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O método
foi descrito pelo cientista político estadunidense Gene Sharp. Se trata duma
estratégia de 5 passos que busca derrubar as administrações progressistas sem o
uso da força.
O fenômeno
começou na América Latina com a Venezuela, onde em 2002 tentaram derrubar Hugo
Chávez.
A estratégia é sempre a mesma:
primeiro são as campanhas de medo e desinformação, depois as denúncias de suposta
corrupção, se argumenta com a falta de liberdade de expressão e a estigmatização
ideológica; passa-se então aos protestos de rua por qualquer motivo e,
finalmente, a desestabilização que provoca a quebra institucional dum país.
Do jornal equatoriano El
Telégrafo (empresa pública do governo federal), edição digital de hoje, dia
22 (em espanhol)
La estrategia siempre es la misma: primero son las campañas de miedo y
desinformación, luego las denuncias de presunta corrupción, se arguye falta de
libertad de expresión y la estigmatización ideológica; se pasa a las protestas
callejeras por cualquier motivo y, finalmente la desestabilización que provoca
el quiebre institucional de un país.
Este método es lo que se denomina un golpe ‘blando’ o ‘suave’. Atrás
quedaron aquellos tiempos en que las fuerzas armadas intervenían directamente.
Ahora es más sutil, se usa a la sociedad civil, toma tiempo, pero se puede
llegar al objetivo: la caída de un gobierno o, al menos, el desgaste de su
gestión.
Curiosamente, en Latinoamérica este fenómeno es común contra los
gobiernos de izquierda. Quienes orquestan las movilizaciones, si no logran el
eventual derrocamiento, al menos intentan erosionar la imagen del
gobernante de turno.
Ecuador no es ajeno a este problema. En las últimas 2 semanas las calles
de Quito y Guayaquil, principalmente, se han agitado sobre todo a raíz del
anuncio del Gobierno de enviar a la Asamblea Nacional 2 proyectos de Ley: el de
la Redistribución de la Riqueza y el de las Plusvalías, que quedaron archivadas
temporalmente.
Desde principio de este año sectores indígenas y de trabajadores de
oposición se adelantaron en realizar manifestaciones. Ellos en cambio han
salido a protestar en rechazo a la Ley de Aguas y de Tierras o de Justicia
Laboral. Los argumentos difieren, pero la idea es manifestarse siempre contra
algo.
El golpe ‘blando’ es una estrategia que se empezó a aplicar en países de
europa del Este, generalmente no alineados a la política estadounidense,
durante la primera década del nuevo milenio. Países como Georgia, Ucrania y
Bielorrusia, por ejemplo, han pasado por estas fases. Solo en la última nación
no se logró el cometido de derrocar al gobierno (2006).
La estrategia es atribuida al politólogo y filósofo estadounidense Gene
Sharp, autor de 2 libros: La Política de la Acción no violenta, y De la
Dictadura a la Democracia.
Su primera obra describe 197 métodos que pueden utilizarse para lograr
el objetivo, que es la desestabilización de un gobierno, generalmente no afín a
los intereses de Estados Unidos.
En la región, Venezuela es el país que más ha sido asediado por esta
estrategia. La sufrió primero en 2002, cuando fuerzas opositoras lograron el
breve derrocamiento de Hugo Chávez. Este retomó el poder gracias a la
movilización de cientos de miles de manifestantes que salieron a exigir su
retorno, pese a que algunos medios de comunicación intentaron invisibilizar lo
que ocurría en el país.
No corrieron igual suerte los gobiernos progresistas de Honduras y Paraguay.
En el primer caso se logró el derrocamiento del gobierno de Manuel Zelaya, en
2009, mientras que en el segundo, Fernando Lugo fue defenestrado por una
maniobra en el legislativo de ese país.
Los gobiernos de Argentina, Bolivia, Nicaragua y Brasil incluso también
han resistido la arremetida de las fuerzas opositoras, con
continuas movilizaciones y campañas mediáticas para mermar la imagen de los
gobernantes, sin lograr sus objetivos.
Frente a esos escenarios, el presidente Rafael Correa advirtió el año
pasado que en Ecuador se vislumbraba esta campaña que denominó ‘de
conspiración’, producto de lo que él llamó ‘la restauración conservadora’, a la
que se suman grupos de izquierda radical.
Mario Ramos, director del Centro Andino de Estudios Estratégicos, dice
que es una estrategia de guerra sicológica y se le llama blanda o suave porque
no se utiliza la fuerza bruta para tomar el poder: “un golpe de ese
estilo ya no se legitima y en poco tiempo queda desacreditado por la
ciudadanía”.
Los golpes ahora utilizan operaciones sofisticadas, que le dan un matiz
de cierta ‘legitimidad’ para combatir a gobiernos que no se alinean a los
intereses de Estados Unidos. “Es una estrategia bastante inteligente de
utilizar la sicología de masas, efectos mediáticos con medios de comunicación y
redes sociales, por eso se calificó de blando, porque no es el clásico golpe de
Estado del siglo pasado”, explica.
En el caso de Ecuador sostiene que es evidente que se está aplicando esa
estrategia, por eso es importante actuar en forma inteligente para
contrarrestar estas acciones. Por ejemplo, si la oposición efectúa una marcha
es mejor no responder con una contramarcha, porque de lo contrario se crearía
un pretexto para justificar la violencia.
Un caso en que se registraron hechos lamentables fue el ocurrido en
Ucrania, donde una manifestación opositora fue respondida con una contramarcha,
lo que generó enfrentamientos que incluso llegaron a ocasionar muertes.
A su criterio, el gobierno ha tomado acciones prudentes, como el retiro
de los proyectos de ley, de esta forma las marchas opositoras no tienen razón
de ser y la gente las vería sin sentido. “Creo que el Presidente (Rafael
Correa) ha actuado de manera inteligente, y ha salido fortalecido con la
decisión, más aún con la convocatoria al diálogo, lo que le ha beneficiado”.
Para Winston Alarcón, catedrático universitario, los golpes fuertes eran
comunes en la década de los 60 y 70 en Latinoamérica, lo que hizo que el mundo
viera el intervencionismo de una potencia extranjera contra países pequeños
como amenaza. Considera que ciertos medios de comunicación juegan un papel
fundamental con la desinformación para crear descontento popular, a fin de
promocionar malestar en sectores de la población; también se suman denuncias de
corrupción y se manipulan prejuicios acerca de comunismo y socialismo para
infundir miedo o rechazo.
“También se han atribuido como bandera de lucha la libertad de prensa y
derechos humanos, como lo establece el manual de Gene Sharp, para debilitar al
gobierno, y la movilización en las calles, la creación de conflictos”,
concluye el docente.
Eduardo Vásquez, dirigente de las Juventudes Comunistas, considera
importante conocer bien la situación mundial, donde se percibe una guerra
geopolítica entre bloques y grupos de poder que, a su modo de ver, conspiran contra
todo proceso de integración.
“Debemos tener bien claro que es necesaria la
unidad, la educación al pueblo ecuatoriano para que conozca el verdadero
problema mundial”, sostiene, tras señalar que la clara intención de Estados
Unidos y de grupos de poder económico es desestabilizar países como Venezuela o
Argentina, donde los conspiradores no descansan, y que, por lo tanto, Ecuador
no es ajeno a esta situación.
Idea de
ruptura no es aconsejable para Ecuador
El fantasma de una eventual ruptura del poder constituido es considerada
por analistas como un hecho con repercusión internacional.
Según Winston Alarcón, las grandes oligarquías nacionales intentarán
desmontar las relaciones que tiene Ecuador con países como Venezuela, Cuba y
Centroamérica.
Si se llegase a producir una ruptura institucional, se correría el
riesgo de que el país quede en un aislamiento económico internacional, “por eso
es necesario hacer un llamado para que no se permita la movilización
reaccionaria que nos pretende volver al pasado neoliberal”, manifiesta.
En cambio, Carlos Estarellas Velásquez, analista internacional,
considera que un escenario de esa naturaleza no es lo recomendable, pero si se
produjera aquello en el plano internacional existe el llamado reconocimiento de
gobierno, que es una institución del derecho y que se da solo cuando ocurre
alguna alteración. Esto permite que gobiernos de los países puedan decidir si
se da el reconocimiento o no de un nuevo Gobierno. “Considero que un escenario
adverso no es recomendable para el país”, finalizó.
En la
Constitución ecuatoriana se estipula la figura de revocatoria del mandato para
el Presidente, pero esta necesita el 15% de firmas del último padrón electoral.
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