Os candidatos presidenciais Daniel Scioli e Mauricio Macri durante os atos de encerramento da campanha eleitoral (Fotos: AFP/El Telégrafo) |
As
primeiras pesquisas revelaram que 65% dos votos dados a Sergio Massa (terceiro
colocado no primeiro turno) iriam para ‘Cambiemos’ (‘Mudemos’, coalizão de
Macri - direita), enquanto 35% iriam para Frente para a Vitória (FpV, coalizão
de Scioli – kirchnerismo – centro-esquerda).
São em
torno de 5,4 milhões de votos: 21% do eleitorado inclinará neste domingo o fiel
da balança a favor do candidato governista Daniel Scioli ou do opositor
Mauricio Macri, segundo analistas.
Por Marcelo Izquierdo, especial para El Telégrafo – reproduzido do jornal
equatoriano (empresa pública do governo federal), edição online de 21/11/2015
(em espanhol)
“Para un
peronista no hay nada mejor que otro peronista”. Esta premisa básica del
decálogo político del general Juan Domingo Perón, histórico fundador del
partido Justicialista, comúnmente llamado peronismo, mantiene aún en vilo el
resultado del balotaje de mañana en Argentina.
Con las
últimas encuestas que favorecían por entre 6 a 10 puntos al candidato de la
alianza derechista Cambiemos, Mauricio Macri, sobre su rival del oficialista
Frente para la Victoria, Daniel Scioli, el “kirchnerismo” apunta sus cañones al
“voto peronista” adverso al gobierno.
“Ningún
peronista puede confiar en lo que Macri plantea” como modelo de país, resume el
exjefe de gabinete del gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007), Alberto
Fernández, devenido en un férreo opositor de la presidenta Cristina Fernández
de Kichner.
El
exfuncionario votó a la alianza Unidos por una Nueva Argentina (UNA), del
también exjefe de gabinete “kirchnerista” Sergio Massa. Este frente unió al
llamado peronismo renovador, más proclive a la centro-derecha opositora al
gobierno aunque compartan un mismo origen. Alberto Fernández dijo que mañana
votará en blanco.
Son nada
menos que 5,4 millones de votos, el 21% del electorado está en juego, un botín
fundamental que inclinará a favor de uno u otro candidato el resultado de las
elecciones. Y se trata, la mayoría, de un voto peronista descontento con el
gobierno.
Desde el
día posterior a la primera vuelta electoral del 25 de octubre, la gran
incógnita fue saber hacia dónde mudarían esos votos y si un peronista podría
elegir a un candidato de la derecha que tradicionalmente -salvo durante el
neoliberalismo de la década del 90- combatió el peronismo. Los primeros sondeos
revelaron que el 65% de los sufragios iría a Cambiemos y solo el 35% al
oficialismo. La suerte parecía echada...
En un
principio, las posturas de Massa y de los principales dirigentes del peronismo
renovador le dieron un impulso aún mayor a la candidatura de Macri.
“La
mayoría del electorado se inclinó por el cambio”, llegó a afirmar Massa en una
rueda de prensa tras una convención de su alianza. Si bien nunca llamó a votar
por Macri, sus palabras fueron interpretadas como un claro respaldo a la
derecha.
Su esposa
y dirigente, Malena Galmarini, fue contundente: “Scioli puede ser peor que
Cristina, no lo votaría, es dañino”.
Otros
referentes, como el principal asesor económico del frente, Roberto Lavagna,
exministro de Economía de Kirchner, dijo que votaría por el cambio, pero
siempre cuidando de mencionar el nombre del jefe de gobierno de la ciudad de
Buenos Aires. No hacía falta...
El pasado
miércoles, Massa volvió a hablar después de algunas semanas de perfil bajo en
medio de la campaña electoral de frente al balotaje. Y repitió su pensamiento:
“hay una enorme mayoría de los que nos votaron que va a votar a Macri, pero
también hay un grupo muy importante de laburantes (trabajadores, ndr) y clase
media que van a votar a Scioli. Y una porción chiquitita va a votar en blanco”,
dijo Massa. Ya no se veía un respaldo implícito pero fuerte al “macrismo”.
Parecía incluso cauteloso.
“Le
aconsejaría a toda la gente que no vote en blanco, aún a riesgo de equivocarse.
En la vida hay que jugarse”, agregó.
Ese
frente dirigencial unido y compacto que se había encolumnado elípticamente en
la vereda de Cambiemos se fue resquebrajando poco a poco a medida que se
acercaba el balotaje.
Felipe
Solá, el excandidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires y uno de los
principales dirigentes del peronismo renovador, dejó de lado su declamada
postura de votar en blanco y giró hacia la izquierda: se fotografió con
dirigentes del “sciolismo” y dijo que este domingo (mañana) votará por uno de
los dos candidatos. Y para ser más claro exhortó a la unidad del peronismo.
“Uno
tiene una historia, como todos ellos. Somos amigos antes que nada, nos
respetamos y queremos desde hace años”, afirmó. No pudo ser más claro.
También
hizo lo mismo el expresidente peronista Eduardo Duhalde (2002-2003), enemigo
íntimo del matrimonio Kirchner y que apoyó en primera vuelta a Massa. Esta
semana sorprendió a todos al anunciar que votará al candidato “kirchnerista”.
“Hay que
darle un voto de confianza a Scioli”, indicó. Duhalde fue quien impulsó la
candidatura presidencial de Néstor Kirchner en el año 2003 y terminó vacío de
poder dentro del peronismo ante el apoyo popular que ganó su entonces delfín
tras llegar a la Casa Rosada. En los últimos 10 años ha sido un crítico
despiadado de la gestión del gobierno.
Pero tal vez el cambio más
inesperado haya sido el del exministro Lavagna. Después de su implícito pero
palpable respaldo a Macri tras la primera vuelta electoral, fue mudando su
discurso a medida que se fueron conociendo los planes de ajuste y devaluación
de Cambiemos formulados por los principales voceros económicos de Macri más
allá de los intentos del candidato de la alianza derechista de negar esos
proyectos, pidiendo incluso a sus asesores callarse la boca.
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