Iván Márquez, comandante das FARC (à direita), em Havana junto de representantes de Cuba e Noruega, países que dão respaldo às negociações de paz (Foto: AFP/Página/12) |
As FARC e
o governo de Santos acertam acelerar o diálogo: quando reinava o pessimismo, o
governo colombiano se comprometeu a iniciar “um processo de redução das ações
militares” na próxima segunda-feira, quando começará o cessar-fogo anunciado pela
guerrilha.
Por Gustavo Veiga – no jornal argentino Página/12, edição impressa de hoje, dia
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Quando as pesquisas, certos discursos políticos e a
escalada do conflito haviam instalado um clima de pessimismo na Colômbia sobre as
Conversações de Paz, a semana começa com uma notícia que reforça outra boa notícia:
o anúncio das FARC de um cessar-fogo unilateral por um mês, que começará em 20
de julho, se somou ontem ao acordo para discutir um “plano de trabalho” que
acelere a finalização imediata das hostilidades, mas de maneira bilateral. Ou seja, o
governo aceitou se juntar à trégua. Para a guerrilha, a decisão chegou acompanhada de outra:
a exigência feita ao Estado para que desmantele os grupos paramilitares que
ainda operam no país. Um pedido que deve ser lido
em perspectiva. As FARC não
querem repetir a experiência da União Patriótica, um partido político de esquerda
que durante as décadas de 1980 e 1990 sofreu o extermínio de seus candidatos e
militantes mais importantes quando abandonou as armas e se concentrou na
participação de eleições.
O governo de Juan Manuel Santos se comprometeu a
iniciar “um processo de “desescalamiento” (desescalada, redução) das ações
militares” na próxima segunda-feira, quando começará a trégua unilateral anunciada
pelas FARC. Quatro meses depois, os delegados do Estado colombiano e os
insurgentes realizarão uma primeira avaliação das medidas para baixar a
intensidade do conflito, assim como dos resultados do acordo para agilizar a
negociação.
Continua em espanhol, com traduções pontuais:
La búsqueda de la tregua
bilateral llega en el momento que se hablaba de interrumpir las negociaciones
en Cuba que se vienen produciendo desde el 19 de noviembre de 2012. El gobierno
de Santos y las FARC comenzaron a dialogar desde esa fecha (desde esta data) con
avances y retrocesos. Las negociaciones son auspiciadas por los países garantes
(garantidores, que dão respaldo) del proceso de paz, Cuba, Noruega, Chile y
Venezuela.
En una de las últimas
declaraciones leídas por el comandante Ricardo Téllez de las FARC, la
organización señaló: “Reafirmamos nuestra decisión de hacer dejación (de deixar,
de largar) de las armas pero antes deben tomarse medidas para impedir que
tengamos que contemplar impasibles como vuelve (que tenhamos que contemplar
impassíveis como volta) a producirse en Colombia el exterminio de una fuerza
política nacida de un acuerdo de paz”. Las FARC presentaron además un primer
informe con los nombres de los grupos y líderes paramilitares que todavía (que
ainda) operan en diferentes regiones del país. El pedido de la guerrilla alude
al caso de la Unión Patriótica, una fuerza política de izquierda creada a
mediados de los años ’80 cuando negociaron la paz el entonces presidente
Belisario Betancur y los insurgentes. La UP fue diezmada (foi dizimada) por
grupos paramilitares de ultraderecha y el Cartel de Cali, principalmente. La
nómina de asesinados incluyó dos (A lista de assassinados incluiu dois) candidatos
presidenciales y cinco mil víctimas en total. La mayoría eran ex guerrilleros y
miembros del Partido Comunista Colombiano (PCC).
La decepción que domina a
la sociedad por cómo se prolongan las conversaciones en Cuba quedó reflejada (ficou
refletida) en una entrevista reciente que concedió el jefe de la delegación
gubernamental, Humberto de la Calle: “Esto se puede acabar. Algún día es
probable que no nos encuentren en la mesa de La Habana”. Su par en las
negociaciones, el comandante Iván Márquez de la guerrilla, había declarado,
citando a un senador liberal: “Ha dicho (Disse) Horacio Serpa con razón que si
acabamos con el proceso de paz, tendremos (teremos) 20 mil muertos más en una
década”.
Desde el inicio de las
conversaciones en La Habana, para los colombianos este es el peor momento. Lo
refleja la encuesta (Reflete isso a pesquisa) encargada por El Tiempo de Bogotá
que se hizo a 1000 personas en 23 ciudades entre el 1º y el 5 de este mes. El
75 por ciento descree (não acredita) de un acuerdo entre el gobierno y las
FARC, el 78 no acuerda (78% não concorda) con el modo en que Santos conduce las
negociaciones y el 80 por ciento considera que la guerrilla no tiene voluntad
pacificadora. En diciembre de 2013, un estudio semejante indicaba que el
porcentaje de negatividad era del 52 por ciento. De ahí que hoy se busque
acelerar las negociaciones para conseguir el postergado cese del fuego
bilateral (para se chegar ao postergado cessar-fogo bilateral).
El presidente acaba de
relevar a la cúpula militar de las tres fuerzas armadas y les había pedido a
los nuevos jefes “mantener la ofensiva en todo el país” contra la guerrilla. Lo
hizo después de que dos bombas panfletarias explotaran en Bogotá y dejaran diez
heridos (O presidente fez isso depois de duas bombas terem explodido em Bogotá,
deixando dez feridos). Santos acusó al Ejército de Liberación Nacional (ELN)
por el episodio, pero esa precisión no invalida la orden que les impartió a los
nuevos mandos (que deu aos novos comandos): la represión debe extenderse
también a las FARC aunque estén negociando la paz. Esa conducta belicista fue
criticada ayer (ontem) por Rodrigo Londoño, alias (codinome) Timochenko, el
máximo comandante de las FARC: “No parece en realidad el lenguaje más adecuado
para alguien que afirma estarse jugando su prestigio político en la búsqueda de
la paz dialogada”.
El 14 de abril pasado en
Buenos Aires, Cauca, las FARC mataron a once (11) soldados de un cuerpo de
elite mientras (enquanto) dormían. En un comunicado dijeron que había sido una
acción defensiva mientras (enquanto) mantenían una tregua unilateral de casi
cinco meses. Desde ese momento, recrudecieron los bombardeos sobre la guerrilla
que admitió decenas de bajas en sus filas (dezenas de baixas em suas fileiras).
La respuesta de las FARC
consistió en ataques a la infraestructura petrolera y energética del país. En
Tumaco, al suroeste colombiano, el derrame causado por la voladura del
Oleoducto Trasandino –equivalente a unos 10 mil barriles – ocasionó “el daño ambiental
más grande de los últimos 10 años”, según el ministro de Ambiente, Gabriel
Vallejo.
Las FARC exigen un cese del
fuego (um cessar-fogo) bilateral definitivo. Santos pone condiciones para ello
(para isso), pero ahora aceptó intensificar las negociaciones para lograrlo.
Tradução
(parcial): Jadson Oliveira
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