterrado a Torres en ese cementerio castrense y aseguró que entregó los restos
a Fernando, el hermano mayor (irmão mais velho) del sacerdote, pero de ese
intercambio no hay ningún acta que lo atestigue. El general supo jugar con el
tiempo: admitió lo hecho después de la muerte de Fernando, por lo que se volvió
imposible de saber si en efecto le cedió o (ou) no los restos. “Resulta extraño
que un militar como Valencia Tobar, un viejo general formado en los códigos del
honor y de la guerra, que podía ser el peor de los criminales pero ante todo
institucional y cristiano, no haya registrado ni certificado nada sobre la
entrega del cuerpo de Camilo.” A Herrera Farfán no le cierra el hecho de que la
tumba de un soldado de bajo rango (baixa patente) haya sido cuidada con tanto
recelo (receio). “El panteón en el cual fue realizada la exhumación estaba
construido con hormigón para que sea imposible levantarlo. Cuando los peritos
sacaron (tiraram) la urna, vieron que era de cedro negro. ¿Por qué los huesos (ossos)
de un cabo iban a estar guardados allí?”, se preguntó el investigador, quien
apuntó que por ese motivo los peritos del Instituto Nacional de Medicina Legal
y Ciencias Forenses tuvieron que trasladar la urna a Bogotá y, en presencia del
Padre Javier Giraldo – uno de los referentes (um dos representantes) en
derechos humanos en Colombia – la abrieron. Allí descubrieron que los huesos
estaban en perfecto estado de conservación.
El especialista colombiano señaló que los estudios
a los que están siendo sometidos los restos de Torres abren la posibilidad de
saber si el sacerdote fue torturado. “Los peritos forenses no tienen la orden
de hacer otro tipo de muestra o actividad, pero tampoco están inhabilitados.
Esto significa que es posible llegar a reconstruir con certeza qué es lo que
pasó (o que aconteceu)”, explicó.
Aunque hay optimismo respecto a que los resultados
indiquen que los restos del cadáver exhumado pertenecen al cura (padre) insurgente,
Herrera Farfán dijo que cabe la chance de que no lo sea. “Si no es ese cuerpo,
puede que estemos frente a otra tumba vacía, una más de los millones que hay en
el Cono Sur. Sería una manifestación de la crueldad militar, incapaces de
negarles a los familiares los restos para que tengan donde llorarlo, y los
compañeros para que no tengan dónde llorarle”.
Herrera Farfán explicó que el hecho de que desde el
Estado se ordene la búsqueda del cadáver del sacerdote iniciador de la Teología
de la Liberación no puede ser interpretado como un gesto de paz, ya que fue ese
mismo Estado quien lo escondió hace 50 años. “Un gobierno que escondió,
secuestró, mató y negó la ubicación (localização) del cuerpo ahora no puede
venir a decir que van a buscarlos como si no les correspondiera la
responsabilidad”, dijo. El especialista señaló que lo que pretende hacer la
burguesía bogotana – a la cual respondieron todos los presidentes del país – es
resignificar la figura de Torres para poder sepultarla definitivamente en la
historia nacional. “En la política hay un solo delito que no se perdona sino
con la muerte, y es la traición. Camilo Torres traicionó su clase social, y por
eso no bastó con matarlo físicamente, sino simbólicamente, para así borrarlo (apagá-lo)
de la historia.”
Informe: Gustavo
Gerrtner.
O ELN e o diálogo
El
Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda mayor organización
guerrillera de Colombia, afirmó que sólo falta una última reunión con el
gobierno para iniciar oficialmente un diálogo de paz similar al entablado por
las autoridades con las FARC, el mayor grupo armado del país. “Nuestra
delegación para el diálogo está preparada desde noviembre pasado para acudir al
ciclo donde debe darse por concluida la fase confidencial de estas
conversaciones y dar inicio a su fase pública”, sostuvo el ELN en un comunicado.
El grupo advirtió que ese encuentro carece de fecha (data) programada “porque
la delegación del gobierno no quiso definir” ese asunto.
Tradução (parcial): Jadson Oliveira
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