Jornalista britânica, entrevistadora do programa La Hora Laura Flanders show, em diálogo com a agência de notícias Andes. (Foto: Micaela Ayala V./Andes) |
Para Flanders, um dos maiores avanços vividos pela
América do Sul em matéria de comunicação é tê-la reconhecido como um direito
humano. Explica que nos Estados Unidos ainda não se consegue tal reconhecimento
e as relações entre meios de comunicação, Estado e cidadania têm como mediadora
uma legislação aprovada em 1930.
“A primeira vez que me emocionei
pela Telesur (cadeia de TV multiestatal da América Latina, com sede na Venezuela) foi há muitos anos quando soube que as câmeras chegavam até as
comunidades, de modo que gente sem recursos contava suas histórias”.
Da Agência
Pública de Notícias do Equador e Sul-américa – Andes, de 02/08/2015 (em
espanhol)
Quito, 2 ago (Andes) - En entrevista con
Andes la periodista y activista británica Laura Flanders, quien dirige un
programa de entrevistas –Laura Flanders Show- transmitido por la cadena de
televisión teleSUR y por internet, habló sobre la situación comunicacional que
vive Latinoamérica y Estados Unidos.
Flanders visitó Ecuador el pasado 23 de julio para participar en el
Congreso Internacional 'Comunicación e Integración Latinoamericana desde y para
el Sur', organizado a propósito del 10° aniversario de la cadena TeleSur. En su
intervención trató el tema de las audiencias en EE.UU y los mercados
mediáticos.
La importancia de regulaciones en comunicación para el continente
Para Flanders uno de los mayores avances que vive Suramérica en materia
de comunicación es haberla reconocido como un derecho humano. Explica que en
los Estados Unidos todavía no se logra este reconocimiento y sus relaciones
entre medios, Estado y ciudadanía tienen como mediadora a una legislación
aprobada en 1930.
En esta normativa se expresa que las ondas televisivas son de propiedad
pública y que los canales de televisión deben pedir un permiso al gobierno para
transmitir en esas ondas televisivas. Desde esta perspectiva considera la
importancia de la Ley Orgánica de Comunicación ecuatoriana.
“Dichos permisos se han convertido en permisos para imprimir dinero,
para publicitar y para ganar millones de dólares sin atender el interés
público. De ahí la importancia de tener una ley como la Ley Orgánica de
Comunicación del Ecuador que trata sobre la responsabilidad de los emisores,
incluso las comerciales, de atender a un interés público y cubrir temas para el
público. Nosotros no tenemos nada de eso y más bien tenemos mucho que aprender
de ustedes”.
La periodista, quien también es colaboradora de la revista
norteamericana The Natión, cree que el modelo ecuatoriano es amenazante para
las compañías de televisión de EE.UU por su legislación en comunicación. Por
eso cuando tratan el tema en medios, manifiesta, lo hacen posicionando la idea
de que en el país existe restricción a la libertad de expresión. Esta mirada
está ligada al pensamiento de que lo medios tienen más libertad de expresión,
incluso que las personas.
“En realidad –en EE.UU.-, si tratamos de limitar su publicidad para
candidatos en tiempo de elecciones, si intentamos limitar sus pagos y su
intervención en las elecciones dicen que es una violación a su libertad de
expresión. Tenemos libertad de expresión si pagas por ello, pero no tienes
derecho a la comunicación si eres ciudadano, si eres parte del público. Es por
esto que tenemos un gran desafío. ¿Por qué no tenemos institucionalidad en
EE.UU? Se remonta a la idea de libertad con el gobierno diciéndonos qué hacer.
Esto es lo que nos ha impedido expresar que debe haber la libertad de
comunicación para el sector trabajador, para el sector público y no solo para
los dueños de un medio”, indica Flanders.
La problemática de los medios (de comunicação) públicos en EE.UU.
Flanders compara, en términos de acceso, al medio público británico BBC
con los medios estadounidenses. Resalta dos puntos sobre la BBC. La primera es
que cuenta con un ingreso asegurado desde el gobierno, lo que le permite tener
más libertad que en los EE.UU donde los medios públicos no tienen tal ingreso.
Por otro lado, analiza el tema del acceso que tienen las minorías para ser
protagonistas en sus propios medios.
“En los EE.UU tenemos el canal Black Entertainment Television,
Univision, Women’s Television Network. Tenemos varios espacios de acceso pero
el problema es que no tenemos una perspectiva con consciencia racial o de
género y aún nos falta ver Afro-descendientes con un punto de vista diferente
al que ahora se transmite en las noticias”.
Como ejemplo trata el caso del Black Entertainment, un canal de
televisión orientado al público joven afrodescendiente de Estados Unidos que
provee de contenidos culturales y de entretenimiento para este sector de la
población.
“Podemos tener el canal Black Entertainment con mucho entretenimiento,
‘Bill Cosby’ y ‘Dios nos libre’, pero en las noticias diarias no tenemos una
cobertura bien pensada y estructurada de movimientos serios como Black Lives
Matter -grupo estadounidense que denuncia y se organiza contra la brutalidad
policial hacia los afros-”.
Desde esta perspectiva es importante, sostiene Flanders, replantear el
rol de medios de EE.UU. Por una parte “que se incluya a todos”. Y por el otro lado
pensar en “cómo se transmiten las historias y qué tipo de gente se invita a los
programas”.
Los medios (de comunicação) públicos de Latino América
El ataque a los países progresistas de Latinoamérica desde los medios
estadounidenses se sustenta principalmente en supuestas vulneraciones a la
libertad de expresión. Han existido críticas, expone Flanders, al fallecido
Presidente Hugo Chávez por el canal de televisión teleSUR y lo llamaron en su
momento dictador. Ante las críticas, recuerda, Chávez dijo: “creamos un red de
comunicación pública, la cual ustedes no tienen.”
Otro caso es el del Presidente ecuatoriano Rafael Correa, cuando fue
invitado en abril de 2014 al programa de Charlie Rose en la cadena televisiva
de EE.UU. PBS. En ese espacio el Primer Mandatario fue acusado de coartar la
libertad de expresión y respondió: “hemos creado medios públicos que antes no
existían, solo teníamos medios corporativos.”
Casos como lo expuesta significan para Flander que los medios
norteamericanos tienen una doble moral cuando se refieren a quien tiene derecho
de intervenir en los medios.
“En los EE.UU. mucha gente cree en la libertad de expresión de la clase
trabajadora, para que esta se tome en cuenta en los medios. Es una lucha de
allá, es una lucha de aquí, es una lucha que tenemos en común. Espero que,
mediante el intercambio de mecanismos, podamos descubrir cómo ustedes lograron
proteger el interés público, cómo nosotros incrementamos la diversidad de
plataformas para no tener solo la televisión sino también medios en internet,
comunicación móvil, Facebook, Twitter”.
De allí la importancia que tiene para la activista la experiencia de la
región en cuanto a medios públicos. En Estados Unidos, asegura, “tenemos una
audiencia aburrida con la programación, compañías arruinando el planeta,
tenemos más posibilidades de crear alternativas pero estas alternativas deben
tener un estilo distinto, un impacto diferente, con historias diferentes, gente
diferente”.
Desde su punto de vista los medios en general tienen grandes retos que
superar. “Tal vez debamos hacer menos documentales y noticias y contar más
historias sobre ficción, romance, emoción, música y poesía. Debemos tener
plataformas para celulares y aparatos electrónicos en distintos idiomas y
después debemos enseñar al público, acostumbrado a obtener información
mediática gratis, que deben pagar su parte para pertenecer a lo que llamamos el
ecosistema de medios. Nuestra ventaja hoy en día es que es mucho más barato
hacer televisión y tenemos más medios de comunicación que se crean todos los
días”.
Para medios y periodistas es un gran momento, manifiesta, para
tener una cobertura a nivel mundial y para contar historias. Un posible camino
estaría en lo que los medios de América Latina están haciendo. Para muestra,
teleSUR es para Flanders un ejemplo.
“La primera vez que me emocioné por Telesur fue
hace muchos años cuando escuché que las cámaras se las llevaba a las comunidades,
de modo que gente sin recursos contaba sus historias. Espero que mantengamos
ese sentido de compartir el acceso a los medios de comunicación incluso si nos
volvemos más profesionales, grandes, internacionales, con oficinas lujosas”.
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