Evo Morales: "Nosso pecado é sermos indígenas e anti-imperialistas" (Foto: Página/12) |
Por Atilio A. Boron, cientista social argentino (reproduzido do jornal argentino Página/12, edição de 05/07/2013)
A detenção e, de fato, o sequestro sofrido por Evo Morales durante 14 horas em Viena na sua acidentada viagem de regresso de Moscou demonstra claramente que os governos europeus, e as classes dominantes às quais estes representam e para cujos interesses atuam, são simples servos do império. Toda sua oca fraseologia sobre democracia, direitos humanos e liberdades cai por terra como um castelo de areia diante da contundência da proibição que impedia o presidente boliviano sobrevoar o espaço aéreo de alguns países europeus. Na verdade, nada disto deveria nos surpreender, porque se de algo deram prova os sucessivos governos da Europa desde finais da Segunda Guerra Mundial foi sua irresistível vocação por ajoelhar-se diante do novo amo imperial e satisfazer seus menores desejos, ainda que à custa da sua dignidade e da sua vergonha. Não todos os governos nem todo o tempo, é certo, porque houve algumas exceções: De Gaulle na França, Olof Palme na Suécia, entre os mais notáveis, mas sim a grande maioria deles. Obedecem cegamente as ordens da Casa Branca para condenar Cuba e participar no criminoso bloqueio a que submeteram a ilha por mais de 50 anos; consentiram que os Estados Unidos e a OTAN, a maior organização terrorista internacional, bombardeasse impunemente o próprio território europeu, a ex Iugoslávia, sem contar sequer com o guarda-chuava legal duma decisão do Conselho de Segurança das Nações Unidas autorizando a operação; autorizaram e foram também cúmplices dos voos “secretos” da CIA, nos quais transportavam “detidos fantasmas” (ou desaparecidos) de numerosas nacionalidades rumo aos cárceres clandestinas onde se podia torturar e assassinar com total impunidade esses supostos suspeitos de terrorismo; governantes, por último, cúmplices dos inumeráveis crimes de guerra perpetrados por Washington em locais tão diversos como a ex Iugoslávia, Iraque, Irã, Afeganistão, Líbia e Síria, entre os mais recentes.
(Segue em espanhol com algumas traduções pontuais):
Gobiernos genuflexos (subservientes), sin dignidad alguna, que aceptan resignadamente que su amo y señor los espíe y que monitoree las comunicaciones de sus órganos regionales, como la Comisión Europea, mientras persiguen a (enquanto perseguem) Julian Assange y Edward Snowden por el “delito” de haber hecho (de haver feito) públicas las masivas violaciones de Estados Unidos a los derechos individuales. En una palabra: la Casa Blanca actúa con esos gobiernos europeos como un siniestro e inescrupuloso patrón lo hace con sus indefensos subordinados. Y los gobiernos de Francia, España, Portugal e Italia, a su vez, actúan como la puta de Babilonia, que según narra la Biblia en el Apocalipsis (2.17) “con ella fornicaron los reyes de la tierra – léase los “capos” de Washington – y los habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su prostitución”.
Por enésima vez esos gobiernos volvieron a prostituirse violando las normas internacionales consuetudinarias que otorgan inmunidad a los jefes de Estado y de Gobierno y a las aeronaves (o cualquier otro vehículo) que los transporte. La Convención de Naciones Unidas sobre Inmunidades de los Estados y sus Bienes, de 2004, recoge estas normas y las amplía, pero desgraciadamente aún no está en vigencia. Sería por ello (por isso) importante que la Argentina y demás Estados de Unasur la ratifiquen cuanto antes e impulsen su entrada en vigencia, dado que protege las inmunidades soberanas, cada vez más amenazadas por la desenfrenada contraofensiva lanzada por el imperialismo para regresar América latina y el Caribe a la situación existente antes de la Revolución Cubana. Aunque, ya se sabe, si hay algo que el imperialismo jamás respeta, como lo prueba la historia y lo teoriza Noam Chomsky, es la legalidad internacional, sea ésta codificada o no.
Los presidentes de Argentina, Cuba, Ecuador, Venezuela, el secretario general de la Unasur, Alí Rodríguez y, ¡stupor mundi!, el mismísimo secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, manifestaron su repudio ante la actitud de los gobiernos europeos. El presidente (equatoriano Rafael) Correa sintetizó la opinión prevaleciente en toda la región cuando tuiteó que “¡Todos somos Bolivia!”. Sorprendió, en cambio (por outro lado), la lenta reacción de otros países de la región, empezando por Brasil (la presidenta Dilma Rousseff ¡demoró catorce (14) horas en manifestar su solidaridad con Evo!) o el Uruguay, cuyo gobierno tardó unas doce horas en hacer público su condena a lo ocurrido. (negrito deste blog)
Previsiblemente, los gobiernos que son los “proxis” regionales del imperio en Sudamérica, como Colombia, Perú y Chile, hasta el cierre de esta nota no habían emitido opinión. En Chile, el periódico El Mercurio, consumado especialista en las malas artes de la desinformación, tituló el secuestro a que fuera sometido el presidente boliviano como una “impasse”. En el caso del Perú, país que ejerce la Presidencia pro témpore de la Unasur, sorprendió aún más la pasividad de su gobierno, que ante la gravedad de los hechos acaecidos en Europa debió haber convocado de inmediato una reunión de urgencia para adoptar una política común en defensa del presidente boliviano y, por extensión, de toda América latina. No sólo no lo hizo (Não apenas não o fez), sino que el presidente Ollanta Humala desistió de participar en la cumbre de Cochabamba o de enviar a un emisario en su nombre, con lo cual se debilita la gravitación de la Unasur, sobre todo si se tiene en cuenta que tampoco participarán en ella la presidenta Dilma Rousseff y sus pares de Colombia y Chile.
La lección que se desprende de este escandaloso incidente es que no tiene sentido alguno avanzar en un tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, habida cuenta de la complicidad de los gobiernos del Viejo Continente para quebrar las normas más elementales del derecho internacional. ¿O es que vamos a creer que si violan sin chistar reglas fundamentales ante la menor señal de Washington van a respetar las otras, mucho menos importantes, que regulan el comercio internacional? Habría que ser muy ingenuos para creer en algo así. La verdad: ni en Estados Unidos ni en la Unión Europea existe la “seguridad jurídica” que con tanta vehemencia reclaman de nuestros países. Por lo tanto, reforcemos la unidad de Nuestra América porque si no nos integramos y nos unimos, si no nos defendemos entre nosotros, la Roma americana y sus compinches europeos se cebarán (cevarão) en su impunidad y mientras (enquanto) cantan loas al libre comercio harán (farão) lo que genialmente anticipaba hace casi dos siglos (há quase dois séculos) Simón Bolívar, cuando decía que “los Estados Unidos parecen predestinados por la providencia a plagar de miserias a las Américas en nombre de la libertad” ("os Estados Unidos parecem predestinados pela providência a infestar as Américas de misérias em nome da liberdade".
Comentários