“O que eles (da oposição) buscam é que o impeachment seja já, criminalizando o PT a todo custo para esconder sua própria corrupção” (Foto: Sandra Cartasso/Página/12) |
Entrevista
com Pablo Gentili, secretário executivo do Conselho Latino-americano de
Ciências Sociais (Clacso)
Bem longe
dos fogos de artifício lançados pela oposição, o certo é que fracassou o
impeachment contra Dilma, pelo menos em 2015, mas o problema de fundo é como
desmontar o ajuste neoliberal, diz o acadêmico.
Por Darío Pignotti (jornalista argentino
morando no Brasil), de Brasília – do jornal argentino Página/12, edição impressa deste domingo, dia 8 (em espanhol)
Cuando se sale de la coyuntura sin fin impuesta por
la crisis brasileña y se observa la situación en perspectiva surgen dos
constataciones.
La primera es que más allá de los fuegos de
artificio lanzados por la oposición, lo cierto es que fracasó el impeachment
contra Dilma, al menos en 2015. Y la segunda es que el problema de fondo es
cómo desmontar el ajuste neoliberal en curso antes de que estalle en la forma
de una derrota del PT en las elecciones de octubre del año próximo.
Las tesis citadas arriba pertenecen a Pablo
Gentili, secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales
e investigador de la Universidad del Estado de Río de Janeiro.
–¿Por qué es improbable el impeachment?
–El gobierno de Dilma hizo una reforma de gabinete
acertada, siguiendo recomendaciones de Lula, lo que permitió al gobierno tener
más capacidad de negociación, más presencia, favoreciendo la gobernabilidad, y
permitiendo que se gane tiempo, que es algo muy importante en esta crisis.
Cuando se habla del impeachment se pierden algunas
cosas de vista por la urgencia, por la presión que imponen la derecha. Ahora,
si se ve más allá de la coyuntura no parece que la oposición tenga tiempo y
condiciones de lograr el impeachment este año que prácticamente ya terminó.
Lo que ellos intentan es que el impeachment sea ya,
criminalizando al PT a toda costa, y quieren que sea un proceso rápido para
esconder sus propios casos de corrupción. Y vemos como la justicia persigue con
métodos muy discutibles a familiares de Lula solo por ser familiares, y mira
para otro lado en casos evidentes que comprometen a la derecha. ¿Qué es lo que
pasa en realidad? Que si no logran de inmediato el impeachment de Dilma, las
investigaciones de la Justicia tarde o temprano van llegar a la derecha, porque
hay casos evidentes contra ellos, como ocurre ahora con el presidente de la
Cámara de Diputados Eduardo Cunha (impulsor impeachment) con sus cuentas en
Suiza comprobadas. Eso no se puede ocultar. Pero no sólo Cunha, también hay
sospechas sobre Aécio Neves (ex candidato presidencial socialdemócrata), que
nadie quiere investigar, pero en algún momento habrá que hacerlo. O investigar
como se llegó la reelección de Fernando Henrique Cardoso en 1998 (soborno de
diputados para reformar Constitución). Ahora, también hay que decir que hubo
algunas prácticas ilícitas en los gobiernos del PT, y no tengo duda que esto es
algo que debe preocupar a la izquierda. No hay que eximir al PT por sus
errores, hay que investigarlo.
–¿Y el ajuste del ministro Joaquim Levy?
–Se está aplicando una muy rigurosa política de
ajuste, el problema que esto nos plantea es: o se continúa avanzando o
retrocedemos. Este programa económico es bastante parecido a lo que hubiera
hecho la oposición del PSDB (Partido Socialdemócrata de Neves y Cardoso) si
hubiera ganado.
El año pasado el PT ganó con un margen apretado y
después implementó una rigurosa política de ajuste que bloqueó la posibilidad
de profundizar y radicalizar las reformas. Es un ajuste que podrá tener
consecuencias electorales muy negativas para la izquierda brasileña en las
elecciones municipales del año que viene. Este ajuste expone una fragilidad muy
grave, una profunda crisis política de un gobierno incapaz de responder a los
desafíos de la salud, la educación. Ya no alcanza con tener los mismos recursos
que había hace 10 años para políticas sociales, ahora hace falta más dinero
para más políticas públicas.
–¿Como impacta este ejemplo en la región?
–Con la llegada de Lula (2003) Brasil marcó el
inicio de un proceso de reformas en la región a través de políticas del Estado
muy activas, efectiva. Claro que esas políticas pueden haber defraudado a los
que esperaban una revolución socialista. Pero en realidad fueron políticas muy
importantes para revertir exclusión y miseria que sufrían millones.
Fue una verdadera revolución democrática. Esto que
se logró no es el socialismo pero es muchísimo mejor que lo que había antes. Y
fue una referencia vista por los otros países.
–Acaban de cumplirse diez años de la Cumbre de las
Américas en la que Kirchner, Lula y Chávez pusieron freno al ALCA.
–Se trata de un hito en la política externa común
que merece ser revisado a la luz de cierta parálisis diplomática regional. El
no al ALCA fue una demostración concreta de integración, se le dijo a Estados
Unidos “aquí estamos”, nos juntamos, avanzamos, definimos una agenda con varios
temas que incluyó hasta un programa educativo común que fueron las metas para
tener un educación más democrática, más justa. Si uno acompaña estos 10 años
desde el No al ALCA, ve la evolución de nuestros debates, cómo cambió la
realidad regional. En 2005 hubo un golpe de esperanza , en esa época los
gobiernos populares y de izquierda no tenían grandes logros conquistados,
todavía no había resultados. Había pocas evidencias.
–¿Observa una cierta parálisis?
–Diez años más tarde tenemos evidencias de que los
gobiernos posneoliberales dejaron un saldo importantísimo en Brasil, Argentina,
Venezuela, Bolivia...pero hay incertidumbre enorme sobre el futuro. Una
incertidumbre que nos carcome. Las crisis en las que están muchos de nuestros
países impidieron dar continuidad y profundizar a la integración. Porque los
presidentes están muy absorbidos en sus asuntos internos y no pueden dar
atención a la región.
–Es un problema de proyecto o de liderazgos?
–Usted menciona liderazgos, permítame que hable
sobre el papel de Lula en este proceso. Lula hizo una transformación de
política externa impresionante que seguramente va a ser estudiada. Por su
carisma y liderazgo regional, hay un elemento que influyó fue la capacidad de
Lula para que las relaciones con sus colegas tengan un carácter personal y de
confianza. El llamaba por teléfono a Néstor, a Chávez, a Evo, incluso a los no
progresistas, los llamaba por su nombre de pila, rompió la frialdad con que se
comunicaban nuestros presidentes. No se olvide que los brasileños siempre
quisieron hegemonizar los espacios diplomáticos de América latina, como lo hizo
Fernando Henrique Cardoso con el Mercosur mientras tenía un alineamiento
directo con Estados Unidos. Esto fue así en la política externa de Brasil hasta
que llegó Lula. Y el No al Alca también debe ser entendido como una victoria de
Lula y una derrota de Cardoso. Lula entendió que las cancillerías son espacios
a ser conquistados por los políticos. Y él logró seducir a una parte de la
estructura de los diplomáticos que aceptaron trabajar a favor de una nueva
política internacional. Durante unos años Itamaraty se enamoró de Lula, porque
la política externa dejó de ser aquella que ubicaba a Brasil como gendarme de
Estados Unidos. Lula devolvió protagonismo a la diplomacia, le restituyó un
sentimiento más patriótico y nacional.
–Qué opina sobre el actual momento diplomático?
–Cristina y Dilma no tiene diferencias ideológicas
con Néstor y Lula sobre la integración, sobre el No al ALCA. Pero ellas dos tienen
otras prioridades, urgencias y otros estilos ante una integración que se está
enfriando. Maduro también es diferente a Chávez. Y luego debemos considerar al
resto de América del Sur donde Colombia es como Chile, dos países que necesitan
ser empujados a la integración, porque tienen otras posibilidades como las
dadas por la Alianza para el Pacífico que tiene capacidad de seducirlos con
negocios.
Comentários