Familiares, estudantes e moradores participam do velório do professor Luis Fernando Wolff (Foto: Página/12) |
O assassinato de Luis Fernando Wolff se somou a outras perdas de
militantes sociais: “É muito desconcertante que enquanto se fala de paz em
Havana, na Colômbia matam os homens e mulheres que trabalham pela paz”, afirmou
David Flórez, representante da Marcha Patriótica.
Por Katalina
Vásquez Guzmán, de Medellín – no jornal argentino Página/12, edição impressa de 05/05/2015 (em espanhol, com
traduções pontuais)
Hace una semana, en el
interior de su auto, a Luis Fernando Wolff lo alcanzaron las balas de un par de
sicarios en motocicleta. No hubo siquiera persecución. Detenido, mientras
esperaba el cambio de un semáforo en rojo (Retido no trânsito, enquanto
esperava num sinal vermelho), a pocos metros de casa, los tripulantes le descargaron
cinco tiros por la ventana derecha (pela janela do lado direito). Entonces, los
policías de Medellín se apresuraron (se apressaram) a figurar que se trató de
un intento de robo. Horas después, los gobernantes los desmintieron. No podía
ser que, incluso con silenciador y sin forcejear, un par de ladrones vaciaran
con precisión un arma en el líder social, que ni siquiera alcanzó a huir
(fugir).
“Mientras (Enquanto) no nos
puedan demostrar que su asesinato fue una situación criminal común, nosotros
creemos que detrás hay un trasfondo político (há uma motivação política)”, le
dijo a Página/12 Oscar Zapata, su estudiante en los años noventa, su compañero
de luchas profesorales por más de veinte años, y hoy presidente de la
Asociación de Profesores de la Universidad Nacional APUN. El profesor Zapata
opina que “es muy complicado que la muerte de Luis Fernando sea un crimen
normal por un robo, una venganza o (ou) cualquier cosa de ese tipo. Por encima
de eso está su carácter político y social; él no era una persona del común, era
un tipo de absoluta presencia activa y sobre todo le preocupaban las muertes
violentas; cada vez que asesinaban a alguien era el primero en movilizarse en
rechazo”.
A Luis Fernando le llegó
esa suerte el pasado lunes (segunda-feira) 27 de abril. Eran apenas las seis y
treinta de la mañana y el hombre, de 64 años, acababa de dejar a su hijastra en
el aula de clases (sua enteada na sala de aulas) de la misma universidad donde
trabajó por 30 años, y donde, a pesar de pensionarse (de se aposentar),
continuaba activo en los debates y movimientos sociales en defensa del carácter
público del Alma Mater. Wolff, además, formaba (fazia) parte de una coalición
de izquierda conformada el año pasado para respaldar los diálogos entre el
gobierno y la guerrilla de las FARC: el Frente Amplio por la Paz, la Democracia
y la Justicia Social. Para esta organización, el homicidio del profesor de
física y matemática “nos lleva a preguntarnos si ésa será la suerte de los
luchadores sociales en Colombia que hoy como ayer (que hoje como ontem) estamos
del lado de la paz”. Wolff, quien además era primo hermano del ex guerrillero
Navarro Wolff, era un defensor de la salida política negociada al conflicto
armado interno en Colombia, que lleva más de medio siglo (meio século).
Con su homicidio, los
defensores de derechos humanos y las coaliciones por la paz en Colombia
prendieron (acenderam, ligaram) una vez más las alarmas por la persecución y el
exterminio de líderes sociales y actores que respaldan la negociación con las
guerrillas. Según David Flórez, vocero (representante) nacional de Marcha
Patriótica, “hay una tendencia al incremento no sólo de las amenazas sino
también de los asesinatos, no sólo del que se registró contra el profesor Wolff
en Medellín. En la última semana, por ejemplo, fueron asesinados cuatro
indígenas en la zona de Cauca (Sur) pertenecientes a organizaciones adscriptas
al Frente Amplio por la Paz. De Marcha Patriótica tenemos 96 miembros
asesinados desde nuestra constitución, en abril de 2012, a la fecha (até esta
data). Sólo este año estamos llegando a unos 27 asesinatos de nuestros
integrantes en todo el país”.
En diálogo con este diario
(jornal), Flórez, integrante también de la comisión política del frente, señaló
que de acuerdo con informes mensuales del frente en su veeduría del cese del
fuego (em seu acompanhamento do cessar-fogo), “van en incremento las
violaciones de derechos humanos, no sólo en contra de defensores de DD.HH.,
sino en general de las organizaciones que respaldan el proceso de paz. Es muy
desconcertante que mientras (enquanto) se habla de paz en La Habana, en
Colombia se asesine a los hombres y mujeres que trabajan por la paz”. Para
David, en el caso del profesor Wolff se sintetizan además las diversas
dinámicas de persecución en Colombia, “porque se trataba de una voz crítica en
la academia, formaba (fazia) parte del movimiento sindical profesoral, y además
era un líder comunitario”.
Luis Fernando, en efecto,
libraba (travava) una fuerte lucha junto a vecinos (aos moradores) del barrio
Carlos E. Restrepo en contra de una administración supuestamente corrupta. Una
semana antes de su homicidio, Wolff y otros tuvieron que permanecer en la
puerta de la oficina (do escritório) de la copropiedad impidiendo que los
anteriores administradores saquearan documentación donde, se supone, están las
pruebas de los malos manejos. Dos (2) días antes de su muerte, el profesor
escribió a sus vecinos un mail que este diario pudo conocer: “Superado el
impasse de haber tenido cerrada la Oficina (fechado o Escritório) durante una
semana, espero que dentro de poco la situación administrativa de la Unidad se
normalice (...) Por el momento y hasta el 22 de mayo estaré dedicado a terminar
unos compromisos académicos con la UN (Universidad Nacional) Medellín”. Aun sin
comenzar mayo, ya sus familiares, colegas universitarios, estudiantes, amigos y
vecinos estaban encendiendo velas en su memoria en la plazoleta (na pracinha)
del barrio. Se escucharon las notas de un violín y el clamor de la comunidad para
que su crimen no quede (não fique) impune.
Entre las hipótesis sobre
los móviles del homicidio del profesor, los medios (de comunicação) locales
hablaron de sus denuncias por mal manejo de recursos en aquel barrio. En Carlos
E. Restrepo, además, se viven las dinámicas de muchas calles (ruas) de esta
capital heredera (herdeira) de Pablo Escobar: expendios de cocaína y marihuana
disputados por los “combos” al servicio de la Oficina de Envigado. Según el
profesor Oscar Zapata, también se tejen versiones acerca de que el profesor,
coherente y directo como siempre, rechazaba esas llamadas “plazas de vicio”. El
día de su homenaje, las velas y las camisetas blancas se mezclaban en el
espacio público con los grupos de muchachos dedicados a expender los estupefacientes.
Establecer por qué le quitaron (tiraram) la vida al profesor Wolff es el
trabajo de las autoridades, que ofrecieron entre 2 mil y 5 mil dólares por
información que aporte a la investigación. Lo importante, según Zapata, es que
“éste se trate como un caso especial, porque si se va al gran conjunto de casos
de criminalidad, nunca se solucionará”. Hasta el cierre (Até o fechamento) de
esta edición, sus familiares no se pronunciaron sobre el crimen contra su
esposo, padre y hermano, voz activa por la paz de Colombia.
Tradução (parcial):
Jadson Oliveira
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