Membros da Associação dos Repórteres Fotográficos (“Gráficos”) da República Argentina (Argra) pedem justiça por Rubén Espinosa (Foto: Télam/Página/12) |
Mais de 500 assinaturas endossam o pedido de justiça. “Hoje o jornalismo
em todo o mundo vive sob assédio: os repórteres mexicanos, em particular, vivem
em perigo mortal”, afirma a carta enviada ao presidente Peña Nieto. A contar do
ano 2000, dezenas de jornalistas foram assassinados e 20 continuam
desaparecidos.
Por Gerardo Albarrán de Alba, da Cidade do
México – no jornal argentino Página/12,
edição impressa de hoje, dia 18
México vive uma censura a tiros. Ante
este silêncio de morte (entre 88 e mais de 100 jornalistas assassinados desde
2000, segundo quem conte), PEN Internacional (Poetas, Ensaístas, Novelistas) e
o Comitê para a Proteção dos Jornalistas (CPJ, sigla em inglês) reuniram as
assinaturas de mais de 500 jornalistas, escritores, intelectuais e artistas de
todo o mundo para exigir do presidente Enrique Peña Nieto que ponha fim ao assassinato
de jornalistas e de defensores dos direitos humanos neste país, mas sobretudo
por fim à impunidade que tem incentivado a continuidade desses crimes.
“Hoje o jornalismo em todo o mundo vive
sob assédio: os repórteres mexicanos, em particular, vivem em perigo mortal. As
organizações criminosas, os dirigentes de governo corruptos, e um sistema encarregado
da justiça incapaz sequer de determinar a responsabilidade dos assassinos são
causa da extrema vulnerabilidade dos repórteres”, dizem no documento no qual
exigem de Peña Nieto o “esclarecimento imediato e efetivo” desses homicídios,
assim como “a investigação sem contemplações dos dirigentes estaduais e
municipais que, em cada caso, possam estar envolvidos”.
Ademais reclamam “a revisão imediata
dos mecanismos para a proteção dos jornalistas e o compromisso efetivo de seu
governo para garantir a liberdade de expressão no México”.
O Distrito Federal era um dos últimos
lugares seguros para se exercer o jornalismo neste país. Após o assassinato do
fotógrafo Rubén Espinosa, junto com a ativista Nadia Vera e outras três mulheres,
em 31 de julho último, não parece haver santuário algum para os repórteres
perseguidos aqui.
A carta foi entregue na residência
oficial de Los Pinos ontem pela manhã, justamente antes de ser apresentada numa
entrevista coletiva de imprensa. Mais de 500 assinaturas endossam a petição de
justiça a Peña Nieto, entre elas as de Jon Lee Anderson, Paul Auster, Carl
Bernstein, Lolita Bosch, Martín Caparrós, Juan Cruz, Noam Chomsky, Joaquín
Estefanía, Gustavo Gorriti, Leila Guerriero, Alma Guillermoprieto, Ariana
Huffington, Sergio Ramírez, Alberto Salcedo Ramos, Daniel Santoro, a repórter
mexicana Alejandra Xanic von Bertrab (ganhadora do prêmio Pulitzer por uma
reportagem no The New York Times) e Juan Villoro, assim como pelo presidente do
Pen Internacional, John Ralston Saul, e o diretor executivo do CPJ, Joel Simón.
A carta tem também as assinaturas de personalidades mexicanas de grande
visibilidade pública, como os diretores de cinema Alfonso Cuarón e Guillermo
del Toro, ambos ganhadores de prêmios Oscar.
A Presidência da República tem um prazo
de 30 dias para dar resposta por escrito à petição apresentada ontem, na qual
lembram a Peña Nieto que desde 2000 “dezenas de repórteres foram vítimas de
homicídio”, além de “outros 20 que continuam desaparecidos”. A esmagadora maioria
desses crimes permanecem na impunidade, dizem os assinantes, que sublinham a
evidência assinalada pela Comissão Nacional dos Direitos Humanos (CNDH) “que envolve
servidores públicos em vários dos ataques contra jornalistas e meios de
comunicação”, o que chamou a atenção de organizações internacionais encarregadas
de vigiar a liberdade de expressão no mundo, e de grupos como o CPJ e PEN, que defendem
os direitos da imprensa. “Todos eles têm feito campanhas para acabar com o que
se chamou censura a tiros.”
Continua em espanhol, com algumas
traduções entre parênteses:
México es uno de los lugares más
peligrosos del mundo para ejercer el periodismo (jornalismo), y Veracruz es hoy
el lugar más peligroso para los periodistas dentro de México, comparable a
Irak, Somalia y Siria. Reporteros Sin Fronteras (RSF) ubica (situa) a México en
el lugar 148 de entre 180 países en su Clasificación Mundial de Libertad de Prensa.
El New York Times no se anda con
eufemismos. “En México están asesinando a la libertad de prensa”, acusó el
diario en su editorial del sábado 15. En los últimos cinco años, según la
cuenta de ese periódico, 41 periodistas mexicanos han sido asesinados y por lo
menos otros 20 están desaparecidos.
El caso de Rubén Espinosa no es aislado
(não é isolado), él es fue el periodista número 13 en ser víctima de sicarios
en apenas tres años del gobierno local del priísta Javier Duarte, quien incluso
llegó a amenazar públicamente a la prensa veracruzana (do estado de Veracruz).
“Pórtense bien, por favor, se los pido. Vienen tiempos difíciles. Vamos a
sacudir el árbol y se van a caer muchas manzanas podridas”, les advirtió el 30
de junio en una reunión con periodistas del norte del estado. Apenas dos (duas)
semanas después del asesinato de Espinosa, otro periodista fue acribillado en
Orizaba, una ciudad del centro del estado, con la que se eleva a 14 el número
de homicidios de periodistas en la administración Duarte. Un comando de cinco
hombres armados disparó directamente contra el ex corresponsal (correspondente)
de Televisa Juan Heriberto Santos Cabrera, y contra José Márquez Balderas, el
Chichi, jefe local del cartel de Los Zeta, quienes se encontraban juntos en un
bar con otros cuatro gatilleros que también fueron asesinados.
Para el NYT, “los periodistas mexicanos
son blanco (alvo) de organizaciones criminales poderosas y en algunos casos de
funcionarios gubernamentales que no quieren que sus fechorías sean expuestas.
La mayoría de los casos permanecen sin resolver, dejando a los periodistas en
muchas partes del país, con una terrible elección (escolha): se autocensuran o (ou)
consiguen ser silenciados por una bala”, en un contexto de absoluta impunidad
propiciado por un “sistema de justicia penal del país es notoriamente débil,
susceptible a la intromisión política y la corrupción”.
El influyente diario estadounidense no
dejó espacio para las medias tintas (para meias palavras): Peña Nieto debe
poner alto a los crímenes contra la prensa “con un acción contundente”. El
presidente de México “debe repudiar la advertencia de Duarte, aunque ambos
pertenezcan al mismo partido”. Y más allá de investigar y perseguir los delitos
del pasado, Peña Nieto y los funcionarios locales “deben tomar medidas
concretas para proteger a los periodistas que arriesgan sus vidas haciendo su trabajo”.
Esto ya rebasa (já ultrapassa) cualquier
límite, dice el escritor estadounidense Francisco Goldman, colaborador de la
revista The New Yorker y uno de los firmantes de la carta a Peña Nieto. Por
alarmantes que parezcan, las cifras en realidad son peores: no incluyen decenas
de casos de periodistas desaparecidos – algunos, incluso desde hace años –
sobre los que no hay denuncia, pues los familiares aún tienen la esperanza de
volver a verlos con vida.
Tampoco existe un registro puntual de
periodistas desplazados (deslocados, refugiados) de sus comunidades origen o (ou)
lugares de trabajo para huir (fugir) de amenazas o (ou) el riesgo inminente de
muerte, como ocurrió con Rubén Espinosa, aunque la carta distribuida por Pen
International y el CPJ dice que son 37 los periodistas veracruzanos que han
abandonado ese estado para buscar mayor seguridad en la capital del país. Hasta
el asesinato de Espinosa, la Ciudad de México era el santuario más socorrido,
pero para muchos reporteros, fotógrafos y editores cambiar (mudar) de ciudad y
hasta de estado no era opción, y debieron buscar asilo en otros países, como
Estados Unidos, España y Alemania, por citar apenas unos cuantos.
Para quienes se refugian dentro o (ou)
fuera del país, la posibilidad de perder la vida es tan grande que prefieren
arriesgar la sobrevivencia diaria de ellos y de sus familias. Entre los mejores
periodistas mexicanos exiliados los hay vendiendo hot-dogs en las calles (nas
ruas) de Estados Unidos, o (ou) cortando el césped (a grama) de casas, como
cualquier migrante indocumentado, cuenta la reportera Marcela Turati, quien ha
dado seguimiento a algunos casos.
“Esta no es la carta de siempre”,
subraya Goldman, “no es una postura ideológica. La están firmando artistas,
intelectuales y periodistas hasta de derecha, como los corresponsales (correspondentes)
del Wall Street Journal, que suelen (costumam) aplaudir las reformas económicas
de Peña Nieto”.
El mensaje es más que claro: Peña Nieto
está bajo (sob) una fuerte presión internacional por los crímenes contra la
prensa en México, “y ya no tiene margen de maniobra para más respuestas
cosméticas”.
Tradução (parcial): Jadson Oliveira
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