(Foto: Arte de Fidel Nodal) |
Quando um “Estado canalha” como os Estados Unidos, que o é por sua sistemática
violação da legalidade internacional, profere uma ameaça como a que estamos
comentando, temos que tomá-la com muita seriedade.
Por Atilio
A. Boron (cientista político argentino) – do jornal Página/12, edição impressa de hoje, dia 10 (em espanhol, com
traduções pontuais)
Barack Obama, una figura decorativa en la Casa
Blanca que no pudo impedir que un personaje como Benjamin Netanyahu se
dirigiera a ambas cámaras del Congreso para sabotear las conversaciones con
Irán en relación con el programa nuclear de este país, ha recibido una orden
terminante del complejo “militar-industrial-financiero”: debe crear las
condiciones que justifiquen una agresión militar a la República Bolivariana de
Venezuela. La orden presidencial emitida hace pocas horas y difundida por la
oficina de prensa (pelo escritório de imprensa) de la Casa Blanca establece que
el país de Bolívar y Chávez “constituye una infrecuente y extraordinaria
amenaza a la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos”,
razón por la cual “declaro la emergencia nacional para tratar con esa amenaza”.
Este tipo de
declaraciones suelen preceder agresiones militares, sea por mano propia, como
la cruenta invasión a Panamá para derrocar a Manuel Noriega, en 1989, o (ou) la
emitida en relación con el Sudeste Asiático y que culminó con la Guerra en
Indochina, especialmente en Vietnam, a partir de 1964.
Pero puede
también ser el prólogo a operaciones militares de otro tipo, en donde Estados
Unidos actúa de consuno con sus lacayos europeos, nucleados en la OTAN, y las
teocracias petroleras de la región. Ejemplos: la Primera Guerra del Golfo, en
1991; o (ou) la Guerra de Irak, 2003-2011, con la entusiasta colaboración de la
Gran Bretaña de Tony Blair y la España del impresentable José María Aznar; o (ou)
el caso de Libia, en 2011, montado sobre la farsa escenificada en Benghazi,
donde supuestos “combatientes de la libertad” – que luego (depois) se probó
eran mercenarios reclutados por Washington, Londres y París – fueron
contratados para derrocar a Khaddafi y transferir el control de las riquezas
petroleras de ese país a sus amos.
Casos más
recientes son los de Siria y, sobre todo, Ucrania, donde el ansiado “cambio (mudança)
de régimen” (eufemismo para evitar hablar de “golpe de Estado”) que Washington
persigue sin pausa para rediseñar el mundo – y sobre todo América latina y el
Caribe – a su imagen y semejanza se logró gracias a la invalorable cooperación
de la Unión Europea y la OTAN, y cuyo resultado ha sido el baño de sangre que
continúa en Ucrania hasta el día de hoy.
La señora
Victoria Nuland, secretaria de Estado Adjunta para Asuntos Euroasiáticos, fue
enviada por el insólito Premio Nobel de la Paz de 2009 a la Plaza Maidan, de
Kiev, para expresar su solidaridad con los manifestantes, incluidas las bandas
de neonazis que luego (em seguida) tomarían el poder por asalto a sangre y
fuego y a los cuales la bondadosa funcionaria les entregaba panecillos y
botellitas de agua para apagar su sed para demostrar, con ese gesto tan
cariñoso, que Washington estaba, como siempre, del lado de la libertad, los
derechos humanos y la democracia.
“Estado canalha”
Cuando un
“Estado canalla” como Estados Unidos, que lo es por su sistemática violación de
la legalidad internacional, profiere una amenaza como la que estamos
comentando, hay que tomarla muy en serio. Especialmente si se recuerda la
vigencia de una vieja tradición política norteamericana consistente en realizar
autoatentados que sirvan de pretexto para justificar su inmediata respuesta
bélica.
Lo hizo en
1898, cuando en la Bahía de La Habana hizo estallar el crucero estadounidense
Maine, enviando a la tumba a las dos terceras partes (dois terços) de su
tripulación y provocando la indignación de la opinión pública norteamericana,
que impulsó a Washington a declararle la guerra a España. Lo volvió a hacer en
Pearl Harbor, en diciembre de 1941, sacrificando en esa infame maniobra a 2403
marineros norteamericanos e hiriendo (ferindo) a otros 1178. Reincidió cuando
urdió el incidente del Golfo de Tonkin para “vender” su guerra en Indonesia: la
supuesta agresión de Vietnam del Norte a dos (2) cruceros norteamericanos – luego
(depois) desenmascarada como una operación de la CIA – hizo que el presidente
Lyndon B. Johnson declarara la emergencia nacional y poco después, la guerra a
Vietnam del Norte. Maurice Bishop, en la pequeña isla de Granada, fue
considerado también él como una amenaza a la seguridad nacional norteamericana
en 1983, y derrocado y liquidado por una invasión de marines. ¿Y el sospechoso (suspeito)
atentado del 11-S (11 de setembro) para lanzar la “guerra contra el
terrorismo”? La historia podría extenderse indefinidamente.
Conclusión:
nadie (ninguém) podría sorprenderse si en las próximas horas o (ou) días Obama
autoriza una operación secreta de la CIA o (ou) de algunos de los servicios de
inteligencia o (ou) las propias fuerzas armadas en contra de algún objetivo
sensible de Estados Unidos en Venezuela. Por ejemplo, la embajada en Caracas. O
(Ou) alguna otra operación truculenta contra civiles inocentes y desconocidos
en Venezuela, tal como lo hicieran en el caso de los “atentados terroristas”
que sacudieron a Italia – el asesinato de Aldo Moro, en 1978 o (ou) la bomba
detonada en la estación de trenes de Bologna en 1980 – para crear el pánico y
justificar la respuesta del imperio llamada a “restaurar” la vigencia de los
derechos humanos, la democracia y las libertades públicas. Años más tarde se
descubrió que estos crímenes fueron cometidos por la CIA.
Recordar que
Washington prohijó el golpe de Estado de 2002 en Venezuela, tal vez porque
quería asegurarse el suministro de petróleo antes de atacar a Irak. Ahora está
lanzando una guerra en dos (duas) frentes: Siria/Estado Islámico y Rusia, y
también quiere tener una retaguardia energética segura.
Grave, muy
grave. Se impone la solidaridad activa e inmediata de los gobiernos
sudamericanos para denunciar y detener esta maniobra.
Atilio A. Boron - Director del PLED, Programa Latinoamericano de
Educación a Distancia en Ciencias Sociales. Centro Cultural de la Cooperación
Floreal Gorini.
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