Evo Morales, ao reconhecer a derrota eleitoral: “Perdemos uma batalha, mas não a guerra” – “Não é porque ganhou o Não que se acabou com a vida do Evo” (Foto: AFP/Página/12) |
A partir do resultado do
referendo, Evo Morales não poderá se candidatar em 2019. O Movimento Ao
Socialismo (MAS – partido de sustentação do governo) deverá escolher outro
representante para disputar a presidência para o período 2020-2025.
Por Juan
Manuel Karg (*) – no jornal argentino Página/12,
edição impressa de hoje, dia 25 (em espanhol)
El conteo
final de votos de parte del Tribunal Supremo Electoral boliviano determinó un
estrechísimo triunfo del NO, que se impuso 51 por ciento a 49 por ciento sobre
el SI, con apenas 130 mil votos de diferencia. A partir de ello, Evo Morales no
podrá postularse en 2019, por lo cual el Movimiento al Socialismo deberá elegir
otro representante para disputar la presidencia de cara al período 2020-2025.
¿Por qué?
a) El factor comunicacional. Evo Morales tiene 58
por ciento de aceptación a su gestión, de acuerdo a Ipsos. ¿Por qué el SI sacó
49 por ciento, más de diez puntos menos? La “guerra sucia” que denunció semanas
atrás el gobierno caló de forma significativa en un 10 por ciento del
electorado habitual del MAS, que en esta elección optó por la otra opción.
Estadísticamente este es un dato inequívoco, que está afincado en sectores
medios urbanos: buena parte de las grandes ciudades del país optaron por el NO
–con la importante excepción de La Paz, Oruro y Cochabamba, donde triunfó el
SI–.
La denuncia de un supuesto “tráfico de influencias”
de Morales en relación a su ex novia, no probada en ningún ámbito judicial y
sólo expresada por un periodista opositor, fue la “frutilla del postre”: llevó
al gobierno a desmentir la (no) noticia en infinidad de ocasiones, en vez de
destinar ese valioso tiempo a explicar –pedagógicamente– lo que significaba la
pregunta del referéndum y sus implicancias. La derecha impuso su “agenda
mediática” y aquel fue su primer triunfo, semanas antes del 21F. Si bien Evo
denunció –correctamente– que la derecha no presentaba propuestas alternativas,
tampoco las necesitaba: el bloque del NO sólo orientó sus cañones a
deslegitimar –de todas las formas que sea posible– la figura de Morales,
logrando un triunfo parcial.
b) El apoyo externo. Una veintena de ONG bolivianas
recibieron, desde 2003, más de 8 millones de dólares de parte de la NED
norteamericana. Su involucramiento en la campaña del NO fue aún más
significativo en momentos de complejidades económicas a nivel regional,
sirviendo de palanca para una mayor difusión de las intrigas creadas contra
Morales, que fueron la base del triunfo opositor.
El gobierno boliviano, además, denunció la
injerencia del Encargado de Negocios de EE.UU. en el país, Peter Brennan, a
través de una conferencia de prensa del Ministro de la Presidencia, Juan Ramón
Quintana. ¿Puede este elemento desconectarse del factor comunicacional? De
ninguna manera, ya que actuaron de conjunto, modificando parcialmente la
correlación de fuerzas en el país.
c) El factor regional. La de Bolivia fue la tercera
elección consecutiva donde las fuerzas conservadoras de la región se impusieron
en las urnas, tras las presidenciales de Argentina –con una polarización muy
similar e idéntico resultado– y las parlamentarias en Venezuela.
La derecha boliviana se encolumnó detrás de una
sola opción, cuando antes había dispersado el voto favoreciendo objetivamente a
Morales. En esta ocasión unificó, detrás del NO, a personajes tan disímiles
como Ruben Costas, Samuel Doria Medina y Tuto Quiroga, que en campañas
presidenciales suelen presentar propuestas propias.
El resultado del plebiscito presenta desafíos tanto
para el gobierno como para la oposición. Dentro de los partidarios de Morales
fueron los movimientos sociales los que impulsaron este referéndum. Por eso
deberán ser también ellos quienes, junto al MAS, definan quién será el
candidato en 2019.
Sin embargo, primero hay que pensar en la gestión
de gobierno, y sobre todo en lo sucedido en aquellas ciudades que pusieron un
freno en su adhesión a Morales. ¿Cómo volver a obtener el apoyo de sectores
mediosurbanos que, si bien habitualmente sufragaron por el MAS, esta vez
optaron por el NO? Esa es la pregunta que debe orientar las reflexiones en el
oficialismo, que además deberá buscar –con tiempo– una fórmula competitiva, que
exprese la diversidad que en la actualidad contiene el tándem Morales-Linera.
Del otro lado el tema tampoco es sencillo. Un
ejemplo: el PSUV venezolano perdió en 2007 su intento de reforma
constitucional, lo que no impidió sus triunfos posteriores en 2012 y 2013. La
derecha boliviana sabe que, si no unifica una nítida opción, el MAS
probablemente llegue con buenas chances al 2019, visto y considerando que es
–por lejos– el partido más importante de la política del país, y que tiene
posibles relevos con buena aceptación popular.
“Hay tantos líderes” dijo Morales días atrás,
consultado sobre un posible triunfo del NO. Allí, por primera vez, mencionó a
David Choquehuanca –su canciller– como una expresión de los propios movimientos
sociales. ¿Será su sucesor? Sólo el tiempo lo dirá. Mientras tanto, el MAS
deberá enfocarse a la gestión para volver a una correlación de fuerzas más
favorable, con miras a evitar un posible retorno de la derecha al Palacio
Quemado a partir de 2020.
(*) Politólogo UBA. Analista internacional.
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