HORACIO VERBITSKY: JORNAL LA NACIÓN JÁ COBRA DE MACRI O FIM DE JULGAMENTOS DOS TORTURADORES ARGENTINOS
(Foto: Leandro Teysseire/Página/12) |
O jornal direitista tem pressa,
mas violenta verdades históricas em seu editorial “Não mais Vingança”. O
próprio presidente eleito, mostrando ter consciência sobre a realidade do país,
já declarou que os julgamentos continuariam, atribuindo-os ao papel jogado pelo
Judiciário.
Por Horacio
Verbitsky – no jornal argentino Página/12,
edição impressa de hoje, dia 24 (o título e o destaque acima são deste blog)
O jornal
La Nación saudou a eleição de Maurizio Macrì com um editorial cavernoso de conteúdo
paradoxal. Intitulado “Não mais Vingança”, ordena ao novo governo por fim aos
julgamentos por crimes de lesa humanidade, que atribui ao kirchnerismo. Também coloca
na conta do abominado governo que está saindo a denominação de juventude
maravilhosa para a militância revolucionária do século passado, que o diário
equipara aos terroristas que assassinaram uma centena de espectadores e comensais
de teatros e bares de Paris. Ademais qualifica como vergonha nacional que tenham
morrido na prisão mais de 300 detidos por estas causas.
São demasiadas falácias. Quando Néstor Kirchner assumiu
o governo, mais de meia centena de altos chefes das Forças Armadas já estavam
detidos por decisão judicial, entre eles os máximos chefes da primera junta
golpista, Jorge Videla e Emilio Massera (o terceiro integrante, Orlando Agosti,
tinha morrido seis anos antes). A nulidade das leis de ponto final e obediência
devida (leis que impediam os julgamentos judiciais) foi decidida pela justiça
federal dois anos antes, devido à persistência dos organismos defensores dos direitos
humanos, que nunca consentiram a impunidade desses graves crimes.
Continua em espanhol:
“Juventud maravillosa” fue el agradecido
reconocimiento de Juan D. Perón a la sacrificada militancia, armada y no
armada, que en 1972 haría posible su regreso a la Argentina al cabo de casi dos
décadas de exilio forzoso. Acaba de publicarse el excelente libro de Ariel
Hendler 1964, historia secreta de la vuelta frustrada de Perón, que muestra el
compromiso de varias generaciones con esa reivindicación fundamental del pueblo
argentino. Comparar esos hechos con los atentados de París es un desatino
mayúsculo que descalifica a sus autores.
En cuando a los juicios en sí, hasta ahora ha
habido 522 condenados y 57 absueltos, además de 250 sobreseídos o con falta de
mérito en la instrucción de los procesos. Esta proporción indica que no se
trata de tribunales populares que ejercen la venganza sino de procesos
regulares, con garantía del debido proceso y el derecho de defensa, a los que
nadie entra condenado. Es cierto que un número de imputados tiene edad avanzada
y que muchos han muerto, ya condenados o bajo proceso, lo cual no se debe a
perversidad de nadie sino al largo lapso en que fue imposible avanzar en su
enjuiciamiento por decisiones políticas que La Nación aplaudió. Pero el tiempo
también pasó para las víctimas y sus familiares, por razones obvias y no como
consecuencia de la mecánica procesal. El designado sucesor de Hitler, Rudolf
Hess, murió en la prisión aliada de Spandau a sus 93 años, la misma edad que
tiene ahora el Contador de Auschwitz, Oskar Gröning, quien en abril de este año
fue condenado en Alemania a cuatro años de prisión. A diferencia de sus pares
argentinos, reconoció su responsabilidad en los horribles crímenes cometidos y
abominó de ellos.
El matutino de las familias Mitre y Saguier ha
publicado muchos pronunciamientos semejantes y durante los años atroces
convalidó con su silencio informativo y su encomio editorial los crímenes del
gobierno que le concedió la única fábrica de papel para diarios, en asociación
con Clarín y La Razón, financiada con créditos a tasa subsidiada de los bancos
públicos.
Si esto era previsible, lo extraordinario ocurrió a
lo largo del día. Juan Pablo Varsky en su programa de radio, Gabriel Sued,
Mariana Verón, Patricio Insúa y Hugo Alconada Mon en Twitter, fueron los
primeros en señalar su completo desacuerdo con el editorial del diario en el
que trabajan. Con el paso de las horas este goteo se convirtió en una catarata
a la que se sumaron incluso Pablo Mendelevich y Pablo Sirven. Mendelevich escribió
que no compartía “ni el contenido ni el tono ni la oportunidad”. Para el
redactor Diego Battle el editorial es “infame” y lo más triste fue que hubiera
salido sin firma y en el primer día de Macrì como presidente electo.
Por la tarde se realizó una asamblea dentro del
diario que emitió una declaración de repudio, destacando la diversidad de
ideas, proyectos e identidades políticas que conviven en su redacción. Desde
esa diversidad rechazaron la lógica que pretende construir el editorial “al
igualar a las victimas del terrorismo del Estado y el accionar de la Justicia
en busca de reparación en casos de delitos de lesa humanidad con los castigos a
presos comunes y con una ‘cultura de la venganza’. Los trabajadores del diario
La Nación decimos Si a la democracia, a la continuidad de los juicios por
delitos de lesa humanidad y decimos NO al olvido”. Antes de la firma de las
comisiones internas de prensa y gráficos y del resto de los trabajadores del
diario, proclaman “Por Memoria, Verdad y Justicia”. Hasta la senadora Norma
Morandini hizo saber que el editorial había tergiversado palabras suyas sobre
los juicios, cuya continuidad defiende.
Algo parecido ocurrió en el Grupo Clarín hace tres
años, cuando esa empresa denunció a los periodistas Sandra Russo, Nora Veiras,
Roberto Caballero, Orlando Barone, Edgardo Mocca y Javier Vicente por
incitación a la violencia y coacción agravada, a raíz de informes y opiniones
difundidos en los medios en los que trabajan. El editor responsable Ricardo
Kirschbaum y varios columnistas expresaron su desacuerdo, lo cual obligó al
multimedios a retirar la denuncia que atentaba contra la libertad de expresión.
La diferencia es que esta vez se trató de un movimiento colectivo con
definiciones categóricas adoptadas en asamblea. Durante su transcurso los
trabajadores exhibieron carteles que decían “Nunca Más” y “Yo repudio el
editorial”.
El episodio es expresivo de un momento especial de
la vida política del país. La mayoría de quienes fijaron esas posiciones son
muy críticos del kirchnerismo, pero no por ello quedan al margen de los cambios
profundos que esta década produjo en el país. Hasta la Corte Suprema de
Justicia afirmó que esos juicios son irreversibles porque ya forman parte del
contrato social de los argentinos del siglo XXI. El propio Macrì ha comprendido
que la evolución de la sociedad y lo apretado de los guarismos por los que
superó al candidato del Frente para la Victoria no permiten ninguna confusión
cronológica del tipo que alientan algunos obstinados partidarios de la alianza
Cambiemos. El nuevo gobierno asumirá el 10 de diciembre de 2015, no el 6 de
septiembre de 1930, cuando el gabinete de ministros se loteó entre los abogados
y representantes de los grandes grupos agropecuarios y las principales empresas
británicas en la Argentina. Tampoco se avecina el fatídico 9 de junio de 1956,
cuando “se acabó la leche de la clemencia”, como celebró los fusilamientos el
socialista Américo Ghioldi. Y es mejor que vayan despertando de su ensoñación
quienes añoren el orden antisubversivo implantado el 24 de marzo de 1976. Todos
ellos se engañan, como lo demostró ayer el nuevo mandatario al afirmar en su
primera conferencia de prensa que continuarían los juicios contra los
represores de la dictadura. Ninguna política que la sociedad haya asumido como
propia podrá ser revertida sin una grave conmoción, como debió notificarse ayer
el vocero de la nostalgia de tiempos que si la sociedad no lo quiere nunca
volverán.
Tradução (parcial): Jadson Oliveira
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