NA ARGENTINA, GENERAL DA DITADURA AMPLIA RÉCORDE: 12 CONDENAÇÕES, 10 PRISÕES PERPÉTUAS

Luciano Benjamín Menéndez é o repressor com mais condenações na história argentina (Foto: Télam/Página/12)
Um repressor que pode entrar no livro Guinness: a última condenação, a décima à prisão perpétua, no último dia primeiro, foi pelo sequestro e assassinato de três jovens da Juventude Universitária Peronista em 1976. O ex-chefe do Terceiro Corpo do Exército e do campo de concentração La Perla já foi condenado 12 vezes por crimes de lesa humanidade. Ele declarou que nunca perseguiu “ninguém por suas ideias políticas”.

Por Marta Platía, no jornal argentino Página/12, edição impressa de 02/06/2015

A poucos dias de completar seus 88 anos, no próximo dia 19, o chefe de repressores Luciano Benjamín Menéndez ouviu no último dia primeiro sua condenação número 12 por crimes de lesa humanidade (décima à prisão perpétua) e se converteu assim no militar argentino recorde na matéria. Um galardão pelo lado negativo, no qual inclusive é récorde no mundo, já que a Argentina é a única nação que tem julgado seus genocidas em seu próprio território e com suas próprias leis vigentes neste tipo de julgamentos. Processos judiciais só comparáveis aos de Nüremberg em 1946/1947; só que então os tribunais estiveram constituídos por magistrados dos países aliados que venceram a Segunda Guerra Mundial: Estados Unidos, União Soviética, Inglaterra e França; um detalhe que ressaltou – e mais de uma vez – o juiz espanhol Baltasar Garzón a propósito destes julgamentos na Argentina.
Passado o meio-dia, o Tribunal Oral Federal Nº 2 de Córdoba, integrado por Vicente Muscará, Juan Carlos Reynaga e Mario Eugenio Garzón, condenou Menéndez à “prisão perpétua e inabilitação absoluta”, já que considerou que “os fatos julgados foram executados no marco do terrorismo de Estado e, portanto, constituem delitos de lesa humanidade, imprescritíveis e “inamnistiables” (inanistiáveis, não anistiáveis)”.
Esta palavra, “inamnistiables” foi pronunciada pela primeira vez na boca de um juiz durante os (já) cinco julgamentos realizados em Córdoba dos repressores da ditadura a partir de 2008, e provocou uma grande alegria entre o público que abarrotou a sala de audiências e as escadarias da sede dos tribunais.
“Olha – esclareceu o promotor Facundo Trotta –, isto sempre figura na parte dos fundamentos de todos os julgamentos. Todos são “inamnistiables”. Porém, não lembro havê-lo escutado na parte resolutiva, na leitura do veredito que fazem os juízes”, falou ao Página/12. Por sua parte, Miguel Angel “Tito” Villanueva, irmão de uma das vítimas se sentiu aliviado: “Isso deixará claro para os governantes que pretendam deixar em liberdade estes e outros condenados nos próximos anos, sejam de qualquer grupo político, que não poderão fazê-lo. Que não há anistia nestes crimes”.
Três jovens fuzilados (continua em espanhol, com traduções pontuais)
Si hay justicia en el tiempo, este es uno de esos días que trazan parábolas que inducen a creerlo: hoy se cumplen exactos 39 años del crimen por el que se condenó ayer (ontem, dia primeiro/junho) a Menéndez. Aquel 2 de junio de 1976, Ana María Villanueva, de 23 años; Carlos Delfín Oliva, de 20, y Jorge Manuel Diez, de 26 – todos de la Juventud Universitaria Peronista (JUP) – estaban en la esquina de Caraffa y Octavio Pinto, en el norte de la ciudad de Córdoba, cuando fueron secuestrados por una patota del entonces jefe del Tercer Cuerpo de Ejército. Los jóvenes fueron arrojados dentro de un auto y llevados cerca del actual estadio de fútbol del Chateau Carreras. Allí, sin más, los fusilaron. Durante el juicio los testigos (Durante o julgamento as testemunhas) detallaron que “entre los tres cuerpos, sumaban más de 140 proyectiles de FAL”.
Daniel Paz & Rudy, do Página/12
A la salida del veredicto, y cuando todavía (ainda) se secaba las lágrimas, Tito Villanueva mostró a este diario su vieja corbata (gravata) bordó con lunares rojos (vermelhos): “La tenía puesta cuando nos dieron el cuerpo de mi hermana. Cuando la velamos. Ahí le prometí que iba a perseguir a quien la mató. Que buscaría Justicia. Hoy llegó el día y siento que estoy en paz con ella y con los compañeros”.
Un “vencedor” de la Tercera Guerra
Poco antes, cientos de familiares y jóvenes que se acercaron a escuchar el veredicto de los jueces tuvieron que hacer esfuerzos por mantenerse en silencio y digerir la insólita cantidad de desatinos que pronunció Menéndez en el ejercicio de su derecho a decir sus últimas palabras antes de ser condenado. Además de su acostumbrada diatriba, esta vez sumó algunas variantes que provocaron hilaridad en el público: “Esto no fue una guerra intestina – remarcó con tono entre marcial y de suspenso –. Esto fue la Tercera Guerra Mundial”, dijo, ante la carcajada (gargalhada) masiva, inevitable; al punto de que él mismo siguió, haciendo gestos con la mano para intentar acallarlos (tentar calá-los), “se los voy a explicar para que no se rían”. Pero el comienzo de la explicación fue aún más delirante: “Todo comenzó con una reunión en Icho Cruz (un pueblito cercano – um povoado próximo - a Carlos Paz, en las sierras de Córdoba) en 1959...”. De inmediato siguió la frase que lo convertiría, en la sucesión de hechos (no decorrer dos acontecimentos), en el vencedor de esa supuesta Gran Guerra: “Tenemos el dudoso (Temos o duvidoso) mérito de ser el único país del mundo en juzgar a su ejército victorioso”. Tras lo cual se hizo cargo de (A partir daí, assumiu como responsável por) sus subordinados y del “triunfo”. Algo que viene repitiendo desde su primera condena (condenação), el 24 de julio de 2008.
Siempre en esa línea, no perdió oportunidad de acusar al gobierno constitucional de Cristina Fernández de Kirchner: “Desde hace diez años que tenemos un gobierno dictatorial y despótico”. Y siguió: “Los guerrilleros en el poder buscan matar dos pájaros (2 pássaros) de un tiro: desprestigiar a la Justicia presentándolos como cómplices, y por otro al Ejército”. En ese punto le robó letra a su ex jefe, el dictador muerto Jorge Rafael Videla, cuando decía que “este gobierno ha hecho (fez) la revolución al modo gramsciano”.
De traje azul, camisa blanca y un estado de salud que sorprendió por su vitalidad, Menéndez se atrevió a decir también, “nosotros nunca perseguimos a nadie (ninguém) por sus ideas políticas”. Y, como ha ocurrido en juicios anteriores, volvió sobre el tema de las Brigadas Rojas (vermelhas) italianas, refiriéndose al “cáncer que había tomado a ese país y que había que extirpar”; aunque sin admitir la verdad histórica: que en Italia, y aun cuando en 1979 las Brigadas Rojas habían tomado de rehén (refém) al primer ministro Aldo Moro y las autoridades hubiesen podido obtener datos de los prisioneros que habían atrapado; su “colega” el militar jefe a cargo del antiterrorismo Carlo Alberto dalla Chiesa, se negó a torturar. “Italia puede darse el lujo de perder un primer ministro – dijo –, pero no de instaurar la tortura.” A la hora de la sentencia, en cambio (ao contrário), el represor eligió (escolheu) no permanecer en la sala.
A la salida de tribunales y bajo (e sob) un sol que brilló en el otoño cordobés, el querellante Claudio Orosz opinó que “la prueba contra él era superabundante. Abrumadora (Esmagadora). Está claro que Menéndez tenía una metodología en Córdoba, que engañaba a población tratando de hacerle creer que había una guerra y que esa guerra se libraba en las calles (era travada nas ruas) con enfrentamientos; cuando en realidad se trataba de fusilamientos encubiertos”. Por su parte, las dos “viejas” (as duas “velhas”) emblemáticas de Córdoba, Sonia Torres, titular de Abuelas (Avós) de Plaza de Mayo, y Emi de D’Ambra, de Familiares (de presos desaparecidos durante a ditadura), dijeron estar felices con esta nueva condena: “La lucha ha sido larga (longa). Sigue siendo muy larga – se adelantó Sonia –, pero poco a poco vamos encontrando la justicia que tanto buscamos. Nos faltan los nietos, pero también van a llegar. Ahora, otra vez, ver a Menéndez condenado ayuda a seguir. Ayuda a sentir que eso que nos dijo Néstor Kirchner y que parecía increíble, pudo hacerse”. A su alrededor, cientos de personas cantaban y festejaban blandiendo los ya clásicos claveles rojos (cravos vermelhos) con los nombres de los desaparecidos.

Tradução (parcial): Jadson Oliveira

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