Um grupo de repórteres fotográficos repudia o assassinato de Rubén Espinosa, ocorrido no último dia 31 (Foto: Página/12) |
A dor de
Oscar Martínez, chefe do repórter fotográfico Rubén Espinosa, assassinado. O
homicídio marca um novo ponto alto na violência contra a imprensa no México: o
jornalista denunciou publicamente estar ameaçado no estado de Veracruz, se mudou
para o Distrito Federal, mas não foi devidamente protegido.
Por
Gerardo Albarrán de Alba, da Cidade do México – no jornal argentino Página/12,
edição impressa de hoje, dia 3
“A morte escolheu Veracruz como sua morada e decidiu
viver aqui.” Rubén Espinosa descreveu assim a situação indefesa dos jornalistas
nesse estado que se localiza de norte a sul pela maior parte do Golfo do
México, no qual já haviam assassinado 12 colegas seus em três anos. Exercendo a
função de repórter fotográfico, sofreu pressões, ameaças e agressões físicas nos
últimos meses. Um dia não quis mais ficar à mercê da sorte e fugiu de Xalapa, a
capital do estado. Menos de dois meses depois de iniciado seu exílio, em algum
momento da noite da sexta-feira, dia 31, a morte deu com seu paradeiro no
Distrito Federal e o converteu no 13º. jornalista de Veracruz assassinado de
2012 para cá.
Com 32 anos, o fotógrafo da agência local AVC
Notícias e colaborador na capital do país da revista Proceso e da agência de
fotografia Cuarto Obscuro, deixou para atrás sua vida e seus pertences. Até seu
cachorro. Fugiu
duma ameaça de morte da qual teve absoluta certeza, dessa morte que ele
considerava moradora em seu próprio estado, o lugar onde a morte escolheu para
viver, conforme relatou ao portal de notícias SinEmbargo no dia 1° de julho.
O homicídio de Rubén Espinosa marca um novo ponto
alto na violência contra a imprensa no México, assinalou a direção local da
organização internacional Artículo 19 (A-19), que se dedica à defesa da liberdade
de expressão no mundo. “É a primeira vez que um jornalista foragido
internamente é assassinado no Distrito Federal.” Como se fosse pouco, as ameaças
contra Espinosa eram mais que públicas. Este crime “foi cometido sem que as
autoridades encarregadas de proteger jornalistas neste país movessem um só dedo
em favor de Espinosa”. A capital do país deixou de ser o santuário de dezenas
de jornalistas de todas as regiões do país que durante mais duma década têm
fugido de seus lugares de residência e exercício profissional do jornalismo
para refugiar-se numa cidade que lhes brindava segurança, ou ao menos a ilusão
dela.
Continua em espanhol, com traduções pontuais:
A19 declaró Veracruz como
el lugar más peligroso para ejercer el periodismo en toda América latina.
Espinosa es el cuarto periodista veracruzano asesinado este año, junto con
Armando Saldaña, Juan Mendoza y Moisés Sánchez. Este crimen eleva a 88 el
número de periodistas asesinados en México desde 2000, según A19, uno más que
la cuenta de Reporteros Sin Fronteras (RSF). Para la Federación de Periodistas
Mexicanos (Feparmex), son 124 periodistas asesinados, además de otros 10
trabajadores de la prensa, además de 23 desapariciones forzadas. El Comité para
la Protección de los Periodistas (CPJ, con sede en Nueva York) sólo reconoce 27
casos de asesinatos de periodistas “por motivos confirmados” entre 2000 y 2015.
La danza de cifras no sólo es macabra, sino que da una idea de lo
inconmensurable de un problema que carcome a toda una sociedad. Más allá de
discrepancias metodológicas, y hasta ideológicas, el común denominador es que
casi todos han quedado impunes.
El gobierno mexicano
reconoció 103 casos de periodistas asesinados entre 2000 y 2014, además de 25
desaparecidos. Un informe de la Procuraduría General de la República, entregado
al Senado en febrero pasado, registraba 16 homicidios de periodistas en
Veracruz y otros tantos en Chihuahua, los dos estados con mayor violencia
contra la prensa junto con Tamaulipas, donde mataron a 13 en el mismo periodo,
11 en Guerrero, 7 en Sinaloa, 6 en Oaxaca y 5 en Durango. La mitad de los casos
de desapariciones se concentran en Veracruz, Tamaulipas y Michoacán.
O risco “da
violência devorar a democracia” mexicana
Presente en el encuentro de
autoridades judiciales y senadores, el presidente de PEN Internacional, John
Ralston Saul, advirtió el riesgo de que “la violencia se trague a la
democracia” mexicana. Pero en algunos lugares, incluyo ya la ha digerido. Como
en Veracruz, donde Espinosa es el cuarto periodista asesinado en lo que va de
2015, el decimotercer homicidio de este tipo en los tres años que lleva el
gobierno del priísta Javier Duarte (y apenas va a la mitad de su mandato). En
total, han matado a 18 periodistas en Veracruz en 15 años.
Rubén Espinosa es el
primero que es asesinado fuera del estado, en pleno exilio. Su cadáver, con dos
tiros en el pecho, fue encontrado la madrugada del sábado en un departamento (num
apartamento) de la céntrica colonia Narvarte, un barrio de clase media de la
Ciudad de México, junto con otras cuatro mujeres también asesinadas, de las que
hasta el momento nadie ha dado una sola pista sobre su identidad. Sólo se sabe
que tres de ellas vivían ahí, la otra era empleada doméstica. El cuerpo de
Espinosa presentaba golpes contusos en el rostro. Dos (2) cuerpos estaban
desnudos, todos estaban atados de pies y manos con cinta adhesiva. A todos les
dispararon con arma de fuego y fueron apuñalados. Las huellas (As marcas) de
tortura eran evidentes.
La víspera, A19 había
emitido una alerta por desaparición, luego de que la familia de Espinosa dejara
de tener noticias de él desde las 2 de la tarde del viernes. El pasado 15 de
junio, A19 emitió la primera alerta advirtiendo sobre el acoso y amenazas de
que era víctima Espinosa en Xalapa, la capital del estado de Veracruz. Seis
días antes, Espinosa había encabezado un acto en el que periodistas locales
colocaron por segunda vez una placa en honor a la periodista Regina Martínez,
asesinada el 28 abril de 2012 en esa misma ciudad. A partir de ahí fue seguido,
fotografiado y amagado por varios sujetos. Al día siguiente, Espinosa abandonó
todo y huyó a la Ciudad de México con sus cámaras y lo que llevaba puesto. La
placa, por cierto, volvió a ser removida clandestinamente.
A
impunidade em todos e cada um dos casos
Tras el asesinato de
Espinosa, la oficina en México de A19 calificó como “inconcebible” la cifra de
88 homicidios de periodistas “y las autoridades se atrevan a decir que están
haciendo todo lo que pueden para protegerlos. La realidad es que la violencia
contra la prensa crece –así lo dicen los números– y con ella la impunidad en
todos y cada uno de los casos”.
De hecho, el Mecanismo para
la Protección de periodistas y de defensores de los derechos humanos que
supuestamente protegía a Espinosa resultó ser incompleto, opaco e inútil, según
el diagnóstico de medio centenar de organizaciones civiles nacionales e internacionales.
Un informe publicado el 29 de julio, dos (2) días antes del asesinato del
periodista, encontró botones de pánico sin señal, teléfonos emergencia que
nadie contesta (ninguém responde), patrullajes que no se hacen, cámaras que
tardan meses en ser instaladas, nulo seguimiento de las investigaciones... es
decir, placebos.
Assassinatos
também de defensores dos direitos humanos
Como consecuencia, además
de los periodistas asesinados, 32 defensores de derechos humanos fueron
ejecutados extrajudicialmente en México entre junio de 2012 y mayo de 2014. En
ese mismo periodo, 114 periodistas y 89 defensores de derechos humanos
presentaron solicitudes de protección desde todo el país, excepto
Aguascalientes. La mitad de los pedidos de protección se concentraron en el DF,
Veracruz y otros tres estados.
El 10 de julio, RSF (Repórteres
Sem Fronteira) demandó al presidente Enrique Peña Nieto reforzar el Mecanismo
para la Protección de periodistas y de defensores de los derechos humanos que,
en el caso de Rubén Espinosa, nuevamente no sirvió para nada. En vísperas de la
visita de Estado que hizo Peña Nieto hizo a Francia, país sede de RSF, la
organización le exigió frenar la violencia contra la prensa mexicana. El tema
fue opacado durante la semana que Peña Nieto y su séquito de más de 300
invitados pasó en París debido a la segunda fuga del Chapo Guzmán de un penal de
máxima seguridad, que puso en evidencia la debilidad institucional del gobierno
mexicano.
Entre las últimas señales
de alarma que anticiparon el crimen contra Espinosa, apenas el pasado 15 de
julio, la Comisión Permanente del Congreso de la Unión exhortó al gobierno del
estado de Veracruz a intensificar las investigaciones que permitan procesar,
juzgar y sancionar a los responsables de los homicidios y las desapariciones de
periodistas en ese estado.
“Fazer jornalismo
em Veracruz é um ato de coragem, mas nem por isso somos heróis. Somos pessoas. Somos jornalistas”.
El jefe de Rubén Espinosa
en la Agencia AVC Noticias, el fotógrafo Oscar Martínez, expuso el dolor y
apeló al llanto como único conjuro para sacar la tristeza y el coraje y la
impotencia de ver caer uno tras otro a sus colegas por todo el estado, más de
una docena en tres años. En una larga y catártica entrevista en el sitio
“Nuestra Aparente Rendición”, justo después de que Espinosa se exiliara del
estado el 9 de junio, Martínez no podía haber anticipado el asesinato de su
colega y amigo, unas semanas después, pero anticipó una suerte de obituario
para todo el gremio: “Hacer periodismo en Veracruz es un acto de valor, pero no
por eso somos héroes. Somos
personas. Somos periodistas”.
Tradução (parcial): Jadson Oliveira
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