MÉXICO: UMA CRISE DE MÚLTIPLAS DIMENSÕES - por VÍCTOR FLORES OLEA

"Enquanto não exista um genuíno interesse do Estado em reorientar a economia e a política em benefício popular, será impossível enfrentar esta crise múltipla em que vivemos".

Por Víctor Flores Olea (professor e ensaísta mexicano), no site do jornal mexicano La Jornada, de 16/02/2015 (em espanhol)

Basta ojear los principales diarios del país para percibir el carácter múltiple de la crisis que hoy vive México: crímenes y fosas con cadáveres a lo largo y ancho del país, desapariciones forzadas, corrupción prácticamente en todos los niveles de gobierno, enfrentamientos armados entre distintos cuerpos “del orden”,  asesinatos y otros graves delitos que quedan sin castigo, lenidad multiplicada del poder judicial, zonas enormes del país en la pobreza extrema y junto a ellos bolsas de riqueza desmedida que nos convierten en un país con diferencias sociales que se agudizan a medida que pasa el tiempo y, para rematar, en esta apretada síntesis, estancamiento del desarrollo económico que ya se anuncia será aun más grave en el inmediato futuro, según puntualizarán en breve las instituciones correspondientes: Banco de México, INEGI y otras. Y, naturalmente, la creciente desconfianza y, por tanto, deslegitimación de las autoridades públicas en infinidad de niveles sociales.

Crisis multidimensional que abarca, al menos, lo social, lo económico y lo politico. Desconfianza, rechazo y descrédito de la palabra y publicidad de las autoridades gubernamentales en todo el espectro. Situación tanto más grave que tal crisis no se explicaría sin la participación active o pasiva de buena parte de la ciuaddanía, que resulta uno de los aspectos más graves de la situación actual, ya que la distancia e indiferencia de gran parte de los gobernados hacia los gobernantes colocan al país en un momento de fragilidad excepcional, el más grave de los últimos tiempos, seguramente de las últimas décadas.

Tales fragilidades, desconfianzas y desacato sitúan al conjunto del Estado y de la sociedad mexicana en un término de rupturas y conflictos que se perciben a diario y que corren el grave riesgo de agudizatse con el paso del tiempo. De hecho, aun en una rápida revisión, no es difícil percibir que vivimos ya en una etapa de enfrentamientos sociales, efectivos o potenciales, que no tienen otro nombre que el de lucha de clases. Sorda y que no siempre recibe su valoración exacta, pero que muestra ya su realidad innegable, con el peligro adicional de que las autoridades la desconocen o muestran como respuesta reflejo la negativa invariable de la agudización delicuencial y de las crecientes contradicciones sociales en México. Puede entenderse que intenten “publicitar” por todos los medios que la situación no es extrema, pero lo que resulta grave es que no parece haber conciencia real de la grave situación que vive México.

Para el colmo, la iniciatica privada invoca al ejército como una table de salvación y medidas como el relanzamiento de la Secretaría de la Función Pública, con un ilustre desconocido al frente, no es ciertamente  lo que esperaba la opinion pública ni el camino que nos permitirá avanzar hacia la solución del gravísimo problema de la corrupción pública y de las contradicciones sociales.

Sin desconocer que el fenómeno de la corrupción no es solamente una cuestión de autoridades sino que tiene que ver también con la conducta de muchos, incontables privados. Por eso mismo, el camino de su solución parece ir más por la ruta de una comisión de personalidades con prestigio que coadyuven, o intervengan, o contribuyan con las autoridades a tomar medidas que logren real y eficazmente la disminución de la corrupción y de la violencia en muchas esferas públicas, lo que además tendría una faceta democratizadora que resulta indispensable en las circunstancias actuales.

La desconfianza ante la palabra de las autoridades, y el despego y desprecio hacia sus medidas, por tantos motivos justificada, es algo que por su dimension y gravedad merece una atención con enfoque diferente, y tiene que ver con una apertura y participación mucho mayores de la ciudadanía en ciertos asuntos particularmente delicados de la función pública. En realidad, se trata de gobernar con una dimension democråtica mucho mayor, que es uno de los reproches fundamentales que se hacen a las actuales autoridades gubernamentales. Lo he dicho en otras ocasiones: dentro de la actual crisis multidimensional por la que vive México el camino no es el de la concentración mayor de los intereses, sino el de la corresponsabilidad compartida con la ciudadanía. Vuelvo a lo mismo: una mayor democratización efectiva de la toma de decisiones en el país.

Por supuesto que la situación no es fácil, pero dentro de la crisis que vivimos, muchas veces a punto de desbordarse, o que ya se ha desbordado, es necesario gobernar con imaginación y creatividad, que es la única manera de ir recuperando, si es aun posible,  la confianza y la legitimidad perdidas, que casi sin excepción mostrarían las encuestas serias y creíbles. De otra manera, sería prácticamente imposible contener el desbordamiento de esta crisis que es multiple y que podría llegar a extremos que después sería muy difícil o imposible contener.

Desde luego, la concentración brutal de la riqueza, y la avidez de los que ya tienen, resulta tal vez la causa principal de los conflictos ya dsencadenados, y como única respuesta se encuentran tímidas medidas de beneficiencia social, mientras que la política de fondo se ha ido abiertamente del lado del neoliberalismo más brutal, que ha sido bien definido como “una fábrica de pobres”, y diremos todavía, en un sistema de cruel explotación sin límites.

Y todo esto, dentro de regimens politicos que tienden a ser cada vez más autoritarios. Recordemos que un prototipo del neoliberalismo actual apareció con la dictadura de Augusto Pinochet, asesorado por los llamados Chicago Boys y universalizado por Margaret Tatcher y Ronald Reagan. Tampoco olvidemos que en América Latina el neoliberalismo se ha identificado con buenas razones con el Consenso de Washington y que generalmente se considera como la causa principal de las crisis económicas generales que ha vivido el mundo en los últimos años.

El problema es de fondo y no podrá ser resuelto con discursos en los que nadie cree, en tanto que las medidas políticas y económicas reales tienden al fortalecimiento de la pequeña capa de la gente adinerada en México. Mientras no exista un genuino interés del Estado en reorientar la economía y la política en beneficio popular, será imposible sortear esta crisis multiple que vivimos, la crisis multidimensional a que nos referimos.

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