Paraguay y la integración soberana

(A los amigos cubanos – edición especial)

“Somos pobres, pero somos muchos”. Este grito, oído en una manifestación en las calles de Caracas, llega a mi memoria al ver, en la pantalla de TeleSur, los paraguayos festejando la victoria del ex obispo Fernando Lugo en las elecciones presidenciales el domingo, día 20. Un país marcado por índices altos de pobreza (los porcentages varian del 40% hasta el 80%, dependiendo de las fuentes), de analfabetismo y corrupción, busca integrarse a los nuevos vientos que soplan en América del Sur, empujados por el despertar de los pueblos pobres. El rumbo es la unión de gobiernos afilados con la integración soberana, el creciente protagonismo del movimiento popular y la ampliación de la democracia participativa, lo que disminuye el campo de acción de las viejas oligarquías y del poderoso imperio estadounidense.

El cambio se parece casi irreal bajo la mirada de una generación, como la mía, que ha vivido acostumbrada a la dura presencia del dictador Alfredo Strossner (del 1954 hasta el 1989 en el poder). Paraguay era sinónimo de oscurantismo. Es difícil que alguien quien disfrutó su juventud durante los años 60 y 70 osara pensar en Paraguay cuando se hablaba de mejores días para los oprimidos, de democracia, revolución o socialismo. Mismo considerando que aquella generación vivió el “sueño imposible” de la victoria de Viet Nam por encima de Estados Unidos y, después, la muerte (lenta y gradual) de la dictadura militar en Brasil, la caída de tantas otras dictaduras en nuestra América Latina, la resistencia heroica de los cubanos...

No, Paraguay no puede! Paraguay, por lo menos en nuestra imaginación, estaba detenido en las garras de Strossner, no había dialéctica, no había vida. Pero la propia vida, felizmente, se encargó de denunciar a nuestros errores, nuestras limitaciones. Y he que la fuerza y las esperanzas del pueblo paraguayo se materializan a través de la acción de un militante católico, un humanista quien hace muchos años vive entre su gente, un hijo de la Teología de la Liberación, aquella misma la cual el último papa y el actual tanto hicieron para extinguirla.

Búsqueda de la soberanía – Fernando Lugo, todo haz creerlo, va a trabajar para que Paraguay siga un camino que es recorrido hoy por la mayoría de los países suramericanos – con diferencias de énfasis a vezes acentuadas -, buscando administrar a los recursos en beneficio de los más pobres, y no de los más ricos, como ocurrió los últimos 500 años, lo que representa un atrevimiento inconcebible según la visión de las oligarquías y el imperio.

Seguramente tendrá el odio de los grupos económicos que actuan en Brasil al negociar con el gobierno brasileño cuestiones de intereses bilaterales, como es el caso de Itaipú (usina de energía de los dos países). Se espera que el gobierno de Lula mantenga la posición de sensibilidad social como tuvo durante las negociaciones con Bolivia, involucrando intereses de Petrobras, la petrolera estatal brasileña. Es decir, que no ceda a los chantages hechos a través de nuestra gran prensa, la cual sólo sabe presentarse como nacionalista en la hora de explotar el vecino más débil (oya el terrorismo mediático!).

Para hablar solamente de los latinos de América del Sur, están actualmente en el rumbo de la integración soberana – y por eso se enfrentan a la dura hostilidad norteamericana – Venezuela, Argentina, Bolivia y Ecuador. También, con una política bien más moderada, Brasil, Uruguay y Chile (moderadísima en el caso del último). Perú mantiene todavía una política vinculada a los intereses estadounidenses y Colombia, que sufre una conyuntura de conflictos violentos, tiene un gobierno fuertemente apoyado por Estados Unidos. (Quedan de fuera Guayana Francesa, colonia todavía; y Surinam y Guyana, los cuales no son latinos, fueron colonizados por Holanda e Inglaterra).

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