O IMPÉRIO NÃO QUER KADAFI, NEM DEMOCRACIA: O IMPÉRIO QUER PETRÓLEO

Por Leandro Grille (reproduzido conforme me foi enviado através de e-mail por uma amiga. Entre parênteses, traduzi algumas palavras e frases. O título acima é deste blog).


Para analizar Libia sobre el pucho de los acontecimientos (sob a pressão imediata dos acontecimentos), ignorándolo todo, consumiendo fatalmente noticias de las grandes cadenas (cadeias), se puede recurrir a aquella genialidad de Baudrillard negando la Guerra del Golfo, a su postulada hiperrealidad constituida de simulacros, pero también a una conjetura que me acercaron hace pocos días (mas também a uma hipótese que me apresentaram há poucos días), de aplicación en el ámbito de la sociología que lleva el nombre de Teorema de Thomas y postularía algo así como “si la gente define una situación como real, entonces es real en sus consecuencias”.

Si un mandatario ordena una masacre contra población civil indefensa, merece la condena (a condenação). Eso con independencia de cualquier consideración sobre presupuestos ideológicos o alineamientos (alinhamentos) políticos presentes o (ou) pasados. Mucho más si utiliza para ese fin ejércitos mercenarios y armamento de guerra. Pero la voluntad irreprochable (Mas a vontade irreprochável, inatacável) de condenar un genocidio rápida e inequívocamente, sin miramientos (considerações) de ninguna clase, se enfrenta con un obstáculo superlativo cuando para proceder a la condena (condenação) es necesario echar mano (lançar mão) a la información emergente desde las páginas y pantallas (telas) de los medios de comunicación menos neutrales de la historia, dirigidos todos por un imperio que no ha hesitado en mentir, tergiversar siempre de acuerdo a los intereses anexionistas de los dueños del mundo.

Yo no tengo (Eu não tenho) idea de lo que pasa en Libia. Salvo que existe una guerra civil con una enorme cantidad de sangre. Y la culpa principal de que no tenga idea ni yo ni, probablemente, el que lea esta columna, no le corresponde a Muammar Gaddafi (Kadafi), al menos no exclusivamente, le corresponde también a la voz monocorde y manipuladora que nos presenta un estado de situación sin pausa y sin matices, que por lo pronto (que em primeiro lugar), en dos (dois) eventos de importancia dramática, han probado ser falsos: Gaddafi está en Trípoli y no en Venezuela, y la Plaza Verde de Trípoli, con sus manifestantes, no fue bombardeada.

Existe además una tercera mentira difundida por la televisión del Emirato de Qatar, Al Yazira: en Libia la rebelión no es desarmada. Es una rebelión armada y ello (e isso) sin abrir ningún tipo de juicio de valor sobre ella, pero (mas) las rebeliones desarmadas no toman ciudades, ni avanzan creando estados paralelos, ni jamás, porque no existen precedentes en la historia, hacen flamear (fazem tremular) nuevamente la bandera monárquica del reino de Isdri, depuesto hace más de cuarenta años por la revolución.

En mi opinión, la revolución libia, y el liderazgo de Gaddafi, en su momento enmarcado (baseado, inspirado) en la doctrina del panarabismo y referenciado en la figura de Nasser, contribuyó sustancialmente a la soberanía y la independencia de Libia, nacionalizando el petróleo, redistribuyendo la riqueza, estableciendo la igualdad de la mujer, y enfrentándose abiertamente con el Imperio. Sin embargo, todos aquellas conquistas del pasado, que determinaron incluso el bombardeo en los años ochenta de la casa de gobierno, ordenado por Reagan, donde muriera una de sus hijas, no impiden ver que en la última década progresó (progrediu) en su carácter de autócrata excéntrico, empecinado (alimentado) en la buena relación con Europa y Estados Unidos, abjurando (abrindo mão) de su pasado, ¬ tanto de su peor pasado de volar (fazer explodir) aviones en pleno vuelo, como de su mejor pasado antiimperialista, asumiendo conductas típicas de aristócrata árabe.

Fue así que, a fuerzas de petróleo, la Unión Europea le abrió las puertas a un Gaddafi manso, y tanto Francia, como Italia, Alemania e Inglaterra, comenzaron a venderle armas, mientras (enquanto) empresas de toda Europa comenzaban a radicarse en uno de los países más ricos de África. Fue así también como Estados Unidos levantó las sanciones y estrechó sus vínculos de cooperación económica y política con un régimen hasta poco tiempo antes considerado un paria de una oscura (obscura) región del mundo.

Sin embargo (No entanto), lo que Europa y el Imperio quieren no es a Gaddafi, al final de cuentas un aliado díscolo (desobediente), imprevisible, con amigos raros, y nunca del todo sumiso (submisso). Lo que OTAN quiere es el petróleo libio, como en su tiempo quiso y obtuvo (quis e obteve) el petróleo iraquí, y como ya controla el petróleo saudí. Porque es un dato (fato) siempre a tener en cuenta: entre las principales reservas petrolíferas del mundo se ubican (localizam) Arabia Saudita, Irán, Irak, Kuwait, Venezuela, Libia, Qatar. No hay que ser un genio para darse cuenta de que los que no son en la actualidad colonias o (ou) monarquías tuteladas por Estados Unidos están en el mismo centro de las discordias, el ojo (no olho) de la tormenta propagandística y militar que somete (submete) al mundo en una guerra que es tanto armada como comunicacional.

Porque si es verdad la represión brutal del régimen libio esta semana contra población civil, Gaddafi debe ser condenado sin ambages (sem rodeios), pero no por ello hay que caer en el (mas nem por isso se tem que cair no) coro perverso de los que se rasgan las vestiduras con los crímenes de Gaddafi, pero (mas) no denuncian que ayer (ontem) el ejército israelí bombardeó Gaza, que Estados Unidos bombardea civiles todos los días en Irak, Afganistán, Somalia, Yemen, al margen de tener a toda la población mundial bajo amenaza (sob ameaça), y a todas las voces planetarias que se le oponen amordazadas. Y esto también hay que decirlo, aunque (ainda que) después se diga que uno (a gente) justifica lo injustificable. Lejos (Longe) estoy de esa intención, pero para seguirle el apunte a la (mas para seguir a indicação da) Fox, a la BBC, a El País de Madrid, y a la cadena qatarí Al Yazira, hasta hace poco asociada con la CNN, pese a tener (a pesar de ter) diariamente a un imán Suní dictando fatuas (fantasias) contra los laicos, para ese oficio de escribiente disciplinado, no cuenten conmigo.

Leandro Grille é bioquímico e jornalista cubano-uruguaio.


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